Partido Republicano
Boicot republicano al «Trumpcare»
Varios senadores conservadores rechazan por insuficiente la reforma sanitaria y ponen en peligro su aprobación. Los congresistas no ven evidencias del espionaje de Obama a Trump.
Varios senadores conservadores rechazan por insuficiente la reforma sanitaria y ponen en peligro su aprobación. Los congresistas no ven evidencias del espionaje de Obama a Trump.
Trump se involucrará personalmente en las labores de «persuasión» de los miembros de su partido para que apoyen la reforma sanitaria presentada por el Partido Republicano y que él mismo ha suscrito con la intención de poner fin al «Obamacare», que ha dado cobertura médica a más de 20 millones de personas desde 2010. Sin embargo, por las reacciones de varios miembros de su formación, la tarea no será sencilla, pues varios congresistas ya han mostrado sus reticencias al «Trumpcare».
Hay un sector dentro del partido, el más moderado, que teme que la reforma haga que parte de sus votantes que se han acogido a la norma de Obama les den la espalda una vez que les quiten sus privilegios. Especialmente aquellos beneficiados por el «Medicaid». Según los calculos del Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas, la reducción del gasto federales en este seguro para las clases bajas obligará a los Estados a pagar una factura de 370.000 millones de dólares en diez años. Aunque los que más guerra están dispuestos a dar son los conservadores más duros, que ya han tildado el nuevo texto de «Obamacare lite» (un «Obamacare descafeinado», constatando que los cambios introducidos no son suficientes.
La guerra en las filas conservadores está servida e, incluso, existen ya serias dudas de su aprobación. «Habrá un baño de sangre», anticipó Trump a los que no le transmitieron su respaldo incondicional, según uno de los congresistas con los que se reunió el martes. Más tarde se enzarzó en una pelea a través de Twitter con Rand Paul. «Estoy seguro de que mi amigo Rand Paul va a proponer una reforma nueva y excelente porque sabe que el ‘Obamacare’ es un desastre», escribió después el presidente de forma retórica una vez que Paul criticase la reforma de su partido.
Ayer, mientras se empezó a tratar la nueva propuesta en los comités del Congreso, Trump se reunió con la senadora de Alaska Lisa Murkowski, que manifestó también su oposición a la reforma porque está en contra de los intereses de sus votantes. También invitó a cenar a Ted Cruz, su contrintante en las primarias, al que necesita para sacar adelante su norma en el Senado. El gobernador de Ohio, John Kasich, mostró asimismo sus dudas ante la intención de reducir la cobertura del «Medicaid». Sus preocupaciones coinciden con las de la senadora de Alaska. «Lo correcto sería que los demócratas y republicanos trabajásemos juntos en la reforma», apuntó Kasich, al que se le unió la Asociación Médica Americana, donde se teme también por el futuro de millones de pacientes que perderán su seguro.
El presidente de EE UU tenía previsto que la próxima semana fuera votada en la Cámara de Representantes, pero, consciente de las divisiones, su meta es ahora abril. En la Cámara Baja son necesarios 218 votos (los republicanos cuentan con 241 asientos), lo que no parece una tarea demasiado complicada. Pero la prueba de fuego llegará en el Senado, donde la mayoría conservadora es sólo de un par de representantes.
Sus correligionarios tampoco parecen dar mucho crédito a las acusaciones del magnate contra Barack Obama por espionaje. Los senadores pidieron al Departamento de Justicia y al FBI que entreguen a la Comisión de Inteligencia cualquier documento que pruebe las escuchas. «El Congreso debe llegar al fondo de las recientes acusaciones», aseguraron Lindsey Graham y Sheldon Whitehouse.
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