Relaciones Estados Unidos-Irán
Alarma por el sofisticado programa balístico iraní
El derribo del dron supone un desafío del Ejército iraní a la superioridad militar de Estados Unidos.
El derribo del dron supone un desafío del Ejército iraní a la superioridad militar de Estados Unidos.
De los mensajes y señales enviados por la Casa Blanca en las últimas horas sobresale un sobreentendido. La precaución. El convencimiento de que si bien EE UU es la potencia militar incomparable a nivel mundial, sin parangón en la historia por la sofisticación, presupuesto y músculo, Irán no es cualquier cosa.
Porque los iraníes fueron capaces de tumbar nada menos que un RQ-4A Global Hawk, un dron costosísimo, capaz de patrullar en apenas 24 horas un área de casi 100.000 kilómetros cuadrados, valorado entre 130 y 220 millones de dólares por unidad, capaz de atravesar sin repostar el océano Pacífico, mantenerse en el aire 33 horas, volar a una altura máxima de 18.000 metros de altura y equipado con un espectacular conjunto de radares y cámaras de infrarrojos. En el caso de RQ-4A derribado Irán usó un misil tierra-aire Khordad 3, posiblemente disparado desde una plataforma móvil. El Khordad 3, estrenado en 2014, puede alcanzar objetivos situados a 75 kilómetros de distancia.
Como explica el analista Nick Paton Walsh en la CNN, «Teherán sacó de circulación un avión espía estadounidense desde la parte trasera de un camión de lujo». Sostiene Walsh que Estados Unidos «ha mejorado enormemente su flota de aviones no tripulados desde que Global Hawk llegó a la Marina hace 13 años, con el MQ-4C Triton a punto de unirse al servicio». Al mismo tiempo resalta que Irán dispone de un arsenal de misiles más avanzados que los de lo hace una década. Para Walsh, los iraníes habrían logrado una serie de logros en el campo de la ingeniería aeronáutica realmente notables... A los que sin duda habría contribuido la ingente cantidad de «tecnología robada a lo largo de los años por el país sin restricciones», así como las compras realizadas a potencias amigas, siempre interesadas en fortalecer el papel de Irán en el tablero de Oriente Medio.
Al respecto nunca cabe olvidar que se trata de un aliado esencial de los enemigos de Israel y Arabia Saudí, que son, lógicamente, los principales socios con los que cuenta EE UU en la región. Respecto a la posibilidad de que la guerra con Irán sea menos fácil o incluso practicable de lo que aventan algunos halcones, hay que añadir que si bien en el largo plazo el Ejército de los ayatolás no tiene nada que hacer frente a la descomunal potencia estadounidense, no es menos cierto que no se trataría de una guerra convencional o cómoda. Jesús Pérez Triana, uno de los analistas militares españoles más reputados, autor de un blog imprescindible, Guerras Posmodernas, ya publicó en 2011 un «paper» donde analizaba las cartas y estrategias de Irán en una guerra naval asimétrica contra EE UU. Entre otras cosas estima que «Irán ha demostrado una gran capacidad de aprendizaje y adaptación que le permite superar las limitaciones y explotar las vulnerabilidades de sus enemigos. Lo ha hecho desarrollando una doctrina naval propia y original, en la que ha incorporado elementos de guerra irregular mezclados con el fervor revolucionario y religioso». «Es fácil subestimar las capacidades iraníes», abundaba, «pero hay que tener en cuenta el escenario geográfico en el que desarrollaría su guerra naval asimétrica: el golfo Pérsico y en especial el estrecho de Ormuz». Una zona clave por donde pasa el 30% del petróleo transportado por vía marítima.
✕
Accede a tu cuenta para comentar