Guerra de Yemen

Arabia Saudí negocia con los hutíes con la paz en Yemen en el punto de mira

El deshielo irano-saudí encarrila las conversaciones con los insurgentes yemeníes en Saná para poner fin a la mayor crisis humanitaria del mundo

Un policía militar asiste a una procesión fúnebre celebrada por miembros del movimiento rebelde Houthi que presuntamente fueron asesinados en combates recientes con las fuerzas gubernamentales yemeníes respaldadas por Arabia Saudí
Un policía militar asiste a una procesión fúnebre celebrada por miembros del movimiento rebelde Houthi que presuntamente fueron asesinados en combates recientes con las fuerzas gubernamentales yemeníes respaldadas por Arabia SaudíHani Al-AnsiEuropa Press

La ventana de oportunidad para alcanzar una tregua duradera en Yemen está abierta de par en par. Pero el agujero es estrecho y sinuoso. El inesperado deshielo diplomático entre Irán y Arabia Saudí, anunciado hace apenas un mes en Pekín, ha facilitado las conversaciones de paz en el castigado país del Golfo, todavía envuelto en la mayor crisis humanitaria del planeta tras ocho años ininterrumpidos de guerra civil. Harán falta, eso sí, más elementos para poner fin a un conflicto que dificulta la reconciliación efectiva entre Teherán y Riad.

Una delegación saudí aterrizó el domingo en Saná, capital de Yemen y desde 2014 bastión hutí, en compañía de varios emisarios de Omán para abrir un nuevo canal de diálogo con los insurgentes, una vía paralela a las conversaciones que están teniendo lugar desde hace meses en Ginebra, auspiciadas por Naciones Unidas, en las que Omán, un actor de larga tradición en la resolución de conflictos en el Golfo, actúa también como intermediario.

“No es la primera vez que una delegación saudí es recibida en Saná, hemos visto varias visitas entre los dos lados en los últimos meses”, subraya el analista principal del International Crisis Group, Ahmed Nagi, en conversación con LA RAZÓN. “La diferencia esta vez es que el desplazamiento se ha producido después de que Riad y Teherán llegaran a un acuerdo para reanudar sus relaciones diplomáticas, lo que da un impulso significativo a las conversaciones entre los hutíes y Arabia Saudí”.

Riad protagoniza las negociaciones en Saná como líder de las fuerzas de la coalición que intervinieron en Yemen hace ocho años para restaurar el Gobierno del depuesto Abd Rabbuh Mansur al-Hadi y frenar el avance de los rebeldes yemeníes en su “patio trasero”. Ahora, sus propuestas deberán contentar a los propios hutíes, el grupo autodenominado Ansar Allah (Partidarios de Dios), que tomó Saná en septiembre de 2014 y controla en la actualidad amplias franjas del país con el respaldo financiero y militar de Irán.

“El propósito de la visita de las delegaciones [de Arabia Saudí y Omán] es coordinar y discutir los detalles finales de la extensión del acuerdo de tregua. Se espera que el acuerdo se anuncie pronto, especialmente después de que los saudíes invitaran a Riad la semana pasada a los miembros del Consejo de Liderazgo Presidencial de Yemen [el órgano creado hace un año por Arabia Saudí para tutelar al Gobierno yemení reconocido por la comunidad internacional, con sede en Adén] y compartiesen el borrador del acuerdo con ellos”, explica Nagi.

La agencia de noticias hutí SABA publicó una serie de imágenes en las que se podía ver a los delegados saudíes y omaníes reunidos con Mahdi al-Mashat, el presidente del Consejo Político Supremo de Yemen, el brazo político de los hutíes. En ninguna de las fotografías difundidas por los insurgentes aparecían los miembros del Consejo de Liderazgo Presidencial. Sin embargo, sus miembros negaron sentirse excluidos del acuerdo e insistieron en que habían sido consultados por sus socios saudíes durante el proceso.

Las negociaciones vienen precedidas por el giro de 180º de la diplomacia saudí. El príncipe heredero, Mohamed bin Salman, que gobierna de facto el reino ultraconservador, ha enterrado el hacha de guerra con sus rivales regionales. No sólo se ha abierto a poner fin a la intervención saudí en Yemen –una campaña que emprendió él mismo–, sino que también ha facilitado el deshielo diplomático con Irán y está tendiendo puentes con la Siria de Bashar Al Asad. MBS, como es conocido por sus siglas, quiere cerrar a toda costa el capítulo de las hostilidades para centrarse en modernizar la economía saudí y reducir su enorme dependencia de los ingresos del petróleo.

