Precampaña en Francia

¿Cómo llega Le Pen al Congreso de Perpiñán de este fin de semana?

Por primera vez desde que se hizo con las riendas del FN hace diez años, los ultras retroceden en una cita electoral, lo que alimenta el malestar interno contra su estrategia de moderar el discurso del partido

Marine Le Pen afronta este fin de semana en Perpiñán un amargo congreso
Marine Le Pen afronta este fin de semana en Perpiñán un amargo congresoIAN LANGSDONEFE

Perpiñánno fue elegido al azar para acoger el 3 y 4 de julio el 17º congreso de Reagrupamiento Nacional (RN), la nueva marca electoral del Frente Nacional (FN) fundado por Jean Marine Le Pen en 1972 con ex combatientes y ex nostálgicos de la Guerra de Argelia. La ciudad del sur de Francia es un hito para la ultraderecha gala. Representa la primera ciudad de más de 100.000 habitantes conquistada por RN en las elecciones municipales de hace un año, en plena pandemia de coronavirus.

Un año después, las huestes de Marine Le Pen no pueden estar más desmoralizadas tras el fiasco de las elecciones regionales del 20 y 27 de junio. Por primera vez desde que Marine se hizo con las riendas del antiguo FN, el partido no solo no arrebata votos a los partidos tradicionales (conservadores y socialistas), sino que retrocede en su implantación territorial, ya de por sí escasa por el castigo del sistema electoral mayoritario francés a dos vueltas a los pequeños partidos. La extrema derecha pierde 106 de los 358 consejeros regionales que obtuvo en los comicios de 2015.

Más que abandonar al partido,sus votantes, jóvenes y trabajadores con pocos recursos, han preferido quedarse en casa y no acudir a las urnas. En total, tres de cada cuatro electores de Le Pen optaron por abstenerse. Una llamada de atención que, de confirmarse en las elecciones presidenciales de dentro de diez meses, podría descabalgar a Le Pen de la segunda vuelta y no reeditar, como predicen las encuestas el duelo contra Macron de 2017.

De nada sirvió el llamamiento al “voto patriótico” lanzado en la noche de la primera vuelta por la líder populista. La abstención se mantuvo casi idéntica a la de la semana anterior, con una tasa de participación extraordinariamente baja del 35,7%. un poco más que en la primera vuelta. La abstención sigue siendo masiva, del 64,3% (66,7% en la primera vuelta). Treinta millones de 47 millones de votantes franceses llamados a las urnas decidieron quedarse en casa.

Entre las filas de RN, sin embargo, el fracaso se atribuyó exclusivamente a que el partido ha sido arrastrado por el movimiento de desafección ciudadana contra su clase política. Un “desafecto cívico histórico”, deploró Le Pen en un discurso muy breve. La candidata al Elíseo para 2022 concertó una cita con los franceses para “construir la alternancia que Francia necesita”.

Pero este fracaso en las regiones frustra la estrategia de la líder ultraderechista que había hecho de estas elecciones un trampolín para el 2022. Nada más lejos de la realidad. RN no se impuso en ninguna región ni en la primera vuelta, frente a la media docena de hace cinco años.

NI siquiera en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), donde los sondeos concedían una ventaja a la ultraderecha, Le Pen pudo dar la campanada. Renaud Muselier, el candidato de la derecha clásica y presidente en ejercio, que contaba con el apoyo de la izquierda y el centro, se impuso con el 57% de los votos frente al 43% de Thierry Mariani, el candidato de RN.

En los últimos días, queriendo desvincular estas elecciones de las presidenciales del año que viene, un miembro de la dirección del partido reconocía a Europa 1 que el fiasco en las regionales “no debilita, pero no ayuda”.

Esta derrota también cuestiona la estrategia de la hija de Jean-Marie Le Pen, y en particular la famosa “demonización”, o normalización del partido comprometida desde hace diez años, y que ya ha comenzado a dividir a la ultraderecha. Perpiñán debería ser la cita donde se proclamara a Le Pen como candidata al Elíseo tras su paseo triunfal en los comicios regionales y departamentales. Ahora un sudor frío recorre a los dirigentes de la formación ultraderechista. Marine, a sus 53 años, es conscientes de que ésta es su tercera y última oportunidad para conquistar la presidencia de Francia.