Política

Benjamín Netanyahu

Un sector del Likud maniobra para apartar a Netanyahu

Un 56% de los israelíes opina que la situación es insostenible y que el primer ministro debe renunciar a su cargo

Anti Netanyahu protest in Jerusalem
Manifestante sujeta un cartel que reza "ve a la cárcel". Fotografía: Nir Alon/ZUMA Wire/dpaNir Alon/ZUMA Wire/dpaNir Alon/ZUMA Wire/dpa

Netanyahu está tocado, pero todavía no está definitivamente hundido. Ya nadie pone en duda, ni entre sus más afines en las filas del Likud, que la acusación presentada el pasado jueves por el Fiscal General de Israel, Avichai Mendelblit -donde el primer ministro ha sido inculpado en tres casos separados por fraude, corrupción y abuso de poder- puede suponer el final definitivo de la carrera política del líder más longevo en la historia del estado judío.

Atrincherado en su “búnker” de la calle Balfour de Jerusalén, Netanyahu insinuó con su furiosa reacción a la declaración de Mandelblit que librará batalla hasta el último suspiro. Denegó todos los cargos, despotricó de la Policía y la Fiscalía, afirmó que seguirá liderando el país, que todo se trata de un golpe de estado fabricado por la prensa, la izquierda e intereses externos para desbancarlo, e incluso lanzó una campaña en redes pidiendo que “se investigue a los investigadores”. No obstante, tras el dramático anuncio judicial, una encuesta reveló que el 56% de los israelíes opina que la situación es insostenible y debe renunciar al cargo.

Derrotado políticamente en 1999 por el laborista Ehud Barak, Netanyahu resurgió de las cenizas. Contra pronóstico, tomó de nuevo las riendas del Likud y desde 2010 ha liderado el país ininterrumpidamente. Desde final de 2018, cuando el entonces ministro de defensa Avigdor Lieberman dimitió –con la consecuente disolución del ejecutivo y la convocatoria de elecciones- el sistema político israelí se encuentra bloqueado. Pero incluso habiendo perdido la segunda repetición electoral de septiembre por la mínima contra su rival Benny Gantz, “Bibi el rey de Israel” –como le aclaman sus fieles seguidores”- se las ha ingeniado para mantenerse como primer ministro. Y, a pesar de todo, no se descarta que pueda presentarse como candidato del Likud en las probables terceras elecciones del próximo marzo.

Los dos frentes abiertos que afronta ahora son los tempos en que se desarrollará la causa judicial y como afectara ésta a sus posibilidades de ser reelegido; y la batalla interna en las filas de su partido, que ya empieza a librarse entre bambalinas. Incluso analistas afines de la derecha, como Eliran Tal del canal 20, abogan por una retirada de “Bibi”: “dedicó toda la vida a la seguridad del país como militar, como diplomático y como primer ministro exitoso. Ahora haría bien si da un paso al lado y piensa en la defensa judicial”.

Para el periodista conservador, se trata de una acusación injusta que sienta un “precedente peligroso”. También remarca las “vergüenzas de la investigación”, donde describe “intensos obsesivos” de convertir a Netanyahu en corrupto. “Debe ahora centrarse en proteger su buen nombre. Le conocemos: es un luchador. Y si finalmente sale limpio del proceso, volverá a liderarnos y por todo lo alto, y nadie podrá interponerse en su camino”, concluye.

En el centrista Yediot Aharonot –cuyo editor Arnon Mozes confabuló con Netanyahu-, Tova Tsimuky recuerda que los procedimientos legales, que se prevé que pueden tardar al menos siete meses, no pueden continuar hasta que no se debata en una sesión del Parlamento sobre la ley de inmunidad. El líder del Likud hará todo lo posible por obtenerla, pero el comité que debe debatir la medida todavía no está establecido por el bloqueo político. “Mientras, esto supone que el juicio se llevará a cabo en los medios, donde se llevará a cabo una feroz campaña para sabotear la confianza del público en la decisión tomada por Mandelblit”, considera la columnista. La ley vigente deja al aire una gran incógnita: no aclara si en caso de ganar los comicios, Netanyahu estaría habilitado para intentar formar Gobierno al estar inmerso en pleno proceso judicial.

Desde el izquierdista Haaretz, el comentarista Chaim Levinson remarca que en el Likud, sus detractores consideran que “la era de Netanyahu ha llegado a su fin”. Por ello, los likudniks subversivos estarían tramando nominar a un candidato de consenso –suena el presidente de la cámara Yuli Edelstein-, y aceptar un Gobierno en rotación con Benny Gantz antes de que expiren los 21 días extra para intentar formar coalición, lo que evitaría una costosa e indeseable vuelta a las urnas. En caso de que dicho plan no prospere e Israel se aboque a elecciones, se celebrarían primarias, y como destaca Levinson, “Netanyahu es muy popular entre las bases y obviamente es el candidato mejor colocado”.