Disturbios

Redada masiva contra las mafias de porteros

Una operación policial con más de ochenta agentes tomó dos locales de Centro la madrugada del sábado. Los policías identificaron a 200 personas durante los registros y detuvieron a cinco de ellas

Redada masiva contra las mafias
Redada masiva contra las mafiaslarazon

MADRID- La imagen no se ve demasiado. El cacheado no suele ser un portero. Tampoco es habitual ver a más de treinta policías de paisano en una actuación conjunta, con otros cincuenta compañeros. Sin embargo, parece que los sucesos recientes han decidido a las autoridades a actuar con mano dura sobre los locales con vigilancia en puerta, para que desaparezca la sensación de impunidad y peligro que flota en el ambiente tras asesinatos como el de Catalin Stefan (el portero búlgaro de la sala Palace tiroteado el pasado lunes) o el del joven Álvaro Ussía en el Balcón de Rosales (a manos de un guarda del local).

Demostración de fuerza
A la espera de que los exámenes previstos para marzo aclaren quién puede y quién no puede ejercer la delicada labor de «controlador», fuerzas combinadas de la Policía Nacional y Municipal han hecho varias demostraciones de control destinadas a dejar claro que la ley va a tener que cumplirse y las zonas oscuras controladas por las mafias de seguridad van a recibir luz.

Más luz
El Jala Jala, con culpa o sin ella, ha sido el primer local de Madrid en comprobarlo. Simbólico, aunque sólo en cierto modo, porque allí se produjo otro tiroteo el mismo día del brutal asesinato de «Cata», en este caso sin víctimas mortales. Un contingente de unos cuarenta policías nacionales provenientes de fuera de Madrid y otros tantos municipales tomaron en la madrugada de ayer el local en un asalto masivo aunque pacífico. Una vez dentro, se procedió a identificar y registrar a todo el mundo. Incluida la «seguridad».

Zona conflictiva
No se trata de un local excesivamente conocido, aunque sí es una discoteca situada en una calle conflictiva: Puebla, donde la fauna nocturna está compuesta en un alto porcentaje por traficantes de coca y «crack» y por prostitutas y donde las quejas vecinales no cesan.
El público que estaba en el lugar ayer, sin embargo, era una amalgama de jóvenes y maduros, en su mayor parte sudamericanos y que no parecían excesivamente peligrosos. En la puerta, un joven colombiano se preocupaba por no salir en ninguna foto, «No vayan a pensar que soy un maleante». A su lado, un hombre que estaba teniendo una tranquila cita se quejaba, abrazado a su pareja de esa noche, de que dentro había dejado «una botella de cien euros».
Fue acallado amablemente por los agentes que le indicaron que podría entrar, pero sólo cuando todo el proceso hubiese terminado. Y eso fue una hora después; mientras, la calle entera permaneció cortada al tráfico y, con prudencia, sus pobladores nocturnos habituales desaparecieron del mapa.

Detenciones
Tras el registro del Jala Jala, se realizó otro en el Disco Club Mito (Augusto Figueroa, 3). El saldo de ambos registros fue de 200 personas filiadas y cinco detenidos. Todos ellos lo fueron por cuestiones de extranjería (estancia ilegal en el país) o por tener causas pendientes con la justicia española. Además, como no puede faltar en la noches peligrosas, se encontraron armas (un total de cuatro) y drogas (al menos seis personas llevaban estupefacientes).
A medio plazo el mensaje de esta actuación y otras similares es el que no se va a transigir con determinadas cosas. Una tarea, en todo caso, difícil en una ciudad con una densidad de locales como la de Madrid y donde las tramas y subtramas de control de discotecas por las mafias están cualquier cosa menos claras. Al menos para el ciudadano de a pie.
Algunos porteros, desde luego, no tienen claro que la cosa vaya a cambiar demasiado. «Todo va a seguir más o menos igual, creo yo», opina Carlos, que trabaja en un local de Centro. «Además, la nueva regulación no servirá para nada, es un paripé. Si no se deja actuar a los porteros dentro del local lo único que puede pasar es que los problemas que se monten sean mucho peores aún», aseguraba. Para él, el quid del problema se reduce a unas pocas palabras: «Para trabajar de esto ni siquiera se te exige tener el EGB, así que no comprendo de que regulación me hablan». Se auguran cursos de formación y unas cuantas detenciones más. Para el futuro.