Reunión

La Unión Europea rechaza negociar bajo presión con Rusia

La relación del bloque con Moscú está cargada de aristas de distinta naturaleza

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Los ministros de Defensa de la Unión Europea se han reunido este jueves en París para coordinar su respuesta a la crisis de Ucrania en momentos en los que Europa parece salirse del foco de su propia seguridad con Moscú y Washington negociando en Ginebra, con el sentimiento de que la Unión vuelve a ser ninguneada en el tablero diplomático y cuando Macron acaba de inaugurar una presidencia rotatoria del bloque haciendo de la estrategia de la soberanía europea en Defensa su gran apuesta. Para Europa, lo que está en juego es si puede permitir que Putin trastoque la estructura de seguridad que ha ayudado a mantener la paz en el continente desde la Segunda Guerra Mundial.

Justo antes de la reunión, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell ha querido dejar claro que la Unión no va a “negociar bajo presión”, entendiendo como elemento de presión los movimientos militares rusos en la frontera con Ucrania. Borrell ha señalado además que la coordinación con EE.UU. es “absolutamente perfecta” en este asunto y que los propios estadounidenses han garantizado a Bruselas que “nada será negociado ni decidido sin los europeos”.

La reunión de los ministros en París tenía un carácter informal y no se ha hecho ninguna declaración a su término, algo que ya estaba previsto. El propio Borrell había señalado que no se iban a tomar decisiones en esta jornada sino que se trataba de una reunión para “elaborar” la posición conjunta del bloque. Justo eso que parece no verse nítidamente en esta ocasión tampoco. Lo cierto es que la crisis de Ucrania en el marco de la OTAN ha puesto al desnudo, de nuevo, la debilidad de una voz única y potente europea en política exterior que tenga un peso equiparable a la de Washington y Moscú. La Unión Europea no tiene lugar en la mesa en la mayoría de estas conversaciones que, después de todo, versan sobre seguridad europea

La relación del bloque con Moscú está cargada de aristas de distinta naturaleza: Desde la tradicional doctrina diplomática de Francia para hablar con Moscú por cercanía geográfica hasta los miedos de las repúblicas bálticas hacia Rusia pasando por la dependencia energética del gas ruso, algo que Putin ya ha utilizado en otras ocasiones para ejercer presión. Más complicado es aún el panorama ahora, tras la salida de Angela Merkel, una valiosa interlocutora con el Kremlin. Su sucesor, el canciller Olaf Scholz, lidera una complicada coalición más crítica hacia Rusia. Europa tiene importantes lazos comerciales con Rusia y podría perder mucho más que EE.UU. si se produjeran nuevas sanciones.

Francia, por su parte, quiere transformar la crisis de Ucrania en una oportunidad para los planes de Macron en este semestre de presidencia. El mandatario galo desea aprovechar la oportunidad para impulsar lo que denomina soberanía europea, que entiende como un aumento de la capacidad de actuación europea en la escena internacional. Bajo ese concepto incluye un mejor control de las fronteras y la creación de un mecanismo de gestión política para el área Schengen, un refuerzo de la política común de defensa, ofrecer perspectivas claras de futuro en relación a la UE a los países de los Balcanes Occidentales, y una ambiciosa transición tecnológica y medioambiental. Hace tan sólo una semana, Macron y la presidenta de la comisión europea, Ursula von der Leyen, se comprometieron en París a impulsar esa Europa de la Defensa que parece tan vital en momentos como éste. El presidente francés abogó en aquella ocasión por establecer un diálogo “franco, exigente y coordinado” entre la Unión Europa y Rusia en este momento de escalada de la tensión entre ambos por el refuerzo militar de Moscú en la frontera ucraniana.