Crisis política en Italia
Darío Franceschini: «La alianza con Monti debe ser política, no numérica»
Dario Franceschini es el presidente del grupo parlamentario del Partido Democrático (PD) en la Cámara de los Diputados. Líder durante un tiempo de esta formación de izquierdas, favorita en las elecciones, considera que aliarse a la vez con el centro liderado por Mario Monti y con la izquierda de Nichi Vendola no siembra la semilla de la inestabilidad en el próximo Gobierno.
–¿Se ven como vencedores?
–No, sabemos que somos favoritos, pero la victoria se conquista hasta el último día. Hay aún un porcentaje de personas que no ha decidido a quién votar. Hay que seguir combatiendo hasta el lunes a las 15 horas, cuando cierran los colegios electorales.
–Los analistas políticos dicen que el PD lo tiene difícil para convencer a los indecisos...
–Tengo muchas dudas sobre lo que dicen los analistas respecto a este tema. Hay quien vota con rabia o con desilusión. Pero también hay quien va a votar sabiendo que de su decisión depende su futuro, la gobernabilidad del país, la estabilidad del Ejecutivo... Cuanto más nos acercamos a la votación, más aumenta la concienciación de los italianos de que la única posibilidad auténtica de Gobierno es el PD, lo que lo hará crecer aún más.
–No teme la repercusión que tendrán los indecisos...
–A mí me gustaría que fuese a votar el mayor número posible de personas, pues es bueno para la democracia, pero no está escrito en ningún sitio que los que hoy se cuentan entre los indecisos vayan a votar por otras formaciones y no por el PD.
–¿Qué les da más miedo, Grillo o la remontada de Berlusconi?
–Son dos cosas distintas. A Berlusconi ya lo hemos experimentado los italianos. Hay una parte del electorado que lo sigue votando, aunque es difícil de entender cómo después de veinte años esas personas siguen creyendo en sus promesas. Grillo es un tema distinto. Él cabalga sobre el sentimiento de rabia y de desilusión que existe entre los italianos. Es un fenómeno transversal, pues recoge votos a la derecha y a la izquierda, en todas direcciones. Es además un fenómeno temporal, que deriva de la crisis y la corrupción. Es un voto de protesta, no es un voto estable.
–¿Habrá una alianza tras las elecciones entre el PD y la coalición centrista de Monti?
–Nuestro objetivo es tener la autosuficiencia numérica, tanto en la Cámara de los Diputados como en el Senado, de forma que la decisión de aliarnos o no con Monti sea una decisión política, no una constricción numérica. Nuestro terreno es el progresista, es el centro izquierda. Es útil ampliar este campo con una parte de los moderados, representados por Monti y Casini. Esta parte del centro se ha contrapuesto estos años a Berlusconi. Así se puede lograr una mayoría parlamentaria más fuerte y se consigue un consenso social en el país más amplio, lo que resultará muy necesario para afrontar todas las decisiones difíciles que habrá que tomar.
–El Partido Democrático también podría tener como aliado al izquierdista Nichi Vendola. ¿Es compatible esta alianza con la de Casini y Monti?
–Por supuesto. El PD será el centro de la alianza, pues es la formación más grande. Si se llega a esta coalición, dos tercios del grupo serán del PD. No estoy de acuerdo en que esta unión puede dar inestabilidad al Gobierno. Cuanto más amplio sea el grupo mayoritario, más tiempo durará la legislatura.
–La experiencia del último Gobierno de izquierdas, en el que Romano Prodi lideraba una coalición muy heterodoxa de partidos, no invita al optimismo...
–La situación de ahora no tiene nada que ver con la de entonces. En 2006 a Prodi le sostenían once partidos. Era de por sí una situación que no se podía gestionar. Desde entonces hemos dejado fuera a todos los extremistas: a los comunistas Diliberto y Ferrero, a Di Pietro, a Los Verdes, a Ingroia... Vendola gobierna bien una de las regiones más grandes, Apulia.
–¿Cuáles son las tres primeras cosas que el PD hará si finalmente llega al Gobierno?
–La primera es acabar con el conflicto de intereses. La segunda, intervenir a favor de las clases más necesitadas. Es decir, los desempleados. La tercera medida es hacer que el Estado pague sus deudas a los proveedores, para dar confianza.
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