Granada

Subasta de chicas y chicos

La Razón
La RazónLa Razón

Cuentan desde Granada algunos detalles que han envuelto la polémica suscitada tras la decisión de un grupo de jóvenes de montar en una discoteca un juego que, tal y como se anunció, chirriaba más de la cuenta por sexista. Tienen razón quienes han levantado la voz contra el frustrado concurso de estos jóvenes que, según me cuentan, son chicos de familia bien de la capital, la mayoría católicos y practicantes y que han estado verdaderamente acongojados por la repercusión de su concurso discotequero. (La madre de uno de ellos ha necesitado asistencia médica). Vender públicamente una «subasta» de chicas recuerda los mercados árabes de las películas de Simbad. Los dueños de la discoteca nada tenían que ver con el asunto, ya que su papel en esta historia era ceder el local, imaginamos que previo pago de un alquiler pactado. Pero no era la primera fiesta de estas características que montaban los chavales. Por lo visto ya organizaron una donde en esa ocasión «la carne» que se subastaba era de chicos, solteros, disputados por los asistentes mediante billetitos de colores del juego del Monopoly. Pero entonces nadie alzó la voz, ni los fiscales, ni el juez de menores, ni las autoridades de la Consejería de Igualdad, ni los partidos. Nadie. O los chavales no hicieron la misma publicidad que ahora del evento, o estamos ante la constatación de una discriminación positiva. Tiene lógica social este tipo de cosas. La tolerancia cero respecto de la mujer objeto, está enfocando al otro sexo como el nuevo objeto de consumo, pero curiosamente sin tanto escándalo social. Conclusión: estamos ante un problema de Educación.