Diplomacia

Kosovo, la “chinita en el zapato” de la diplomacia española

Pedro Sánchez participará en una reunión de la UE en la que estará presente el primer ministro kosovar. Es la primera vez que España se sienta cara a cara con representantes kosovares en una cumbre europea

Albin Kurti, el primer ministro de Kosovo, junto con Edi Rama, primer ministro de Albania, en Pristina la semana pasada
Albin Kurti, el primer ministro de Kosovo, junto con Edi Rama, primer ministro de Albania, en Pristina la semana pasadaVALDRIN XHEMAJEFE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, participará este miércoles en la cumbre de la UE con los Balcanes que se celebra en Eslovenia y en la que participa el presidente de Kosovo, una región de mayoría albanesa que España no reconoce como Estado. Sánchez se convierte en el primer presidente de un gobierno español que se sienta cara a cara frente una dirigente kosovar. Kosovo se proclamó como estado independiente de forma unilateral en febrero de 2008 a pesar de que Serbia sigue considerando que es una región de su territorio. La postura de Sánchez difiere de la adoptada por Mariano Rajoy, cuando el entonces presidente popular abandonó una cumbre similar en Bulgaria en 2018 para evitar el encuentro con el líder kosovar en plena crisis catalana.

Es cierto que no es la primera vez que Sánchez participa en una cumbre europea con representantes kosovares. En 2020, en plena pandemia, el presidente del Gobierno participó en una videoconferencia con representantes del Gobierno de Pristina. Fue, en cualquier caso, un paso importante que escondía un gesto, algo que en política tiene mucha más relevancia y que a menudo trasciende las simples formas. Junto con Chipre, Grecia, Rumanía y Eslovaquia, España es uno de los cinco Estados europeos que no reconocen la soberanía de Kosovo, pero sí ha apoyado el diálogo entre sus representantes y Serbia para que puedan llegar a un acuerdo bueno para ambas partes y que respete en todo momento el derecho internacional.

Al igual que ocurriera el año pasado, la cumbre de Eslovenia no tendrá banderas ni símbolos nacionales. Además no se hará alusión al cargo de primer ministro de Albin Kurti para no interferir con la política de no reconocimiento de España, Grecia, Chipre, Rumanía y Eslovaquia. El Gobierno español ha mostrado su satisfacción con la sensibilidad con la que el país anfitrión ha tratado el tema y se espera que se garantice la misma neutralidad que se obtuvo en la cita anterior por videoconferencia que organizó Croacia. La estrategia con todos los gobiernos españoles ha sido evitar encuentros personales con líderes y diplomáticos kosovares en reuniones europeas e internacionales por temor a que esto pudiese significar un reconocimiento de facto del país balcánico. Sin embargo, nadie descarta que se pueda escapar alguna foto incómoda a lo largo de esta cumbre.

La participación de Sánchez en la cumbre junto al presidente kosovar no significa en ningún caso que España vaya a cambiar su postura y esté pensando en levantar su veto al reconocimiento de Kosovo como un país independiente. Los partidos independentistas catalanes han considerado en el pasado a Kosovo como un símbolo de sus aspiraciones separatistas, a pesar de que la sentencia del Tribunal de la Haya en 2010 que avaló la soberanía de este territorio, en todo momento puntualiza que se trata de un caso excepcional. Hashim Thaci, presidente kosovar entre 2016 a 2020, avisó en 2018 con esta declaración: “España no es Serbia y Cataluña no es Kosovo”.

En el seno de la ONU, actualmente hay 92 de los 193 estados miembros de Naciones Unidas que sí reconocen a Kosovo como una nación independiente. Entre los países que lo reconocen figuran Estados Unidos, Reino Unido y Japón; en cambio, Rusia y China lo rechazan. España lleva años gestionando con un perfil muy bajo esta incómoda situación, considerada por fuentes diplomáticas en el pasado como “una chinita en el zapato”. El Gobierno español, en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, argumentó el no reconocimiento de Kosovo acudiendo al Derecho internacional. España consideró entonces que la declaración de independencia de Kosovo violó de forma flagrante las normas internacionales ya que se había hecho sin el consentimiento o el acuerdo con Serbia.

El conflicto de Kosovo colea desde el final de la guerra de los Balcanes y la creación de una administración autónoma de la ONU, bautizada como Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (MINUK). La situación cambió en 2001 cuando este organismo entregó parte del gobierno a la comunidad albanakosovar. A finales de año se celebraron las primeras elecciones. En 2008 el Parlamento de la provincia serbia de Kosovo proclamó la independencia de forma unilateral, pero la Asamblea de Serbia aprobó una resolución horas después que la declaró nula.