Ciencia y Tecnología

Sin red

La Razón
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Con el ordenador doméstico averiado a la espera de un ofertón que lo reemplace y la red caída en el lugar de trabajo (problemas técnicos nada más, que no cunda el pánico), uno vive sin vivir on-line y se siente menos periodista que nunca. Que ya es. Ante la anulación forzosa de ese «click» rutinario que permite entrar cada mañana en Google, una puerta abierta al mundo en tiempo real, quienes hemos desarrollado casi toda nuestra facilona carrera periodística con la inestimable ayuda de Wikipedia andamos como vaca sin cencerro, como trapecistas sin red; la conexión atorada y el cerebro más aún. Motivo suficiente para reconocer con cierta vergüenza posmoderna que, cuando el mundo 2.0 se rebela y te arroja fuera de la cibertribu, descubres lo que realmente vales: poco tirando a nada. Sin ánimo de generalizar, no vaya a ser que algún aguerrido reportero se sienta dolido en lo más hondo de su chaleco multibolsillos, asumiré que pertenezco a una generación bregada si acaso en pesca submarina con red, pero ni de coña en las mil batallas que antaño curtían al sacrificado periodista. De ahí que, cuando toca opinar como es el caso, uno siempre dude entre citar a los clásicos, el viejo truco de ciertos tertulianos pseudoliterarios de oronda estampa, o buscar en Google News. La segunda opción suele ser más acertada, por aquello de que al remitir a la actualidad entroncas rápido con la rama más aguerrida del periodismo. La primera te salva también, pero sólo si sabes amarrarte a un buen puñado de muertos con fuste, muertos de esos que alambican la prosa como si hubieras leído un huevo durante tus años de corresponsal en las Malvinas. Camba, Larra, bla, bla, bla. Incluso Wolfe y West si nos ponemos «yankees». Lo malo es cuando para las dos opciones necesitas Google y Google no va. Entonces estás perdido. Bla, bla, bla.