
Ucrania
Un embalse destrozado por bombas rusas en Ucrania florece en forma de bosque solo dos años después
Investigadores y vecinos observan con asombro la transformación del paisaje, entre dudas por la contaminación y la amenaza constante de la guerra

Hace apenas dos años, en junio de 2023, un ataque atribuido al ejército ruso destruyó la presa de Nova Kajovka, en el sur de Ucrania, provocando un desastre ambiental y humano. La estructura, clave en el sistema hidroeléctrico de la región, colapsó y dejó tras de sí una inundación incontrolable que arrasó viviendas, cultivos y forzó el éxodo de numerosos habitantes de la zona de Jersón.
Hoy, lo que una vez fue un embalse inundado y símbolo de destrucción, se ha transformado en un escenario completamente distinto: una densa masa verde, donde cientos de sauces jóvenes se alzan sobre el lecho seco de lo que fue el fondo del embalse. Este sorprendente fenómeno ha captado la atención de medios internacionales, como The Guardian, que lo describe como un "experimento natural en marcha".
Los expertos aún analizan las consecuencias de esta transformación inesperada. Aunque el crecimiento de vegetación parece una señal de regeneración, hay inquietudes sobre su viabilidad a largo plazo. Las minas sin detonar, los restos de metralla y la contaminación por metales pesados amenazan con frenar, o incluso revertir, este proceso natural. Además, los continuos ataques en la región dificultan cualquier plan de recuperación estable.
Entre quienes observan con esperanza y preocupación este renacer verde está Valeri Babko, un antiguo profesor de Historia y veterano militar. Para él, este nuevo paisaje remite a un pasado aún más lejano: “Esto es Veliki Luh, la Gran Pradera”, afirma, evocando la antigua región folclórica ucraniana que la presa soviética de 1956 sumergió bajo el agua. “Piensen en los cosacos cabalgando entre árboles tan altos y espesos que la luz apenas los atravesaba”.
¿Renacimiento ecológico o espejismo verde?
Ahora, sin intervención humana, la naturaleza parece reclamar su espacio. Algunos investigadores creen que, si se logra descontaminar la zona, en cinco años podría restaurarse hasta el 80% del ecosistema que existía antes de que la URSS construyera la presa. No obstante, todo depende de que la guerra cese o al menos se estabilice lo suficiente como para permitir la recuperación ambiental.
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