Francia

Francia: la independencia de Nueva Caledonia tendrá que esperar

Alta participación en el referéndum independentista en el archipiélago francés. Un 53,26 % ha votado a favor de continuar en la República Francesa

Un voluntario cuenta los votos en un colegio electoral de Numea, Nueva Caledonia
Un voluntario cuenta los votos en un colegio electoral de Numea, Nueva CaledoniaMathurin DerelAP

En tiempos de pandemia, el presidente de Francia, Emmanuel Macron se quita un problema de encima. Nueva Caledonia, territorio francés de ultramar en el Pacífico sur, ha dicho en las urnas que no quiere independizarse de Francia.

El “no” a la independencia ha conseguido un 53,26% de los votos según datos del Ministerio francés de Ultramar con una participación que ha superado el 85%. Una gran movilización que ha podido beneficiar al bando no independentista.

En este archipiélago rico en níquel situado a 18.000 kilómetros de París, francés desde 1853 y que representa uno de los últimos bastiones de soberanía europea en la zona después de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, hubo un primer referéndum el 4 de noviembre de 2018 en el que los profranceses ganaron con 56,7% de los votos. Según los acuerdos de Numea de 1998 puede haber incluso una tercera y última votación en 2022.

Los 180.000 electores habilitados han podido así responder a la cuestión de si querían que este territorio “obtenga la plena soberanía y acceda a la independencia”. Al término del escrutinio, el presidente Emmanuel Macron ha saludado desde el Elíseo los resultados a través de un breve mensaje institucional calificándolos de un “signo de confianza en la República”.

Sin embargo, este referéndum de autodeterminación ha tenido una trascendencia mediática muy limitada en los medios franceses este domingo, con una mayoría de ciudadanos que a pie de calle ni siquiera sabían que el futuro de Nueva Caledonia se decidía hoy en las urnas.

Este referéndum, como el primero, se inscribe en un proceso de descolonización iniciado en 1988 tras varios años de violencia entre los canacos, pueblo autóctono, y los caldoches, de origen europeo. Los enfrentamientos terminaron en una toma de rehenes y un ataque a la gruta de Uvea (Ouvea) en mayo de 1988 con un saldo de 25 muertos.

El referéndum se ha celebrado tras unos meses cargados de crispación. Tras haber realizado hace dos años una campaña poco épica y basada en argumentos económicos, los no independentistas han apostado esta vez por el nacionalismo francés. Llenaron sus octavillas y mítines de banderas tricolores y la Marsellesa  ha sido muy utilizada en su campaña.

El uso de estos símbolos nacionales en documentos oficiales de campaña suele estar bastante restringido en Francia y los independentistas canacos lo denunciaron al considerar que derogaba el código electoral. Esta división creciente desembocó en una serie de enfrentamientos violentos durante el verano. Aunque se trató de episodios aislados, estos recordaron los peores episodios de los años ochenta cuando en Nueva Caledonia estuvo a punto de estallar una guerra civil entre los canacos y los franceses metropolitanos. Entonces, esos enfrentamientos se terminaron con los Acuerdos de Matignon de 1988 y Numea de 1998. Lo que supuso el inicio del proceso de descolonización de un archipiélago.

A diferencia de otros territorios franceses de ultramar, como las islas antillanas de Guadalupe y Martinica, las de Mayotte y la Reunión –en el Índico–, o la Guayana francesa, que son departamentos franceses a todos los efectos, Nueva Caledonia tiene un estatus distinto. París acepta aplicar los parámetros de la descolonización. En ello influyen la fuerte personalidad de la población autóctona y el hecho de que, durante años, hubiera un sólido movimiento independentista.

Por culpa de la pandemia, el referéndum, previsto inicialmente para el 6 de septiembre, ha tenido que aplazarse casi un mes. De hecho, Nueva Caledonia es uno de los pocos territorios del mundo que se ha librado de contagios con apenas unas decenas de positivos declarados, todos importados. Quienes llegan a las islas son sometidos a una estricta cuarentena de dos semanas en hoteles requisados.