Cambios en el PP
Trece meses en el «candelabro»
La ministra Bibiana Aído ha generado enfrentamientos por sus declaraciones hasta con destacados miembros del PSOE
Madrid- «Las miembras que acudan a las bibliotecas exclusivas para mujeres, ya seres vivos y posteriormente humanos, que acudan sin velo islámico, tendrán derecho a ponerse tetas dentro de nuestro plan de comarcalización». Esta frase inventada es un breve resumen del repertorio de perlas que la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, ha sembrado en sus poco más de doce meses de alta vida política. La andaluza se ha metido en tantos charcos que importantes miembros de su partido la han tachado de «cenutria» o «inculta». Ella se ha defendido tirando del socorrido machismo: «La vara de medir para las mujeres es distinta. Se analiza si tienes mala cara, cómo te expresas, si tienes un lapsus». «Ha estado generosa la ministra al hablar de lapsus en singular», piensan muchos, «la lista es interminable».Por ejemplo, en las últimas semanas, con media España enfrentada por la aprobación de la polémica Ley del Aborto, incluidos destacados dirigentes de su partido, Aído ha pronunciado sentencias que han dejado con la boca abierta a muchos: «Un feto de trece semanas es un ser vivo, pero no un ser humano». La interesante frase científica quedó coja de posterior aclaración: ¿qué tipo de ser vivo es? Luego, para rebajar la tensión social, la ministra ha tirado del lenguaje popular para recordar que «las menores pueden ponerse tetas sin consentimiento paterno». Además de igualar una operación estética con un aborto, la sentencia no parece propia de una ministra en su parte literaria y médica.La política transgresoraEl problema es que no se trata de dos lapsus, como analiza la propia ministra, sino que hay un empeño en convertirse en adalid de la política transgresora. Su tarjeta de presentación ante la opinión pública, aparte de anunciar en su blog que iba a ser una «ministra 2.0», fue la importante batalla que emprendió para conseguir que se hablara de miembros y miembras. La joven política, cuando recibió una avalancha de críticas, entre las que figuraban las de Alfonso Guerra y todo el panorama cultural español, tiró de argumentos literarios para defenderse. «Si fistro y guay están aceptados, ¿por qué la RAE no se lo piensa con miembra». «Eso sólo se le puede ocurrir a una persona carente de conocimientos gramaticales, lingüísticos y de todo tipo», replicó el académico de la Lengua Gregorio Salvador.Por aquellos primeros días se le acumulaban las polémicas a Aído en la puerta de su Ministerio. Tampoco convenció a nadie la idea de crear desde un organimo que debe promover la igualdad «bibliotecas sólo para mujeres». El entonces ministro de Cultura, César Antonio Molina, tuvo que salir al paso y declarar que «se construyen bibliotecas para todos los españoles». Tras la tormenta mediática, el plan se metió en un cajón, sin saberse si había tras él proyectos de «museas» o «cinas» en clave femenina.La gota que colmó el vaso de la paciencia socialista fue el velo islámico. Aído intervino aquí en un tema sensible para la propaganda electoral del PSOE. Preguntada sobre el velo islámico, dijo que «las prácticas culturales que vulneran los derechos humanos o que discriminen a las mujeres no tienen por que ser protegidas». La reacción no se hizo esperar y el que fuera asesor de Zapatero en La Moncloa, Javier Valenzuela, tachó a la ministra de «estúpida», «inculta» e «incompetente». Tuvo que intervenir la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, reafirmando que «el Gobierno respeta las tradiciones culturales».
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