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Cae el Gobierno de Túnez

Una multitud de tunecinos rodea la ambulancia que transporta el cadáver del líder opositor Chukri Bel Aid
Una multitud de tunecinos rodea la ambulancia que transporta el cadáver del líder opositor Chukri Bel Aidlarazon

El primer ministro tunecino, Hamadi Jebali, ha anunciado que disolverá el Gobierno y formará un ejecutivo de tecnócratas, una decisión anunciada horas después del asesinato de uno de los principales líderes de la oposición, Chokri Belaid.

La muerte de una de las voces más críticas con Ennahda, el partido islamista en el poder, ha conmocionado Túnez y ha vuelto a sumir al país en una agitación parecida a la que hace dos años tumbó al dictador Ben Ali. Chokri Belaid, de 48 años, salía ayer de su casa para dirigirse a trabajar cuando un hombre armado le disparó tres veces y después huyó con un cómplice en una moto. Falló el primer tiro, pero los dos siguientes le impactaron fatalmente en la cabeza y cuello. Las autoridades tunecinas aseguran que Belaid murió en la ambulancia, de camino al hospital.

Su hermano, Abdelmajid Belaid, al enterarse de la trágica muerte, manifestó que «estaba desesperado y entristecido». «Acuso a Rachid Ghanuchi de asesinar a mi hermano». En la misma línea, su viuda Basma, aseveraba: «Acuso a Ennahda y al líder del partido personalmente de asesinar a mi marido». Visiblemente afectada, tuvo la templanza de añadir que iba «a denunciar por cargos de asesinato. Encuentro al ministro del Interior igualmente responsable». Lo cierto es que Chokri Belaid venía denunciando ataques de milicias proislamistas en los últimos meses. El opositor había acusado a las autoridades de no hacer lo suficiente para frenar la violencia de los extremistas radicales que han atacado a personas, pero también exposiciones de arte en nombre del islam. Sin ir más lejos, el domingo, en un acto de su partido en Kef, el propio Belaid fue agredido. Y en una entrevista en Nessma TV el martes por la noche aseguró que «mercenarios a sueldo de Ennahda» intentaban atentar contra los asistentes a sus mitines y contra él. «Belaid no es el opositor más popular en Túnez, pero sí uno de los más criticos», explica a LA RAZÓN el analista político y blogger Youssef Cherif. Según Cherif, Belaid estaba muy expuesto y daba muchas entrevistas a los medios, tanto locales como internacionales. «Por tanto, era una de las tres personas más criticadas por Ennahda». Obviamente, y tras sufrir ataques ayer en algunas sedes de Ennahda, el líder del partido islamista, Rachid Ghanuchi, rechazó tales acusaciones, insistiendo en que se trataba de un ataque de alguien que quiere «un baño de sangre en Túnez».

Belaid, un abogado y opositor histórico, también muy duro con Ben Ali, había fundado el Partido Patriótico Demócratico, que fue legal desde marzo de 2011. Para unir fuerzas, se habían unido distintas formaciones de izquierdas y seculares bajo el paraguas del Frente Popular. Su apoyo popular en Túnez es difícil de medir. En octubre de 2012, una encuesta de Sigma le daba un 5,3% de los votos. Sin embargo, el asesinato de Belaid movilizó y unió a toda la población rápidamente. La famosa avenida Habib Burghiba fue una vez más el centro de las manifestaciones. Miles de personas se concentraron frente al Ministerio del Interior al grito de: «Todos somos Chokri» o «¿Dónde está el Gobierno?».

«Éramos más personas que aquel 14 de enero de 2011 –que provocó la caída de Ben Ali–, unas 20.000», describe a este periódico Jamila Kadour. «Todo estaba siendo pacífico, gritábamos eslóganes en solidaridad con Belaid, no se veían ni barbudos ni mujeres con velo». Sobre las dos de la tarde, la familia decidió llevar el cuerpo del fallecido en ambulancia frente a la sede ministerial, en un intento simbólico de denunciar que es responsabilidad de dicho ministerio proteger a los tunecinos y a los políticos. Fue entonces cuando apareció un grupo, que, según los que se concentraron pacíficamente, vendría mandado por Ennahda para sembrar el caos. «No es la primera vez que pasa. La protesta es pacífica hasta que ellos llegan», cuenta la joven Kadour. La Policía comenzó entonces a lanzar gas lacrimógeno, también, en mayor medida que en los días de la revolución tunecina. Incluso hubo personas que, pese a no poder respirar, se quedaban en homenaje a Belaid.

Tras la enorme respuesta en la calle, llegó el turno a los políticos. El Frente Popular anunció que abandonaba la Asamblea Constituyente y llamó a una huelga general. Horas después, el primer ministro, Hamadi Jebali, disolvió el Gobierno actual, formado por miembros del partido Ennahda, el CPR del presidente Moncef Marzouki y Ettakatol, para anunciar un Ejecutivo de unidad nacional formado por tecnócratas. «Tras el fracaso de las negociaciones con los partidos para una remodelación, he decidido formar un Gobierno tecnócrata reducido», afirmó Jebali. No habrá elecciones, pero se convocarán «tan pronto como sea posible».