Argentina

Kirchner: «Pueden meterme presa, pero no me van a callar»

La ex presidenta argentina convierte en un mitin político su primera cita con la Justicia tras dejar el poder. Tiene otras cuatro causas pendientes.

Cristina Fernández de Kirchner rodeada de seguidores a su llegada a Buenos Aires
Cristina Fernández de Kirchner rodeada de seguidores a su llegada a Buenos Aireslarazon

La ex presidenta argentina convierte en un mitin político su primera cita con la Justicia tras dejar el poder. Tiene otras cuatro causas pendientes.

«Me pueden citar veinte veces más, me pueden meter presa, pero lo que no pueden hacer es hacerme callar y evitar decir lo que pienso». La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner se enfrentó ayer a su primera audiencia judicial desde que dejó el poder en Argentina y lo hizo a su estilo: con un discurso nada más abandonar los tribunales después de presentar un escrito en el que declaró su inocencia en su caso de presuntas maniobras ilegales en la venta de dólares del Banco Central, la principal entidad monetaria del país.

Frente a miles de seguidores que la acompañaron bajo la lluvia, Fernández de Kirchner aseguró que es perseguida por la Justicia y el Gobierno de su sucesor, Mauricio Macri, que, según ella, busca ocultar así las medidas económicas «de ajuste» y su participación en al menos una sociedad empresarial en Bahamas desvelada en los «papeles de Panamá».

«Los principios morales que tanto se predican resultan ser sólo un mero ejercicio distractivo y justificativo del ajuste, que ha quedado sepultado en el escándalo internacional de un Gobierno cuyo presidente, sus familiares más directos y sus funcionarios más allegados quedan al descubierto como titulares de sociedades y cuentas ‘offshore’», expresó la ex mandataria.

Unos 10.000 militantes de organizaciones y agrupaciones kirchneristas, en especial de La Cámpora, asociación creada por su hijo, Máximo Kirchner, acompañaron a la ex jefa de Estado argetina en una vigilia que se inició en la noche del martes y prosiguió inclusive bajo una intensa tormenta. Kirchner llegó a los tribunales en un automóvil desde su casa en el barrio de Recoleta, uno de los más exclusivos de la capital del país. Un trayecto de diez minutos la separó del despacho del juez federal Claudio Bonadío.

Cristina no declaró, sino que, acompañada por su abogado, Carlos Beraldi, presentó un escrito por medio del cual intentó desligarse de la acusación y, además, se comparó con otros líderes de la historia argentina, en especial Juan Domingo Perón, que, dijo, fue perseguido tras ser derrocado por una dictadura en 1955. «El plan de ajuste y miseria vuelve a requerir una vez más de la difamación y la calumnia para su implementación, bajo el mismo pretexto de que los dirigentes que defendieron los intereses populares son corruptos sin remedio», dijo Fernández.

Concretamente sobre la causa judicial, cuestionó al juez por mencionarla, junto a otros funcionarios de su Gobierno, como integrante de una asociación ilícita. Ya en la puerta de los tribunales, y sobre un pequeño escenario, Fernández convocó a sus seguidores, que insultaron al presidente Macri y a Bonadío, a conformar un «gran frente ciudadano» que incluya a partidos de la oposición y sindicatos.

Su primera audiencia judicial, de las cinco que afrontará en poco tiempo, fue la «excusa» ideal que tuvo la ex presidenta para situarse nuevamente como referente de un sector político de Argentina. Sin embargo, el peronismo, el partido del cual surgió el Frente para la Victoria, permanece dividido y su influencia allí es cada vez menor. Los bloques de diputados y senadores que imponían la agenda legislativa hasta diciembre último se rompieron en varios pedazos. Algunos de esos grupos, inclusive, respaldaron los últimos proyectos enviados al Parlamento por Macri.

El jefe de Estado, entretanto, compartió ayer un acto con el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien propone una renovación del peronismo que no incluye a Cristina Fernández.