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Oriente Medio

Elías López: «Khashoggi pagó el precio más alto por sus ideas»

Editor de Opinión Internacional en «The Washington Post». Con el ascenso al poder del príncipe heredero, la situación en Arabia Saudí se hizo insostenible para Jamal Khashoggi, por lo que el editor de «The Washington Post» no tiene dudas: «Todo apunta a que Bin Salman es el responsable de este asesinato»

Jamal Khashoggi / Foto: Ap
Jamal Khashoggi / Foto: Aplarazon

Con el ascenso al poder del príncipe heredero, la situación en Arabia Saudí se hizo insostenible para Jamal Khashoggi, por lo que el editor de «The Washington Post» no tiene dudas: «Todo apunta a que Bin Salman es el responsable de este asesinato»

El editor de Opinión Internacional de «The Washington Post» describe a Jamal Khashoggi como una persona «increíblemente amable, con una gran energía y abierta». A lo largo de la entrevista telefónica con LA RAZÓN, Elías López recuerda no sólo que era un columnista ideal y muy activo sino también el enorme compromiso que tenía Khashoggi con su país, pues «quería mucho a Arabia Saudí». Su compañero se ha convertido en el protagonista de uno de los asesinatos más atroces ordenados desde las más altas instancias saudíes. En el diario están haciendo y harán todo lo posible «para exigir respuestas y consecuencias ante este crimen horrible».

-¿Cómo comenzó la colaboración entre Jamal Khashoggi y “The Washington Post” hace un año?

-Jamal decide irse de Arabia Saudí por las presiones que estaban comenzando. El príncipe heredero Mohamed Bin Salman (MBS) estaba empezando a consolidar el poder y hubo una ola de represión y de arrestos. Ya entonces Jamal sufrió los efectos de la censura, le quitaron una columna... Él era un periodista de mucha tradición, de mucha trayectoria, pero ya se había topado con los sistemas de censura. Temía que lo fueran a encarcelar en esta ola de represión y arrestos que estaba orquestando MBS. Decide irse y venirse a Washington. Ya en Washington, una de nuestras editoras del equipo, Karen Attiah, que era la editora directa de él, yo superviso todo el equipo de Opinión, y él deciden trabajar juntos. En la primera columna que escribe para nosotros habla de su decisión de irse de Arabia Saudí y de cómo la situación se había vuelto insostenible para él. Apreciaba mucho la oportunidad de tener una plataforma para escribir de manera libre e independiente sobre los cambios que estaba atravesando Arabia Saudí con el nuevo liderazgo de este joven príncipe.

-¿Cómo les llegó la última opinión de Jamal Khashoggi?

-Jamal trabajaba con una asistente que también era traductora. Jamal escribía en árabe después lo traducíamos al inglés, después lo editábamos al inglés con él, porque evidentemente aunque hablaba y escribía en inglés se sentía más cómodo escribiendo en árabe el borrador inicial. Al día siguiente que se reporta que Jamal estaba desaparecido, que no tenemos noticias de él, su asistente nos envío la columna. Es una columna en la que él había estado trabajando semanas antes. Nosotros teníamos la columna, pero no pensamos en publicarla hasta poder hablar con Jamal. Siempre había un proceso de edición. Lo que no nos imaginábamos es que todo esto iba a pasar, no queríamos esperar lo peor. Sin embargo, ya con toda la evidencia, que se ha filtrado y que se maneja, decidimos publicarla. Resultó ser una columna premonitoria y muy apropiada para presentar y representar las ideas por las cuales Jamal luchó toda su carrera y al parecer pagó el precio más alto que se puede pagar por sus ideas.

-Su última columna de opinión versa sobre la inexistente libertad de expresión en el mundo árabe. Es toda una declaración de intenciones...

