Crítica de cine

Un retroceso en la ética

La Razón
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En el intenso debate de estos días sobre la atención o el abandono de Eluana Englaro han resonado con fuerza las voces de políticos, juristas, sociólogos y eclesiásticos. Por una vez, no ha sido muy activa la participación de los bioéticos. Para ellos, el problema no es nuevo: llevan casi 40 años discutiendo sobre cómo y hasta dónde se ha de atender a los pacientes en estado vegetativo. Las respuestas que han dado son tan dispares como las opiniones del hombre de la calle: muy adornadas, ciertamente, de erudición y análisis, de consideraciones sobre instrucciones previas, preferencias de los allegados, y de cálculos de beneficio o futilidad. Pero lo que emerge al final es si, a pesar de la supuesta irreversibilidad del cuadro clínico, de la aparente inutilidad de la atención o del cansancio de los cuidadores, se puede suspender el cuidado del paciente, abandonarlo a su precariedad, y pensar que se ha hecho una buena acción. Se trata, en el fondo, de librarse uno de una carga pesada a costa de la vida de un ser humano: una vida reducida a estado vegetativo y tan debilitada que ni siquiera percibía el sufrimiento, pero humana. A mi modo de ver, episodios como el de Eluana pueden intoxicar a la sociedad, endurecen el corazón de la gente. Abandonar a otro para estar uno más confortable es un retroceso ético.

*Profesor honorario de la Universidad de Navarra