Brexit

Bruselas mantiene el pulso y espera una oferta de Reino Unido

Los Veintisiete no ven cambios en la postura de Johnson y dudan de que quiera buscar una salida negociada

Una británica se manifesta en contra del cierre del Parlamento impuesto por el «premier» / Efe
Una británica se manifesta en contra del cierre del Parlamento impuesto por el «premier» / Efelarazon

Los Veintisiete no ven cambios en la postura de Johnson y dudan de que quiera buscar una salida negociada.

Los Veintisiete han hecho de la falta de movimiento la mejor estrategia de ataque. A pesar de la mezcla de vértigo y estupor que causa el desafío de Boris Johnson al propio sistema constitucional británico, las cancillerías europeas prefieren evitar declaraciones altisonantes y permanecer firmes en su postura. La consigna es mantener el pulso y no dar ningún paso en falso que pueda interpretarse como un resquicio de debilidad. Con esta estrategia, solo cabe esperar a llegar al borde del precipicio para saber si a los Veintisiete les flaquean entonces las piernas.

El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, se limitó ayer a repetir los dogmas europeos sobre el Brexit. Nada ha cambiado. «El primer ministro Boris Johnson ha dicho que Reino Unido abandonará la Unión Europea el 31 de octubre. En todas las circunstancias, la UE continuará protegiendo los intereses de los ciudadanos y las empresas, así como las condiciones de paz y estabilidad en Irlanda. Es nuestro deber y nuestra responsabilidad», tuiteó ayer el político francés.

A pesar del huracán que sacude el otro lado del canal de la Mancha, o quizás precisamente por eso, no se han producido contactos de alto nivel político entre Bruselas y Londres. Tampoco ha habido cambios, según la perspectiva que se aprecia desde el continente. Johnson se ha limitado a seguir el mismo guión de principios del mes de agosto: enviar a su emisario de confianza David Frost a Bruselas esta semana con el objetivo tomar la temperatura de las autoridades europeas. Los contactos han sido meramente técnicos (se ha entrevistado con la jefa de gabinete del presidente de la Comisión Jean- Claude Juncker, la española Clara Arbeloa, y miembros del equipo de Barnier) y de momento no está previsto ningún tipo de interacción entre el negociador europeo y su homólogo británico Steve Barclay. La nueva visita de Frost a la capital comunitaria ha dejado claro que Reino Unido no piensa dar un paso al frente y hace caso omiso del ultimátum dado por la canciller Angela Merkel a Boris Johnson cuando se vieron hace unos días en Berlín: una nueva propuesta sobre la solución de emergencia dada a Irlanda –el ya archiconocido «backstop»– en el plazo de 30 días. Bruselas se niega a reabrir el acuerdo, pero está dispuesta a escuchar una alternativa mejor para salvar la dificultad de la frontera entre las dos Irlandas por parte de Londres.

Todo indica que ese conejo de la chistera no existe y que Johnson lo único a que aspira es a tensar la cuerda hasta el final, con la espada de Damocles del Brexit caótico como gran baza negociadora. Si el «premier» consigue clausurar Westminster desde el 10 de septiembre hasta 14 de octubre y ninguna de las iniciativas de la oposición tiene éxito esta próxima semana para evitarlo, ese lapso de tiempo comenzará un esprint final en el que Johnson intentará que los Veintisiete renegocien un nuevo acuerdo antes de la cumbre europea que se celebrará los días 17 y 18 de ese mes en Bruselas.

Parece imposible que la estrategia tenga éxito. Las dudas existen también en el propio gobierno británico. El ministro de Defensa, Ben Wallace, fue pillado ayer por un micrófono indiscreto en la reunión en Helsinki (Finlandia) con sus homólogos europeos en la que reconocía en una conversación informal lo difícil de predecir el resultado y la falta de apoyos de Johnson en Westminster como verdadero motivo del cierre del Parlamento.