Elecciones

Corea del Sur vota por un acercamiento a Pyongyang

El liberal Moon Jae In vence por amplio margen en las presidenciales. Promete reducir la dependencia de EE UU y erradicar la corrupción.

El candidato del Partido Democrático, Moon Jae-in, sonríe tras conocer el resultado
El candidato del Partido Democrático, Moon Jae-in, sonríe tras conocer el resultadolarazon

El liberal Moon Jae In vence por amplio margen en las presidenciales. Promete reducir la dependencia de EE UU y erradicar la corrupción.

Corea del Sur votó ayer por dar un giro a su política internacional de los últimos diez años con la elección del candidato progresista Monn Jae In, según confirmó de madrugada la Comisión Electoral Nacional (NEC). Con más del 88% de los votos escrutados, Moon obtenía el 40,28% de las papeletas frente al 25,08% del conservador Hong Yoon Pyo. En tercera posición se situaba el centrista Ahn Cheol Soo con el 21,49 % de votos. Los otros dos candidatos, Yoo Seung Min y Sim Sang Jeung, obtenían el 6,63% y el 5,98%, respectivamente.

Ahora sus votantes esperan que Moon, un veterano político liberal, pueda llevar a cabo sus promesas, el acercamiento hacia Corea del Norte y una vuelta a la mesa de negociaciones. «Mi elección marcará la victoria del deseo de un pueblo desesperado por un cambio de gobierno. Hemos hecho todo lo posible para ayudar a conseguir esta aspiración, y esa ha sido la fuerza motriz que ha permitido nuestra victoria hoy», declaró Moon a sus seguidores en la sede del Partido Democrático.

Con una participación de más del 77%, la más alta desde el año 1997 –cuando se sobrepasó el 80%–, casi 33 millones de surcoreanos fueron a votar con la intención de pasar página tras el sonado caso de corrupción que acabó con la destitución de la anterior presidenta Park Guen Hye. Kim Sun-chul, de 59 años y quien votó por Moon, lo tenía claro. «Este país necesita restaurar la democracia que ha sido socavada por el Gobierno de Park», afirmó al diario hongkonés «SCMP». Park está actualmente detenida tras ser acusada de abuso de autoridad, coerción y filtración de documentos oficiales en un caso en el que la ex mandataria se confabuló con su amiga Choi Soon Sil, apodada la «Rasputina» por su influencia sobre Park, para crear una red que extorsionaba a empresas a cambio de un trato de favor por parte del Gobierno.

Desde entonces, el país ha contado con un Gobierno provisional que le ha dejado en desventaja a la hora de tomar decisiones en política internacional. Por ello, se espera que tras designar a un primer ministro, que deberá ser ratificado por el Parlamento, el recién elegido presidente adopte un enfoque más conciliador hacia Pyongyang.

Entre las promesas de este ex activista estudiantil que fue encarcelado en la década de los años 70 por protestar contra el padre de Park, el ex dictador Park Chung Hee, están la de reanudar de las conversaciones a seis bandas con Corea del Norte (junto con Estados Unidos, China, Rusia y Japón), el aumento de la cooperación económica entre las dos Coreas y un plan para consolidar una política intercoreana mediante leyes ratificadas por el Parlamento del Sur y la Asamblea Popular Suprema del Norte. Una postura con la que que pretende reabrir el parque industrial de Kaesong, símbolo de la cooperación intercoreana y clausurado por la anterior presidenta, así como reanudar los envíos de ayuda suspendidos también por Park y su predecesor, Lee Myung Bak.

Otra de sus tareas será la de lidiar con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien en los últimos meses ha subido la temperatura de la península con el envío de un portaaviones nuclear a la región, poniendo en cuestión el tratado de libre comercio entre ambos países y tras exigir a Seúl mil millones de dólares para pagar el despliegue de un escudo antimisiles (THAAD), al que Moon se opuso argumentando que una decisión de tal calado debía ser adoptada por el nuevo Ejecutivo y no por un Gobierno provisional.

Precisamente, la oposición de China, su mayor socio comercial, a este sistema defensivo es el otro gran reto que afrontará Moon. Pekín, que considera que la instalación del escudo permite controlar parte de su territorio, comenzó una campaña de boicot no declarada a los productos surcoreanos que ha causado estragos.

Con la firme idea de que «nada es más peligroso que dejar que otros decidan nuestro destino», Corea del Sur tratará de liderar la nueva corriente de acontecimientos y «no ser simplemente un espectador». Para ello, el nuevo líder afirmó que, a través de un enfoque más independiente hacia Washington, y aprovechando su relación con EE UU, «seremos los responsables de defendernos».