Venezuela

Antonietta Ledezma: «El chavismo ha llevado al país al odio y a la violencia»

La entrevista a Antonietta Ledezma, hija del alcalde preso de Caracas

Antonietta Ledezma
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«No», responde tajante Antonietta Ledezma (Caracas, 1991) a las acusaciones de conspiración del Gobierno de Venezuela contra su padre, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. «No existe hasta el sol de hoy ni una sola prueba que lo demuestre. Estas acusaciones son absurdamente falsas. Nicolás Maduro reiteradamente habla de que (mi papá) conspira para un golpe, cuando el único golpe que hay en Venezuela es el que recibimos diariamente cuando él viola nuestra Constitución actuando como lo hace».

Ledezma fue detenido el 19 de febrero. Su hija menor –que estudia en Nueva York desde que su vehículo fuese tiroteado en su ciudad natal– prefiere hablar de «secuestro». Así lo proclamó en inglés y español frente al grupo que protestaba el hecho en Nueva York, en Times Square, la gélida noche del 23 de febrero. Allí, a -20 grados centígrados, la menuda joven temblaba de frío y acusaba horas de insomnio, con la bandera venezolana como bufanda. Hoy lo ratifica. «Mi papá está secuestrado porque no hubo una orden judicial de arresto. 150 efectivos policiales se presentaron en su oficina llevándoselo no sólo arbitrariamente, sino de una manera sumamente violenta. Durante horas no nos dejaron saber su estado físico y mental, ni dónde se encontraba. ¿No son éstas las características de un secuestro? Luego, a eso de las 10 de la noche, el señor Nicolás Maduro salió hablando por cadena nacional diciendo que había sido apresado con una orden realizada por la Fiscalía».

–¿A qué atribuye la detención de Antonio Ledezma?

–Creo que fue detenido porque el Gobierno tiene pánico, porque cuando un presidente silencia como (Maduro) lo hace a sus opositores, es cuando más débil está. Fue detenido porque todo el que piensa diferente y alza su voz es perseguido y amenazado. Mi papá jamás ha apoyado sacar a este Gobierno de ninguna manera que pueda generar violencia. Él siempre ha estado de la mano de cualquier vía democrática.

–¿Cómo supo de su detención y cuáles fueron sus primeras acciones?

–Me encontraba en clase y al ver que mi teléfono no dejaba de sonar, salí para encontrarme con la noticia de que no sólo se habían llevado a mi padre, sino que nadie sabía dónde estaba. No hay manera de prepararte para vivir una situación así y lidiar con muchas emociones, las cuales jamás había sentido. Admito que durante esas horas, a pesar de que traté de llenarme de fortaleza, el miedo invadió mi cuerpo y por unos minutos no podía ni moverme. Pero luego me aferré a Dios y entendí que vivía en un país en donde hombres íntegros y honestos son encarcelados injustamente. Durante esas horas, que para mí se hicieron años, me mantuve rezando y fortaleciendo mi fe en Dios y pidiéndole que no sólo me iluminara a mí y a mi país, sino a este Gobierno, para darse cuenta de que lo que estaban cometiendo iba totalmente en contra de la Constitución y pisaba absolutamente todos los derechos humanos.

–¿Qué sabe de la situación actual de su padre: su salud y las condiciones en la cárcel militar?

–Sé que está fuerte en sus convicciones. De hecho, estoy segura de que está aún más fuerte que nunca tanto en sus convicciones democráticas como en sus respuestas. Su situación actual es deplorable y no se la merece, pero cuando el régimen que tenemos entra en pánico actúa reprimiendo a sus opositores. Así dieron el ejemplo Chávez, Hitler, Stalin y muchos otros.

–¿Piensa viajar a Caracas a ver a su padre?

–Sí, pienso visitarlo, pero las políticas de asistencia en mi universidad son absolutamente estrictas. Me graduaré en mayo y quiero darle ese orgullo a mi padre. Más que una visita, él necesita tener otra hija graduada. Y aunque nada más desearía que verlo o escucharle, debo mantenerme firme en mis metas, tal como él me ha dado el ejemplo.

–¿Por qué se marchó usted de Venezuela?

–Porque temía por mi vida. Mis padres aún más. Ellos recibían amenazas constantes que no nos contaban ni a mí ni a mi hermana, hasta ya después de habernos enviado lejos, muy en contra de nuestra voluntad. Más adelante supimos entender. Pero fue fuerte dejar mis estudios en la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela, donde mi carro recibió un impacto de bala en el estacionamiento. Entonces tomamos la decisión tajante de partir. Pero por haber partido no somos menos venezolanos o menos patriotas. Queremos volver, nos estamos preparando. Cada minuto que pasa estamos más cerca de volver.

–¿Cómo es la relación entre el alcalde Ledezma y su yerno, el ministro chavista Andrés Izarra, estando en bandos muy opuestos en medio de la tensión política venezolana?

–Ha sido siempre de respeto y cordialidad. En reuniones familiares no se toca el tema político, pues nos concentramos en fortalecer nuestra relación como familia y hablamos de temas que no nos lleven a discutir. Y es así como debería ser el país. Los venezolanos tenemos que curar tanto odio y lograr poder unirnos, porque Maduro no estará por siempre en el poder y vamos a quedar como un país odiándonos a muerte. No puede ser así.

–¿Qué mensaje tiene para los jóvenes españoles ahora que aliados del chavismo, como Podemos, están bien situados en las encuestas?

–Tengo un mensaje claro: el populismo enaltece un mensaje grave y engañoso. Cuando Chávez hablaba de que iba a rescatar a la clase más pobre podía sonar muy bien, porque la política es aspirar a que los ciudadanos tengan una mejor vida. Pero ese discurso tenía por detrás un proyecto que ha llevado al país a divisiones, odios, violencia, escasez de alimentos, inflación, crisis hospitalaria, inseguridad. El país así no tiene futuro. Una persona populista se lleva como se carga a un hermano recién nacido: con cuidado porque puede vomitarse. Ser amigo del chavismo es claramente ser amigo del odio.

–El miércoles 25 otro estudiante fue asesinado durante protestas en Venezuela. ¿Qué le dice a quienes se mantienen pesimistas sobre su país?

–En mi carta escribí: «Hoy, más que nunca, estoy orgullosa de decir que soy venezolana». Estamos haciendo historia porque los muchachos no se rinden aun cuando matan a sus compañeros, están presos o son castigados hasta por publicar un comentario en una red social. Es un ejemplo. No se asustan ante nada y no quieren repetir la historia de Cuba. No preguntemos a Dios el por qué de esta fuerte prueba. Pidámosle fuerza para combatir mediante métodos pacíficos, aun cuando el cinismo y las armas son los métodos de nuestros gobernantes. No pensemos que un grano de arena no forma un desierto digno de ser respetado.

El perfil

Estudiante de psicología exiliada en Nueva York

Antonietta Ledezma tiene 23 años y está a punto de graduarse en Psicología en una universidad de Nueva York, donde emigró después de recibir un tiro en su coche en Caracas. Ella era un bebé cuando Chávez irrumpió en la escena intentando dos golpes de Estado en 1992 contra Carlos Andrés Pérez, cuyo gabinete integraba Antonio Ledezma, el padre de Antonietta. Su generación ha estado bajo ese hado: su padre, ya alcalde electo de la Gran Caracas, fue despojado en sus funciones por decreto de Chávez en el año 2009, por lo que se declaró en huelga de hambre en la puerta de la sede local de la Organización de Estados Americanos (OEA) durante varios días.