-Jamal, en sus columnas siempre buscó generar un debate de ideas, abierto honesto. Presentaba, como todos los columnistas del mundo, su posición ante políticas, iniciativas de Arabia Saudí en la región y también a nivel doméstico. Jamal no era un activista político ni un disidente. Era un periodista y un columnista. Cuando pensaba que se tenía que criticar algo o señalar algún fallo o error de las políticas del Estado del régimen de Arabia Saudí, pues lo hacía. Pero cuando él pensaba que se merecía dar un espaldarazo o apoyar una postura, también lo hacía. Él hablaba de la necesidad de generar espacios de libertad de expresión y de discusión, porque simplemente no existen en el mundo árabe. Él tenía la esperanza de que a raíz de las protestas, de los movimientos de la Primavera Árabe se generarían esos espacios un poco más democráticos, un poco más plurales. No se dio. Pero eso era lo que él pedía y era su permisión.

-En esta última opinión además de escribir sobre la falta de libertad de expresión en el mundo árabe, también agradece a «The Washington Post» por traducir sus columnas al árabe. ¿Lo consideran una columna póstuma? ¿Temía Khashoggi por su vida?

-Jamal entendía los riesgos, de primera mano, de la represión en Arabia Saudí. Pero no temía por su vida una vez fuera de Arabia Saudí. Sabía que lo consideraban una persona crítica, una persona de perfil de disidente, pero él tomaba todas las precauciones necesarias. Creo que nunca se imaginó que había pasar lo que le pasó. Porque si son verdad todos los reportes y la información que tenemos, estamos frente a un crimen bárbaro, monstruoso, muy difícil de imaginarse y prepararse para algo así. Jamal estaba muy emocionado por la posibilidad de traducir. Simplemente porque amplificaba el impacto de sus columnas. Trabajábamos con un traductor profesional y ambos hacían llave para traducir y pulir sus columnas. Nosotros las poníamos en nuestra plataforma. La publicábamos. También le dábamos toda la promoción en redes y sin duda hemos visto buenos resultados, hemos visto cómo el tráfico en Arabia Saudí ha aumentado... Y hemos seguido y continuamos traduciendo textos sobre Jamal. Hemos traducido editoriales, su última columna... Y ése es el compromiso. Seguiremos haciéndolo, todo lo que podamos hacer para exigir respuestas, exigir consecuencias ante este crimen horrible que se cometió contra Jamal. Pero la primera vez que lo conocí, aquí en la redacción, estaba muy emocionado con ideas para traducir. Él no quería traducir sólo su trabajo, sino también otras columnas de colaboradores del Post y logramos hacerlo y lo seguiremos haciendo.

-¿Cómo era Jamal Khashoggi en las distancias cortas?

-Era una persona fenomenal. Increíblemente amable, con una gran energía, abierto... Tenía además un compromiso grande con su país. Quería mucho a Arabia Saudí, quería lo mejor para la sociedad, para el avance, el progreso... Y la verdad es que era muy grato trabajar con él. Él se dejaba editar, estaba abierto a ideas, era además muy activo. Siempre estaba monitorizando las noticias de la región muy de cerca y ofrecía sus propuestas. La verdad es que era un columnista ideal.

-¿Cómo eran las colaboraciones... cada quince días?

-Tenía un ritmo bastante flexible, yo diría que más o menos con cierta regularidad, cada 15 días, pero si había temas de la coyuntura, sin duda, él ofrecía alguna propuesta y trabajábamos el texto. Verdad que era flexible pero era un columnista que era regular y tenía la plataforma a su disposición porque confiábamos absolutamente en su criterio y en su mirada.

-¿Qué piensa que pudo haberle sentenciado: alguna crítica a la guerra en Yemen o la situación en su país, haber hablado «bien» de Qatar o ser cercano al príncipe Naief? Sé que es inimaginable pensar que un periodista escriba algo y sea su sentencia de muerte, ¿pero qué temas cree que lo condenaron?

