Política

Reino Unido

El caos se enquista en Westminster

Theresa May, en una imagen de archivo / Reuters
Theresa May, en una imagen de archivo / Reuterslarazon

Theresa May ha sobrevivido al desafío planteado por los rebeldes de sus propias filas. Pero la peor crisis de la historia reciente de Westminster continúa. La mayoría de los diputados sigue mostrándose en contra del acuerdo de retirada cerrado con Bruselas. Y aunque la «premier» promete a los suyos garantías legales para que Reino Unido no quede atrapado en la salvaguarda para evitar una frontera dura en Irlanda, los Veintisiete no están por la labor de reabrir las negociaciones.

La aún líder «tory» no tira la toalla. Aunque ayer asumió que, si el bloque le da estas garantías, no será de manera «inmediata», por lo que anunció que la nueva votación sobre el pacto de divorcio no será hasta 2019. La sesión debe celebrarse antes del 21 de enero, pero el hecho de que se haya dejado tan cerca de la fecha prevista para la salida –el 29 de marzo– enfureció aún más a sus filas.

En definitiva, la «premier» solo ha ganado tiempo y se ha garantizado pasar las Navidades en Downing Street. Sin embargo, la guerra civil en el seno del Partido Conservador es más intensa que nunca y su puesto sigue en el punto de mira.

Aunque las reglas del partido le garantizan una inmunidad ahora de doce meses tras sobrevivir a la moción de confianza, el líder de los «tories» euroescépticos, Jacob Rees-Mogg, volvió a insistir ayer en que «debe dimitir» y dejar de «frustrar» la salida del bloque con un pacto que, en su forma actual, «no tiene opciones» de ser aprobado en la Cámara de los Comunes. Su aliado Steve Baker, instigador de la moción, llamó a la primera ministra a someter a votación «cuanto antes» el acuerdo consensuado con Bruselas, a fin de «poder descartarlo», puesto que es un tratado «horrible» que «Reino Unido no quiere».

Pero los miembros del Gabinete cierran filas con May. El ministro de Empresas, Greg Clark, instó a los críticos a actuar con «responsabilidad» ahora que «se ha confirmado el liderazgo de May», y alertó del peligro cada vez más tangible de un divorcio sin pacto. Asimismo, el ministro del Brexit, Stephen Barclay, pidió a sus correligionarios «dejar de centrarse en el liderazgo» de la formación y unirse para «sanar» el partido en pro del interés nacional.

Aparte de los conservadores, lo realmente importante para May es convencer a los norirlandeses del DUP, de cuyo apoyo depende para gobernar en minoría. La responsable de esta formación, Arlene Foster, insiste en que no respaldará ningún documento que deje a Irlanda del Norte con un estatus distinto al del resto de Reino Unido y ayer volvió a advertir de que quiere cambios sustanciales y no meros «retoques».

Si el acuerdo es rechazado el próximo año, el Partido Laborista de Jeremy Corbyn planea presentar una moción de censura contra el Gobierno a fin de forzar elecciones. May, que dijo que no se presentará a los comicios de 2022, no especificó qué haría si la convocatoria fuera el próximo año.