Bruselas

Europa se traiciona a sí misma

La Razón
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Por las impresiones y los resultados de la cumbre de los líderes de la UE y el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu, en Bruselas para tratar la situación de la ola masiva de personas que huyen de varios países en conflicto, más parecía una reunión en un bazar de Estambul que en un foro internacional. Se habló de dinero, y mucho, para pagar la labor de policía de Turquía y tranquilizar la conciencia de los europeos. El precio de la transacción es 6.000 millones de euros.

A estas alturas resultan vergonzosas las veleidades de los líderes de la Unión para resolver una situación creada por algunos países concretos que ahora pretenden lavarse las manos y echar la responsabilidad sobre las espaldas de los demás. El primer ministro británico, Cameron, ya aclaró que «Reino Unido no se unirá a un proceso de asilo común». EE UU, Reino Unido, Francia, Italia o Australia corrieron para enviar a sus ejércitos a la zona en llamas, pero ahora caminan rezagados en la solución de la tragedia por ellos creada. Tampoco las manifestaciones de las ONG y ACNUR contribuyen a la solución, pues, desgraciadamente, los medios son limitados y las necesidades en el interior de algunos Estados miembros también son acuciantes.

Todos somos conscientes de que es una tragedia de dimensiones abrumadoras y que no es posible trasladar a miles de kilómetros a todos los seres que huyen de sus países. Tampoco es justo y honesto hacerlo, pues algunas nciones desarrolladas se están apropiando del capital humano de los países que sufren la tragedia. Hay que apagar el incendio provocado por algunos países occidentales, al que también han contribuido Arabia Saudí y Turquía. El presidente del Parlamento Europeo se ha apresurado a bendecir la propuesta de Ankara, que ha llevado la iniciativa en la reunión de Bruselas.

Probablemente, los líderes europeos sufren de miopía política y no ven el resultado del futuro de sus acciones. Turquía ofrece una solución a corto plazo: aceptar la repatriación de quienes llegan a territorio comunitario que no se encuentran necesitados de protección y, además, los refugiados sirios. Es una ampliación de la oferta precedente, aunque es de dudosa legalidad. La protección de los refugiados está garantizada por la legislación europea e internacional: el artículo 78 del Tratado de Funcionamiento de la UE, la Convención de Ginebra, el Sistema de Dublín, la Directiva 2001/55/CE del Consejo que establece las normas de protección temporal en caso de afluencia masiva...

A cambio de los 6.000 millones hasta 2018 y esta colaboración, Turquía verá el camino expedito para la integración en la UE (solicitó la adhesión en 1987, aunque no inició las negociaciones hasta 2005) y conseguirá un adelanto en la eliminación de visados a sus ciudadanos. Pero la integración de Turquía en la UE trasladará las fronteras de la Unión hasta el foco de los actuales conflictos y los que se producirán. Turquía es un país con 80 millones de habitantes que mantiene un conflicto gangrenado con Grecia por la cuestión de Chipre y que conserva en el interior un enfrentamiento con la minoría kurda, a la que no ha dudado en perseguir más allá de sus fronteras, en Siria e Irak. Turquía ha sido duramente criticada en la UE y en los foros internacionales por la falta de libertades y, hace unos días, su Gobierno censuró el diario de mayor tirada, «Zaman». Creo que Turquía merece estar en el concierto de la UE, pero muchas cosas tienen que cambiar antes.

*Experto en la Unión Europea y analista político