-Sus ideas. Lo ejecutaron por sus ideas. Tenía unas ideas de apertura, de introducir conceptos democráticos, de respetar las opiniones distintas. Estamos hablando de sus ideas. Hay columnista de alto perfil y con posturas ideológicas bien claras hay en todo el mundo y no los matan.

-Cuando MBS vino a Madrid prefirió reunirse con periodistas que con los empresarios del IBEX 35. En mi opinión, es conocedor del valor y el poder de la Prensa, por eso me ha sorprendido tanto que nos haya quitado la venda de esta forma tan abrupta: con el asesinato a un periodista.

-Él también vino a “The Washington Post” y se reunió con la junta editorial con reporteros de Internacional, con Jeff Bezos. En esa gira de relaciones públicas, de marketing, que él se presenta como este joven líder que liderará unas reformas y una modernización de su nación... Sin embargo, mucha gente no quedó convencida de su performance. Ya había indicios de la ola de represión que estaba liderando en Arabia Saudí y que era un tipo que estaba consolidando el poder, que no toleraba la disidencia, incluso dentro de la familia real... Encarceló a sus parientes en el hotel Ritz-Carlton. Quizá se le dio el beneficio de la duda en ese momento que estaba liderando esta campaña de relaciones públicas, pero hoy en día se ha caído esa máscara. Estamos lidiando con el mismo régimen dictatorial, cerrado e intolerante de siempre. Incluso, más aún.

-¿Cuál es la hipótesis? ¿Qué teoría manejan en “The Washington Post” sobre lo que le ha pudo ocurrir a Jamal?

-Nosotros confiamos en lo que se ha reportado en nuestro diario. Tenemos un equipo excelente de periodistas de investigación y también los que cubren la región desplegados. Obviamente todo apunta a una operación que estuvo dirigida y que fue ordenada por el príncipe heredero, por Mohamed Bin Salman. Todo apunta a que es responsable de este asesinato. Cada vez se caen más, se acaban las excusas. Hasta ahora tenemos información que ha sido filtrada por el Gobierno turco, con toda la intención de señalar a quienes son los responsables y también ha sido confirmada por los mismos servicios de Inteligencia de Estados Unidos. Se ha hecho una labor periodística también para identificar al grupo de los 15 que viajó a Estambul. Cada vez más señala que se trata de agentes, del más alto nivel, cercanos al príncipe heredero, literalmente cercanos. Estamos hablando de gente que viajó con él a EE UU y que estuvieron en Estambul ese día. Creo que es el momento de llegar a la verdad y de dar con absolutamente todas las pruebas que confirmen lo que le pasó a Jamal, por la familia de Jamal también -que está desesperada buscando respuestas- así como porque se cumplan los procesos legales pertinentes para que se responsabilice a los que están detrás de esto.

-¿Cree que esta vez la Administración Trump y la comunidad internacional van a ser más firmes con Arabia Saudí? ¿O al ser una potencia petrolera y rica van a ser más permisivos? ¿Darán esta vez una respuesta correcta a un crimen así?

-Hasta ahora hay algunos buenos indicios. Se ha retirado muchísima gente de una conferencia de inversionistas en Riad, de muy alto perfil, en la que el príncipe iba a hablar. Se buscaba promover e incentivar la inversión en Arabia Saudí. Se han retirado los principales patrocinadores del evento, altos ejecutivos de Goldman Sachs, Uber... y el jueves el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin anunció que no iba a ir. Es decir, el representante del Gobierno de Trump que hasta el miércoles iba a ir. Creemos que es un paso correcto. Hace falta muchísimo más para presionar y llegar al fondo de lo que pasó. Obviamente Arabia Saudí es un país muy importante y ocupa un puesto de gran influencia en la región, pero si no se presiona para encontrar responsables y señalar este crimen como una atrocidad, entonces estamos frente a un caos total donde los regímenes autocráticos del mundo se van a sentir empoderados para cometer este tipo de delitos.