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Diplomacia

Canadá acoge al G7 en una de sus cumbres más divididas

Ucrania, Irán y China centran la agenda en un contexto de crecientes tensiones internacionales

Keir Starmer y el canadiense Mark Carney en la cumbre del G7 ASSOCIATED PRESSAP

La remota localidad de Kananaskis, en Alberta, Canadá, ha dado la bienvenida a los líderes del Grupo de los Siete (G7) —Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos—, que desde este domingo 15 de junio y hasta el martes 17, celebran allí la 51.ª edición de una cumbre marcada por un escenario geopolítico complejo y altamente volátil. Esta edición llega con tensiones acumuladas en torno a conflictos armados, disputas comerciales, fricciones diplomáticas y la búsqueda de alianzas estratégicas ante un nuevo orden mundial en transformación.

La cumbre se estrenó en medio de una creciente preocupación por el conflicto entre Israel e Irán, que escaló rápidamente tras los recientes ataques israelíes contra instalaciones militares y nucleares iraníes. Esta situación de última hora se prevé que pueda dominar gran parte de las discusiones en Kananaskis. El enfoque del debate sobre la paz global —que apuntaba inicialmente a la guerra en Ucrania y el conflicto en Gaza— ahora ha girado hacia Irán. Particularmente porque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tendrá que dar pistas sobre lo que Washington podría hacer para que Israel reduzca la tensión ante una escalada mayor, sobre todo después de que las negociaciones no le resultaron.

La agenda oficial de la cumbre gira en torno a tres grandes ejes: proteger a las comunidades en todo el mundo, garantizar la seguridad energética y acelerar la transición digital, y asegurar alianzas estratégicas para el futuro. Sin embargo, más allá del discurso institucional, se anticipa que las discusiones estarán marcadas por tres grandes bloques temáticos: el conflicto Israel-Irán, las relaciones comerciales globales —especialmente con China— pero también con Europa y la guerra en Ucrania.

En cuanto al comercio, el anfitrión de la cumbre, el primer ministro canadiense Mark Carney, busca avanzar en temas menos conflictivos como el fortalecimiento de cadenas de suministro globales de minerales críticos. No obstante, se espera que China sea objeto de debate, particularmente por sus prácticas comerciales calificadas como «no basadas en el mercado» —como subsidios a la exportación o manipulación de divisas—, las cuales, según la administración Trump, distorsionan la competencia internacional. Aunque el comunicado de los ministros de Finanzas del G7 en mayo evitó mencionar directamente a China, las referencias implícitas fueron claras.

Tanto Japón como la Unión Europea esperan avanzar en acuerdos antes del 9 de julio, fecha en que expira la pausa de 90 días impuesta por Trump a los aranceles recíprocos. China, como actor central del comercio global, sigue siendo una preocupación constante para los países del G7.

La guerra en Ucrania será otro de los temas prioritarios. En una declaración conjunta emitida por los ministros de Exteriores del G7 en marzo, se reafirmó el respaldo a Kyiv y se advirtió sobre la posibilidad de imponer más sanciones a Rusia si no se alcanza un alto el fuego. Aunque el Reino Unido y la Unión Europea ya han anunciado nuevas sanciones en mayo, Estados Unidos, bajo la gestión de Trump, ha optado por no sumarse a estas medidas, debido a sus propias conversaciones con Vladimir Putin.

Esta posición vuelve a poner sobre la mesa las tensiones internas del G7 respecto a la cohesión de sus políticas exteriores. La postura estadounidense podría entorpecer la búsqueda de un consenso firme para aumentar la presión sobre el Kremlin. En este contexto, se prevé que sea una oportunidad para que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky convenza a Trump de cambiar su posición luego del mal sabor que dejó el encuentro entre ambos en la Casa Blanca hace unos meses.

Además de los líderes del G7 y representantes de la Unión Europea, Carney ha extendido invitaciones a varios mandatarios de países no miembros: la presidenta de México, Claudia Sheinbaum (quien podría reunirse con Trump en medio de un contexto de deportaciones masivas de mexicanos indocumentados en EE UU); el primer ministro de India, Narendra Modi; y los líderes de Australia, Brasil, Indonesia, Sudáfrica, Corea del Sur y Ucrania. La misma participación del presidente Donald Trump es otro punto de atención en esta cumbre. Su historial con el G7 incluye episodios controversiales, como su abrupta salida del encuentro en 2018 en Canadá y su negativa a firmar el comunicado final. En esta oportunidad, expertos creen que Trump podría mostrar una actitud más mesurada este año, especialmente porque EE UU será el anfitrión de la cumbre en 2027.

La cumbre del G7 de 2025 se perfila como una de las más tensas en años recientes. Con múltiples frentes abiertos, los líderes buscarán no solo respuestas inmediatas a crisis urgentes, sino también caminos de cooperación en un mundo cada vez más fragmentado. Lo que ocurra en Kananaskis podría definir el rumbo del liderazgo occidental en los próximos años.