Una tregua duradera

Estos ocho años de guerra en Yemen se han cobrado más de 350.000 muertes, la mayoría como consecuencia de las hambrunas. El país atraviesa la mayor crisis humanitaria del planeta, según Naciones Unidas. Cerca del 80% de sus más de 30 millones de habitantes necesita de la llegada de ayuda exterior para subsistir.

El último alto el fuego expiró en octubre. La magnitud de los combates decreció de forma significativa desde la implementación del acuerdo, pero en realidad los enfrentamientos nunca llegaron a detenerse del todo. La región de Marib, rica en recursos energéticos, fue en marzo el objetivo de una ambiciosa ofensiva hutí. Ahora, en vista de que pueden conseguir sus objetivos en la mesa de negociación, sin ni siquiera empuñar las armas, los insurgentes también buscan a la desesperada tregua y, sobre todo, forzar la retirada de las tropas extranjeras del país.

Los negociadores de Ansar Allah pretenden, además, que Riad abone los salarios de los funcionarios, que llevan sin percibir ingresos desde el colapso definitivo del Estado en 2016. Sin embargo, las conversaciones de esta semana en Saná están enfocadas en reabrir los puertos marítimos bajo el mando de los hutíes, así como del aeropuerto de la capital. Las partes discuten también el plan de reconstrucción del país, según la agencia Reuters.

El embajador saudí en Yemen, Mohammed bin Saeed al-Jaber, dijo el lunes que las conversaciones iban encaminadas a “estabilizar la tregua y el alto el fuego, apoyar el proceso de intercambio de prisioneros y explorar vías de diálogo entre los actores yemeníes para alcanzar una solución política integral y sostenible”. La prioridad de Riad pasa por tener garantías de que los hutíes no volverán a lanzar nuevos ataques aéreos sobre recintos militares o instalaciones petrolíferas, que han llegado a frenar su producción de petróleo en el pasado. Los negociadores saudíes exigen en este sentido el establecimiento de una zona de amortiguamiento a lo largo de la frontera.

Escepticismo

“Creo que los saudíes están tratando de salir de la guerra de la misma manera que entraron, con un movimiento irresponsable sin estrategia”, traslada el analista yemení Alkhatab Alrawhani a LA RAZÓN. “Los hutíes son un grupo violento que ha luchado durante años y nunca ha experimentado la paz. Para el grupo, la guerra es vital para su existencia. Por eso creo que continuarán su cruzada contra los yemeníes después de lograr un acuerdo que impida que los saudíes vuelvan a intervenir”.

“Simplemente no va a funcionar para los yemeníes”, añade Alrawhani. “El acuerdo podría detener los combates fronterizos entre los hutíes y los saudíes, pero no detendrá los combates dentro del país. De hecho, la lucha empeorará ya que los hutíes pensarán que pueden derrotar a todos los demás actores ahora que no tienen apoyo aéreo”.

El enviado especial de Naciones Unidas, Hans Grundberg, aseguró el domingo en declaraciones recogidas por Associated Press que nunca antes Yemen había estado tan cerca “de un progreso real hacia una paz duradera”. Aunque existe cierto escepticismo. “El movimiento político actual es importante para reducir la escalada del conflicto, pero la paz real debe abordar las causas profundas de la guerra, algo que llevará tiempo”, señala el analista del Crisis Group.

“Se espera que los esfuerzos actuales conduzcan a una desescalada, pero la verdadera oportunidad de una paz ‘sostenible’ aún está por llegar, si es que no se ha logrado”, responde a este periódico el analista Ibrahim Jalal. “¿Es lo más cerca que ha estado Yemen de la paz desde las conversaciones de Kuwait? Tal vez, es lo más cerca que ha estado de la normalización del statu quo, y la internalización del conflicto, a menos que la naturaleza de múltiples capas del conflicto se aborden y se apliquen de buena fe. Esto aún está por ver”, matiza el investigador del Middle East Institute (MEI).

En las conversaciones de Saná tampoco había representantes de Emiratos Árabes Unidos. Abu Dabi tiene sus propios intereses. El acaudalado país del Golfo mantiene en su red de financiación a un grupo de milicias afines que operan en el sur del país y al propio Consejo de Transición del Sur (CTS), que reclama a su vez la independencia del sur de Yemen. Emiratos mantiene el control de los puertos estratégicos y vías navegables de la zona, y también del archipiélago de Socotra y la isla de Meyo en el estrecho de Bab el-Mandeb. Es otra cara más de un conflicto poliédrico.