Cameron: Un político prodigio que lo fio todo a la economía

David Cameron logró en 2010 el 36% de los votos, pero los 307 diputados no fueron suficientes para gobernar con mayoría absoluta, por lo que pactó una coalición con los liberal demócratas que ha liderado con éxito estos últimos cinco años. Nada más poner un pie en Downing Street, su Gobierno inició una política de profundos recortes para superar la recesión. Acabar con el déficit fue la prioridad. Y aunque sólo ha conseguido reducirlo a la mitad, la economía británica creció un 2,8% en 2014, más que ningún otro país del G-7. El paro ha descendido hasta el 5,6%, el mismo nivel que antes de la crisis. El líder «tory» también ha aplicado una política más euroescéptica al prometer un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE para 2017. Cameron concedió al gobierno de Escocia la posibilidad de convocar en septiembre un histórico plebiscito sobre la independencia.

Estudió en el elitista colegio de Eton y luego en Oxford. Allí, «Dave» no destacó especialmente por ser un líder. Era un joven atractivo, seguro de sí mismo y rodeado de hijas de diplomáticos que bebían los vientos por él. Tenía un discurso elocuente, pero nadie hubiera dicho que estaba interesado en la política. Prefería jugar al tenis, escuchar a Phil Collins y pasarse horas en «The Hi-Lo Café», un pub caribeño. Fue al terminar la carrera cuando concertó una cita con el Partido Conservador. El mismo día de la entrevista, la formación recibió una misteriosa llamada de Buckingham Palace avisando de la visita de un «muchacho prometedor excepcional». Nadie sabe aún quién la hizo. Tuvo que esperar a 2001 para entrar en el Parlamento. A partir de entonces, su carrera fue meteórica. Con una brillante intervención en el Congreso de Blackpool, se convirtió en 2005 en el líder «tory». Fue consciente de que tenía que renovarse y alejarse de la era Thatcher si quería tener posibilidad de llegar a Downing Street.