Países de Europa
El G-7 apacigua a Trump en su guerra contra China e Irán
El presidente francés promueve una reunión entre Trump y el mandatario iraní Rohani sobre el pacto nuclear. El inquilino de la Casa Blanca anuncia que China quiere volver a la mesa para llegar a un acuerdo comercial
El presidente francés promueve una reunión entre Trump y el mandatario iraní Rohani sobre el pacto nuclear. El inquilino de la Casa Blanca anuncia que China quiere volver a la mesa para llegar a un acuerdo comercial
La “tormenta” Trump parecía inminente sobre Biarritz el pasado sábado al comienzo de la cumbre del G7, con el presidente de EE UU, Donald Trump, pidiendo guerra después de China anunciase aranceles por valor de 75.000 millones de dólares sobre productos estadounidenses. Las arremetidas del magnate contra el Gobierno de Pekín daban a entender que la guerra comercial ya sería a campo abierto y el resto de líderes reunidos en la localidad costera francesa cruzaban los dedos para que al menos el magnate no abandonase abruptamente la cumbre, como ya hizo en la del año pasado en Canadá. Todo lo contrario.
Ayer, casi como por arte de magia –diplomática–, Trump apareció ante los periodistas tranquilo y conciliador, sin salirse apenas del protocolo, los nubarrones desaparecieron y a la clausura del G/ el mensaje transmitido, pese a que no se consiguieron grandes acuerdos, fue tranquilizador, esperanzador más bien, a tenor de lo dicho principalmente por los dos grandes protagonistas del encuentro, ell presidente estadounidense y su homólogo francés, Emmanuel Macron. Los dos cerraron la cumbre en una rueda de prensa conjunta en la que, al menos, se abrió la puerta al diálogo y el acuerdo en dos de los escollos más desestabilizadores a nivel mundial: la guerra comercial entre Estados Unidos y China y el acuerdo nuclear con Irán.
Respecto a este último, el golpe de efecto que supuso la invitación a Biarritz al ministro de Exteriores iraní, Javad Zarif, parece que dio resultado. Donald Trump huyó de la confrontación frontal con el régimen de los ayatolás y declaró, en contra de lo publicado por varios medios, que sí supo por antelación de la visita de Zarif, un hombre afectado por las sanciones de EE UU. Aseguró que era demasiado pronto para reunirse con él, pero no ponía ninguna objeción a su presencia en la cumbre. Dijo estar dispuesto a entablar reuniones con Teherán sobre el acuerdo nuclear, y aseguró que su Administración no busca un cambio de régimen. “Lo que deseo es el bien para Irán, buscamos un Irán fuerte, no un cambio de régimen”, insistió.
“Buscamos hacer a Irán más rico, dejémosles hacerlo bien”, añadió. La sorpresa llegó después, cuando Macron aseguró que “se dan las condiciones” para que los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, e Irán, Hasán Rohani, se reúnan, y cree que esa entrevista podría tener lugar próximamente. “Espero que en las próximas semanas podamos conseguir que haya una entrevista entre Rohani y Trump, en la que yo mismo y nuestros socios también podríamos estar. Ese encuentro sería muy importante. Hemos creado las condiciones para que se produzca y para que haya un acuerdo”, dijo Macron en rueda de prensa conjunta con Trump.
El presidente francés había liderado durante todo el fin de semana los esfuerzos diplomáticos concentrados en mitigar la tensión nuclear y hacer ver al magnate que la fractura definitiva del acuerdo nuclear podía dejar a Oriente Medio en llamas. Trump dijo estar dispuesto al encuentro “si las circunstancias son las correctas”. Volvió a repetir que él nunca habría firmado el acuerdo de 2015 -impulsado por Barack Obama- siente “buenas sensaciones” sobre la posibilidad de alcanzar algún tipo de acuerdo con Teherán. Para el mandatario estadounidensse, las líneas rojas pasan por garantizar que Irán no obtenga armamento atómico, que ponga fin a las pruebas de misiles balísticos y ampliar las obligaciones de un hipotético acuerdo “a un periodo más largo de tiempo”. Irán, ha añadido Trump, tiene “un enorme potencial” y “puede ser una gran nación”, pero “no puede tener armas nucleares”.
Idéntico giro experimentó la perspectiva sobre la guerra comercial con China. Si poco más de 48 horas antes Trump había amenazado con nuevas sanciones a Pekín y exigido la salida de las empresas norteamericanas de suelo chino, ayer mostraba su deseo de reiniciar las negociaciones, en correspondencia, dijo, al interés que Pekín le había mostrado poco antes de establecer puentes que frenen una escalada de imprevisibles consecuencias para la economía global. Lo cierto es que el anuncio de Trump llegó después de que la moneda china, el yuan, se devaluara a su nivel más bajo en once años, lo que podría desactivar el efecto de las sanciones estadounidenses.
El mandatario aseguró en los corrillos del G7 que el Gobierno de Pekín había contactado con su delegación para decirles que querían regresar a la mesa de negociaciones. Xi Jinping “es un gran líder”, manifestó Trump. “Lo ha entendido, y eso va a ser maravilloso para China, marabilloso para Estados UNdios, maravilloso para el mundo”, añadió. Sin embargo, en Pekín, un portavoz del Gobierno chino dijo desconocer que hubiera habido ninguna llamada entre las dos delegaciones.
También hubo un principio de acuerdo en otras de las polémicas que amenazan con emponzoñar el comercio entre EE UU y la UE, las conocidas tasa “GAFA” (por Google Apple, Facebook y Amazon), la que ha impuesto Francia y otros diez socios europeos a las grandes compañías tecnolóticas que establecen sus sedes en países con baja fiscalidad, no pagan impuestos “y hacen competencia desleal” en relación a otras empresas que sí los pagan.
Trump había amenazado con imponer aranceles al vino galo en respuesta a ese impuesto, que desde comienzos de año grava con un 3% la facturación de las empresas digitales con más de 750 millones de euros de ingresos. Macron aseguró que se han sentado las bases para que el próximo año se puedan “modernizar las reglas de la fiscalidad internacional” en el marco de la OCDE. Una vez conseguida la reforma, París suprimirá su tasa digital. Sin embargo, el presidente estadounidense no quiso decir si renuncia a las sanciones contra el vino. Los periodistas llegaron a preguntarle si el hecho de que su esposa Melania hubiera bebido vino francés en esta cumbre era una señal, Trump , dijo: “Puedo confirmar que la primera dama adora el vino francés”,.
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