Reino Unido

Johnson, un líder con los días contados en Downing Street

Hace apenas tres años conseguía la mayoría absoluta para los tories más importante en 40 años

Un manifestante sujeta un cartel pidiendo la dimisión del primer ministro, Boris Johnson, frente al Parlamento, este lunes en Londres.
Un manifestante sujeta un cartel pidiendo la dimisión del primer ministro, Boris Johnson, frente al Parlamento, este lunes en Londres.ANDY RAINAgencia EFE

Boris Johnson llegó a decir en una ocasión que “no hay desastres, solo oportunidades para nuevos desastres”, parafraseando así a Winston Churchill. Al igual que su gran héroe, el inquilino de Downing Street siempre se ha considerado optimista por naturaleza. Y, sin embargo, por más que intente vender ahora la botella medio llena es imposible esconder que se encuentra en el peor momento de su carrera. Su autoridad ha quedado tremendamente cuestionada después de superar esta semana una moción de confianza -forzada por los propios rebeldes de su propio partido- por 211 votos frente a 148 en contra.

Ganar por una mayoría de sólo 63, por debajo de la mayoría absoluta de 80 escaños que obtuvo en las generales de 2019, plantea serias dudas sobre su liderazgo y no son pocos los que creen que, tan pronto como otoño, podría estar fuera del Número 10. En definitiva, las posibilidades de que represente al Partido Conservador para las próximas generales previstas en 2024, hoy por hoy, son más que reducidas.

Su popularidad ha caído en picado en los sondeos. Más allá del escándalo del Partygate, el elevado coste de vida y la subida de impuestos han hecho que gran parte del electorado le haya retirado su apoyo.

Hace apenas tres años conseguía la mayoría absoluta para los tories más importante en 40 años. En cualquier caso, como biógrafo de Churchill, el primer ministro no necesita que nadie le explique lecciones sobre cómo los votantes son capaces de castigar incluso a aquellos que lograron acabar con los nazis en la II Guerra Mundial.

A diferencia de lo que ocurrió en los tiempos de Theresa May, donde los rebeldes euroescépticos estaban perfectamente organizados, en esta ocasión, el Partido Conservador está dividido en muchos grupos y más allá del objetivo de derribar al actual líder no tienen una ideología común. No hay un claro cabecilla como ocurrió en su momento con el estrambótico Jacob Rees-Mogg, convertido ahora en “ministro de oportunidades Brexit”. Tampoco cuentan con un candidato para sustituir a Johnson. Y estos factores son los que juegan a favor del primer ministro. En cualquier caso, el hecho de tener al 41% de sus filas en su contra revela hasta qué punto es vulnerable.

Según las reglas del partido, Johnson estaría ahora inmune a nuevos retos internos durante el plazo de un año. Pero los rebeldes no están dispuestos a dar tregua y estarían barajando diferentes opciones como medida de presión, como una “huelga de votos” para paralizar la agenda legislativa del Gobierno si fuera necesario.

Muchos confían en que en a lo largo del verano podrían salir a la luz más de los escándalos que siempre rodean al líder tory -entre ellos, la polémica decoración de su apartamento con donaciones al partido- por lo que no descartan poder cambiar las normas para celebrar otro desafío a su liderazgo en seis meses.

A lo largo de la historia, el único mandatario que consiguió quedarse en Downing Street por más de un año tras superar una moción de confianza ha sido John Mayor, pero luego llevó a los conservadores a una catastrófica derrota en 1997.

En un intento por pasar página, Johnson ha prometido esta semana a los británicos que está “de su lado” y se ha comprometido a construir una economía de alto crecimiento y bajos impuestos en la que todo el mundo pueda comprar su propia casa. Sin embargo, muchos economistas dudan de que sus promesas puedan llegar a ejecutarse, ya que, según las propias previsiones oficiales, los ingresos fiscales van a alcanzar el nivel más alto desde los años 40 y el crecimiento va a desaparecer.

En definitiva, el Gobierno parece ahora un barco a la deriva y los propios pesos pesados de la formación, como David Forst -en su día al frente de las negociaciones del Brexit- advierten a Johnson que si no logra establecer una política clara para octubre, cuando el partido celebra su congreso anual, estará fuera.

Uno de los síntomas que podría revelar que el fin de era Johnson está cada vez más cerca es que los laboristas han recaudado en lo que va de año más donaciones que los tories. Tras los turbulentos años del radical Jeremy Corbyn, ahora que el moderado Keir Starmer está al frente del partido de la oposición, generosas figuras como Lord Levy -clave en los años de Tony Blair- han vuelto, sembrando aún más nerviosismo en Downing Street.