Aliados

China y Rusia avanzan en su agenda común para un nuevo orden mundial

Los ministros de Exteriores Wang Yi y Sergei Lavrov abordan las crisis de Corea, Ucrania o Irán con un enfoque de resistencia frente a la presión occidental

Beijing (China), 13/07/2025.- A handout photo made available by the Russian Foreign Ministery Press Service shows Russian Foreign Minister Sergei Lavrov (R) and Chinese Foreign Minister Wang Yi (L) during their meeting on the sidelines of the Shanghai Cooperation Organisation (SCO) Foreign Ministers' Council meeting in Beijing, China, 13 July 2025. (Rusia) EFE/EPA/RUSSIAN FOREIGN MINISTRY PRESS SERVICE HANDOUT HANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES
Los ministros de Exteriores Wang Yi y Sergei LavrovRUSSIAN FOREIGN MINISTRY PRESS SERVICE HANDOUTAgencia EFE

El encuentro en Pekín entre Wang Yi, ministro de Asuntos Exteriores chino, y Sergei Lavrov, su homólogo ruso, para tratar la situación en Ucrania y otros temas «candentes» de interés internacional, no ha supuesto un mero interludio diplomático, sino una nueva forma de reafirmar sus intenciones. Una vez más, Wang proclamó su alianza como un baluarte «estratégicamente inestimable», y una relación que, «en su madurez y resiliencia, se erige como un eje singular frente a un mundo turbulento». Lejos de ser un simple ejercicio de cordialidad, esta cumbre simbolizó la cristalización de un pacto que desafía las corrientes del orden internacional.

Como miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, Wang dio la bienvenida a Lavrov para participar en la reunión del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de los Estados miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). El contexto no podría ser más incendiario. La conflagración en Ucrania, las tensiones con el bloque occidental liderado por Estados Unidos y un régimen de sanciones que busca asfixiar a ambos actores dibujan un panorama de confrontación. Lavrov, fresco de un periplo por Pyongyang—donde aseguró el respaldo de Kim Jong-un a la campaña rusa en Ucrania—, arribó este domingo a Pekín para reforzar una entente que resiste las tormentas geopolíticas. En palabras del anfitrión, esta «asociación estratégica integral» trasciende los intereses nacionales de autodesarrollo y revitalización, configurándose como una respuesta deliberada a los vaivenes de un mundo en convulsión. Este frente aspira a redefinir las arquitecturas del poder global. En un momento en que Occidente despliega su arsenal diplomático y económico para contener a ambos, estos orquestan una resistencia y proyección estratégica.

El asesor presidencial ruso, Yury Ushakov, declaró en una entrevista en Moscú el mes pasado que Putin pasaría cuatro días en China, del 31 de agosto al 3 de septiembre, cuando se uniría a la cumbre de la OCS y mantendría importantes conversaciones bilaterales con el presidente chino, Xi Jinping, antes de participar en las actividades conmemorativas del 80 aniversario de la victoria de China en su guerra de resistencia contra la agresión japonesa. Putin pasaría cuatro días en China, del 31 de agosto al 3 de septiembre.

Mientras la guerra en Ucrania continúa reconfigurando el equilibrio de poder en Europa, y las fricciones entre China y Estados Unidos se intensifican a nivel comercial y en el Indo-Pacífico, la coalición se consolida como pilar de estabilidad. Según Wang Yi, esta relación se fundamenta en «la confianza mutua, la independencia estratégica y la no interferencia en los asuntos internos». principios que ambos gobiernos han elevado a dogma en su desafío al hegemonismo occidental.

Desde que en 2019 ambos países celebraran el 70º aniversario de sus relaciones diplomáticas, y especialmente tras la declaración de una «asociación sin límites» en 2022, ambas potencias han profundizado su cooperación en múltiples frentes. Ejercicios militares conjuntos, proyectos energéticos como el gasoducto Power of Siberia, y una creciente coordinación en foros multilaterales como los BRICS y la OCS evidencian una relación que trasciende lo coyuntural.

En su encuentro con Lavrov, Wang Yi subrayó que esta unión no solo es resistente a las presiones externas, sino que está diseñada para «promover la justicia y la equidad en las relaciones internacionales». Estas palabras resuenan en un momento en que ambos enfrentan sanciones y críticas de Occidente.

Aunque el conflicto en Ucrania no fue el único tema abordado, su peso en la agenda bilateral es innegable. El régimen de Xi Jinping, que ha evitado condenar la invasión rusa y ha propuesto iniciativas de paz que Kiev considera insuficientes, se posiciona como un aliado clave para Moscú en el ámbito diplomático. La reunión también tocó otras cuestiones candentes, como la situación en la península de Corea y el programa nuclear iraní.

La referencia de Wang Yi a la «madurez» de sus relaciones no es casual. A diferencia de las alianzas occidentales, que a menudo se ven fracturadas por desacuerdos internos —como los debates en la OTAN sobre el apoyo a Ucrania—, su cooperación se basa en un pragmatismo implacable. China necesita apoyo para contrarrestar la presión de Estados Unidos en Asia, mientras que Rusia depende del gigante asiático como un salvavidas económico.

Sin embargo, esta cooperación no está exenta de desafíos. La asimetría económica entre ambos países —China como superpotencia industrial, Rusia como proveedor de recursos— plantea preguntas sobre el equilibrio de poder a largo plazo. La parte china debe calibrar cuidadosamente el apoyo a sus amigos para evitar tensiones con Europa.

El año pasado, el comercio bilateral alcanzó un volumen significativo, con exportaciones rusas a China por valor de 129.320 millones de dólares e importaciones desde China por 115.490 millones de dólares. Este dinamismo se explica, en parte, por el incremento de las exportaciones rusas de combustibles fósiles y otros recursos naturales.

Las conversaciones de los cancilleres se llevaron a cabo en vísperas de la próxima reunión del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la OCS, programada en la ciudad portuaria de Tianjin. Este bloque euroasiático fundado en 2001 ha evolucionado hasta consolidarse como un foro clave en materia de seguridad, cooperación humanitaria y comercio.