Felipe González

Obama = Smiley +

El presidente de EE UU cultiva la patraña de que el Estado es apenas una herramienta cuyo peso da igual

La Razón
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Obama es como Smiley en mulato, pero también es algo más. Empecemos por sus parecidos. Ambos son demagogos y populistas, que se llenan la boca con lo de los pobres, los derechos y el medio ambiente, bellas causas por las que están dispuestos a «luchar», sacrificando el dinero y la libertad de otros, claro. Ambos son insustanciales y propensos a afirmar una cosa y la contraria. Ambos se rodean de artistas, un grupo característicamente reaccionario y amigo de las peores dictaduras, y repiten bobadas políticamente correctas como que la crisis fue producida por la «avaricia» pero no por las autoridades. Ahora bien, similitud no es identidad, y Obama es más que Smiley en algunos aspectos importantes, aparte de que su gabinete tiene mejor pinta. Obama habla con orgullo y emoción de Dios y de la patria, quiere hacer frente con decisión a los enemigos de su país, y defiende la familia y la responsabilidad individual. Smiley no es así, con lo que cabe alentar la hipótesis de que Obama puede parecerse más a Tony Blair que al reverendo Jackson. Hay otro aspecto relevante en el que Obama supera con mucho a Smiley, pero en lo malo. Se trata del entusiasmo que ha suscitado: ha desatado una idolatría tan insensata del gobernante que quizá la comparación no deba establecerse con Smiley sino con Felipe González, que fue objeto también de una bochornosa divinización en los años ochenta, incluso tiempo después de que su gobierno probara su excelencia en la expansión simultánea del paro, los impuestos y la corrupción. Como González, el lema de Obama es «cambio», y cultiva la escalofriante patraña de que el Estado es apenas una herramienta y no importa su peso, como no importa el color del gato mientras cace ratones. Una última nota, para que usted ya no pueda dormir tranquilamente. Igual usted cree que esto de la libertad es coser, cantar y votar. Tengo malas noticias. A la hora del fetichismo nauseabundo del poder, a la hora de pensar que la coacción política es la esperanza de los pueblos, a la hora de caer fascinados ante Obama, da exactamente lo mismo el PSOE que el PP.