Cumbre de Bruselas

Los países del este tumban la iniciativa de Merkel y Macron para reuirse con Putin

El eje franco-alemán defiende que, a pesar de las diferencias, la UE debe mantener abierto el diálogo con Rusia para garantizar la seguridad del continente

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Ya han pasado los tiempos en los que el motor franco-alemán dictaba una propuesta y el resto de la UE obedecía con mansedumbre y a toque de corneta. La cumbre que terminó ayer en Bruselas se ha saldado con el fiasco de Angela Merkel y Emmanuel Macron a la hora de convencer al resto de los socios sobre las bondades de mantener un encuentro con Vladimir Putin. Pero a pesar de este revés, los dos líderes no se rinden. Creen que aún hay partido.

«El presidente de EE UU se reunió con Vladimir Putin para una conversación seria, sin que esto diera la impresión de ser una recompensa para el presidente ruso. Una UE soberana, en mi opinión, debe ser igualmente capaz de representar los intereses de la UE en una conversación similar», aseguró la canciller alemana al término de la cita con sus homólogos europeos y como respuesta a la catarata de críticas provenientes de las tres repúblicas bálticas y países del Este como Polonia.

Para Merkel, llevarse mal con Putin es un coste que los Veintisiete no pueden asumir debido a la dependencia energética, su papel en el acuerdo nuclear con Irán y los conflictos en Siria y Libia, dónde Moscú es un interlocutor clave. La canciller alemana es de las que piensa que hay que hablar hasta con el diablo.

El presidente francés evitó mostrarse decepcionado. «En Bruselas, pasamos demasiado tiempo hablando de formatos», aseguró en un intento de quitar importancia a este revés. Para el inquilino del Elíseo, lo primordial han sido los progresos durante el debate de la cena del jueves. «Algunos de nosotros hablamos de manera bilateral con Rusia. No veo la ventaja de que lo hagamos de manera bilateral y de que, como Unión no estemos en disposición de mantener este diálogo», abundó Merkel, quién se mostró partidaria de continuar el debate.

Aunque los dos líderes intenten maquillar su frustración, lo cierto es que su iniciativa ha caído como una bomba en el seno de los Veintisiete y ha abierto a la UE en canal. Rusia es un tema profundamente sensible en muchas capitales y en este ocasión no solo ha disgustado el fondo de la propuesta, sino también las formas.

Berlín y París propusieron esta iniciativa a última hora de la tarde del miércoles, justo antes de una nueva reunión de los embajadores europeos, quienes se dedican a pulir los textos de conclusiones antes de la cumbre que comenzaba horas después. Esta premura no suele ser la forma de hacer las cosas en Bruselas, donde la audacia no tiene buena prensa. Lo raro es que Merkel y Macron no lo sepan o finjan no saberlo.

Hasta los países que ven con buenos ojos esta propuesta creen que el método no ha sido el adecuado. Según el primer ministro italiano, Mario Draghi, la discusión sobre este punto fue «muy larga, controvertida, y básicamente vino por sorpresa, fue una sorpresa para muchos». Roma es junto con Viena y Madrid las capitales que ven con buenos ojos una posible cita con el mandatario ruso, aunque con condiciones.

En la otra bancada, consideran que un encuentro de estas características sería legitimar al Kremlin en un momento de recrudecimiento contra los opositores y con Putin como nuevo mejor aliado del dictador bielorruso,Alexander Lukanhenko.

El último encuentro UE-Rusia iba a tener lugar en 2014, pero fue cancelado en respuesta a la anexión ilegal de la península de Crimea. Para los partidarios de la línea dura, nada ha mejorado lo suficientemente para justificar nuevas cumbres y aún está muy reciente la emboscada que sufrió el Alto Representante, Josep Borrell, en su visita a Moscú y su comparecencia ante la Prensa con su homólogo ruso, Sergei Lavrov. «Me parece que estamos tratando de negociar con un oso para proteger una jarra de miel», aseguró el presidente lituano, Gitanas Nauseda.

Quizás como forma de disipar cualquier equívoco respecto a Rusia debido a estas divisiones, el tono del texto adoptado por los líderes resulta especialmente duro . Se pide a Moscú que cumpla el Acuerdo de Minsk que puso fin a la guerra con Ucrania y no se descartan sanciones económicas.

Los Veintisiete «recalcan la necesidad de una respuesta firme y coordinada por parte de la UE y sus Estados miembros para que cualquier actividad maligna, ilegal y disruptiva por parte de Rusia conlleve la utilización de todos los instrumentos a disposición de la UE en coordinación con sus socios. Para este propósito, el Consejo Europeo invita a la Comisión y al Alto Representante a presentar opciones de medidas adicionales restrictivas, lo que incluye sanciones económicas», se lee en el texto de conclusiones.