Afganistán
Pekín teme por la estabilidad de sus reservas energéticas
urumqi-Tras una semana de disturbios étnicos y al menos 184 muertos, China ha visto como se desestabilizaba una de sus regiones más estratégicas: Xinjiang. Con una extensión casi cuatro veces la de España, posee muchas de las cosas que más necesita el gigante asiático para alimentar su carrera al desarrollo: recursos energéticos y agrícolas, campos para ampliar los cultivos y extensiones semidesiertas donde aliviar su superpoblación. Es también un punto estratégico. Xinjiang, con sus 5.600 kilómetros de frontera, linda con ocho diferentes naciones, entre ellas Rusia, Afganistán, Pakistán e India. Una ubicación privilegiada como puente entre China y Occidente. Y si hace siglos sus llanuras, montañas y desiertos fueron cruzadas por la Ruta de la Seda, ahora es el camino energético de los gaseoductos y oleoductos que unen China con Europa, Medio Oriente y Asia Central.Las reservas de petróleo y gas de esta región rebelde suponen respectivamente un 30 y un 34 por ciento del total, y los expertos consideran que todavía hay enormes extensiones por sondear, en las que se podría encontrar mucho más. Ahí está por ejemplo la provincia de Karamay, que literalmente significa «aceite negro» en uigur, y que es uno de los mayores puntos de extracción de Asia Central.Xinjiang también es rica en minerales y carbón. La región aporta el 40 por ciento de las reservas nacionales de este fósil, que es la principal fuente de abastecimiento energético de China. El agua potable, un bien escaso en muchas zonas del país, también es abundante en el norte, con el 50 por ciento de los glaciares del gigante asiático.Y no se debe menospreciar el volúmen de la producción agrícola y ganadera, ya que las grandes extensiones desiertas de Xinjiang permiten cultivar y multiplicar las cabezas de ganado a un ritmo imposible en el resto del país: Xingjiang es, entre otras cosas, el primer exportador de tomates.Muchos uigures se quejan de estar siendo expoliados por el Gobierno de Pekín. Y es que mientras el desarrollo del sector primario sí que ha dado trabajos a cientos de miles de ellos, la mayor parte de los recursos energéticos se consumen en las grandes ciudades del este, como Pekín o Shanghai y son explotados por compañías públicas dirigidas por chinos.
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