Guerra en Ucrania
Estados Unidos planta a los aliados europeos para reunirse con Putin
Los negociadores de Trump se borran en el último momento de la cumbre convocada por Starmer para abordar la paz en Ucrania
Donald Trump está decidido a cumplir su promesa y terminar con la guerra de Ucrania en sus primeros cien días de mandato. El problema es que para conseguirlo no está negociando un acuerdo satisfactorio para ambas partes, sino que está dispuesto a reescribir las fronteras de Europa para favorecer al Kremlin. Todo sin contar con los aliados europeos. La administración estadounidense dejó este miércoles clara su estrategia al dar plantón en el último momento y sin razón aparente a la reunión convocada en Londres para asegurar un alto el fuego.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y Steve Witkoff -el hombre de confianza de Trump para política exterior- confirmaron su asistencia, pero literalmente a última hora decidieron no presentarse a la cita para gran humillación del premier Keir Starmer. En lugar de Londres, Witkoff viajó a Moscú para discutir las líneas generales de un acuerdo que, según Financial Times, incluirá el reconocimiento estadounidense de la soberanía rusa sobre Crimea, la península anexada en 2014, a cambio de que Vladimir Putin congele el conflicto en los frentes existentes. De momento, Rusia ha ignorado el llamamiento de Estados Unidos a un alto el fuego incondicional de 30 días, que Ucrania aceptó el 11 de marzo.
La reunión de Londres quedó reducida a un encuentro técnico con altos funcionarios del Reino Unido, Francia, Alemania, Ucrania, con la asistencia del enviado de Trump a Ucrania, el general Keith Kellogg, en representación de la delegación estadounidense. La participación europea en las negociaciones se considera un importante contrapeso al Kremlin.
La asistencia tanto de Witkoff como Rubio a las conversaciones de la semana pasada en París se interpretó como un éxito diplomático. Pero la sonada ausencia de este miércoles fue más que significativa y, para muchos analistas, indica que Washington podría haber llegado ya a un acuerdo con Moscú durante las conversaciones en San Petersburgo la semana pasada, y ahora se está tratando de imponer el pacto a los europeos y a Ucrania.
Y el órdago ya está puesto sobre la mesa. Si no se alcanza un acuerdo en los próximos días, Estados Unidos se retirará de las negociaciones. Así lo indicó ayer el vicepresidente estadounidense, JD Vance, cuando fue preguntado al respecto en India, donde se encuentra de viaje oficial. JD Vance asegura que se ha presentado una propuesta muy explícita tanto a rusos como a ucranianos, y que es hora de que acepten o de que Estados Unidos se retire de este proceso. «Tanto ucranianos como rusos tendrán que ceder parte del territorio que poseen actualmente», manifestó.
Además de Crimea, Putin quiere anexionar también a Rusia cuatro provincias ucranianas: Zaporiyia, Jersón, Lugansk y Donetsk. Pero dado que las tropas rusas no han capturado la totalidad de estas provincias, tendría que aceptar el control ucraniano sobre grandes partes, según el acuerdo propuesto por Washington.
En definitiva, cuando la Casa Blanca dice que «tanto ucranianos como rusos tendrán que ceder parte del territorio que poseen actualmente», significa que Rusia se queda con parte de Ucrania y Ucrania puede al menos mantener las provincias que no han sido del todo ocupadas.
Estados Unidos habría presentado a Ucrania la «oferta final» de Trump durante las conversaciones de la semana pasada en París. Además de congelar las líneas del frente y ofrecer el reconocimiento de Crimea, la propuesta también descartó la adhesión de Ucrania a la OTAN, ofreció a Rusia un alivio de las sanciones y prometió una mayor cooperación en los sectores energético e industrial estadounidense, según el sitio web de noticias Axios.
A cambio, Ucrania recibiría una «sólida garantía de seguridad» de los países europeos, la devolución de una parcela de tierra ocupada por Rusia en la provincia de Jarkov, acceso sin obstáculos al río Dniéper, que atraviesa las líneas del frente en el sur de Ucrania, y una compensación, aunque la oferta no especificaba cómo se financiaría.
Reconocer la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia no solo sería contrario a las normas jurídicas internacionales de posguerra, que establecen que las fronteras no deben modificarse por la fuerza, sino que también supondría un suicidio político para el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Corre el grave riesgo de desencadenar una guerra civil en Ucrania. Y le resulta constitucionalmente imposible hacerlo.
Pero la realidad es que toda la clase política de Kiev sabe que es prácticamente imposible recuperar Crimea. De hecho, durante las conversaciones en Estambul en marzo de 2022, los delegados de Kiev reconocieron la neutralidad ucraniana y una evasiva sobre el estatus legal, sugiriendo que las conversaciones finales sobre a qué nación pertenecía la península se pospusieran quince años. Aquello fue un compromiso, una conciliación diplomática evasiva diseñada precisamente para evitarle a Ucrania la humillación nacional de obligar a un Estado a aceptar su propio desmembramiento.