La herencia trumpista

La Cámara de Representantes decide abrir una investigación sobre el asalto al Capitolio

Los republicanos tumbarán con toda seguridad la propuesta a su paso por el Senado

Un partidario de Donald Trump irrumpe en el Capitolio el pasado 6 de enero
Un partidario de Donald Trump irrumpe en el Capitolio el pasado 6 de eneroJose Luis MaganaAP

El asalto del Capitolio podría ser finalmente juzgado por una comisión de investigación del bicameral. Nacería gracias al acuerdo de los republicanos y los demócratas en el Comité de Seguridad Nacional del Congreso. Pero carece de apoyo de los republicanos en el Senado.

A Donald Trump tampoco le seduce la idea de que algunos de los suyos favorezcan las mismas tesis que llevaron al ostracismo a Liz Cheney. Fueron 35 los congresistas republicanos que finalmente votaron a favor del proyecto. 35 representantes a los que Trump considera unos submarinos a favor del enemigo, quintacolumnistas, obviamente traidores. «Vean, 35 republicanos descarriados», dijo, «incapaces de ayudarse a sí mismos. Tenemos una política mucho mejor y somos mucho mejores para el país, pero los demócratas se mantienen unidos, los republicanos no. No tienen los Romneys, a los Pequeños Ben Sasses y a los Cheneys del mundo. Desafortunadamente, nosotros sí. A veces hay consecuencias por ser ineficaz y débil. ¡Los votantes entienden!».

El día anterior, cuando supo que la Fiscalía de Nueva York investigará sus empresas por la vía penal, lamentó que, después de haber «construido una gran empresa y dado trabajo a miles de personas», lo que recibe a cambio son los ataques y el acoso de «un sistema político corrupto».

Nada que sorprenda a la presidente del Congreso, Nancy Pelosi, que explicó su intención de «encontrar la verdad». Y «si ellos», por sus colegas republicanos, «no quieren hacerlo, nosotros lo haremos». Encontrar la verdad, según el lenguaje de la presidenta, significa indagar en las hipotéticas implicaciones y ramificaciones políticas de los sucesos de aquel día, que terminó con una muchedumbre asaltando la sede de la soberanía nacional. Murieron varias personas y el ya ex presidente fue acusado de haber incitado la violencia.

El republicano John Tako y el demócrata Bennie Thompson, los dos hombres clave en el comité, tienen claro su acuerdo. Incluso han tomado como referencia la Comisión del 11-S. Pero está muy lejos de llegar a ningún sitio si no encuentra el respaldo en el Senado de no menos de 10 republicanos. Algo similar a lo que ya sucedió con el «impeachment». Sin 60 votos favorables no habrá comisión. Y los principales representantes del partido no parecen favorables.

El hombre que comanda la minoría republicana en el Congreso, Kevin McCarthy, teme que sea usada como instrumento de propaganda contra su partido. Sabe también del arrollador apoyo del que goza Trump entre el electorado. Mandan los argumentos de corte agonístico. La sensación de paranoia y acoso. Cualquier gesto que pueda interpretarse como lesivo para el ex presidente puede conducir a la muerte política. El caso de Cheney ha sido el último.

Otro republicano que duda, el influyente Mitch McConnell, ha rebajado a mínimos el voltaje de sus declaraciones de hace meses. Fue especialmente beligerante cuando Elaine Chao, su esposa, dimitió como secretaria de Transportes. En un correo enviado a su equipo, Chao dijo que EE UU había experimentado un «evento traumático y totalmente evitable cuando los partidarios del presidente irrumpieron en el edificio del Capitolio después de una manifestación a la que éste habló». McConnel parecía compartir su vehemencia. Pero con el paso de los días favoreció la desactivación del «impeachment».

Trump sigue convencido de que «sería maravilloso si el esfuerzo realizado contra el presidente que redujo los impuestos y las regulaciones, reconstruyó nuestro ejército, se hizo cargo de nuestros Veteranos, creó la Fuerza Espacial, arregló nuestra frontera, produjo nuestra vacuna en un tiempo récord, e hizo que nuestro país fuera grande y respetado de nuevo, se centrará en las aceras y calles cada vez más peligrosas de Nueva York».

McCarthy, si la Comisión sale adelante, no se opondría a declarar acerca de la explosiva conversación que mantuvo con Trump mientras la jauría trataba de asaltar el despacho del presidente de la mayoría republicana. Al menos eso le dijo a la CNN. Al mismo tiempo considera que Pelosi juega a desgastar la imagen de la anterior Administración. Acusa a la demócrata de manipuladora y de que el afán de verdad no figura destacado entre sus prioridades.

En realidad, todo puede quedar en nada: Richard Burr, uno de los pocos senadores que votó a favor del “impeachment”, ya ha dicho que el «Departamento de Justicia está llevando a cabo actualmente una de las investigaciones penales federales más grandes de la historia y ya ha realizado cientos de arrestos. El Congreso también ha estado realizando múltiples investigaciones en curso». Por tanto, no cree que sea «necesario ni prudente establecer una nueva comisión». Si la suerte no está echada, está cerca.