Reino Unido

Los «tories» aceleran la salida de Johnson de Downing Street

Sunak anuncia su candidatura a liderar el partido. Los conservadores aspiran a elegir a los dos finalistas este mes y al ganador en septiembre

Prime Minister Boris Johnson resignation
Prime Minister Boris Johnson resignationAndrew ParsonsNo10 Downing St

Boris Johnson, 58 años, y su esposa Carrie, de 34 años, han tenido que abandonar finalmente los planes de celebrar una fiesta de bodas retrasada en Chequers. La pareja se casó el año pasado en una íntima ceremonia en la Catedral de Westminster seguida de una recepción en el jardín de Downing Street. Las restricciones de coronavirus -las mismas que incumplió luego con el “Partygate”- solo les permitieron invitar a un máximo de 30 personas. Por lo que querían llevar a cabo una gran celebración a finales de julio en la lujosa mansión del Siglo XVI situada en la campiña inglesa que se pone a disposición de los primeros ministros para sus vacaciones. Sin embargo, la oleada de críticas les ha hecho cambiar de opinión. Todo lo que rodea estos días al excéntrico político está lleno de controversia.

Lo cierto es que, técnicamente, Johnson tiene derecho a disfrutar de la gran mansión porque, al cierre de esta edición, seguía siendo el primer ministro británico. El jueves se vio obligado a presentar su dimisión tras la renuncia de más de 50 cargos de su Gobierno en apenas tres días. Las mentiras sobre el escándalo de abusos del responsable de disciplina del Partido Conservador fueron la gota que colmó el vaso para un liderazgo que estaba ya tremendamente cuestionado. Sin embargo, Johnson solo dimitía como líder `tory´ aclarando que se quedaría en el Número 10 hasta que sus filas encontraran a un sucesor.

En un país que no tiene constitución escrita, se trata de un proceso normal que evita que el Gobierno quede huérfano mientras se celebran las primarias. Ocurrió lo mismo tras la dimisión de David Cameron o Theresa May. Sin embargo, Johnson se ha convertido ya en una figura tan tóxica que son muchos los que piden que sea otra persona quien se quede como primer ministro interino.

Sencillamente, no se fían de él y temen que en otoño vuelva a realizar uno de sus órdagos para crear una nueva crisis institucional al estilo Trump. Al fin y al cabo, el bochornoso espectáculo ofrecido esta semana atrincherándose en Downing Street durante días cuando era obvio que su tiempo había acabado es difícil de olvidar.

Aunque Johnson ha prometido no “imponer cambios de rumbo”, su credibilidad ya no tiene ningún valor. Y ahora técnicamente podría seguir tomando decisiones, como la cuestionada bajada de impuestos que de manera populista prometió el mismo martes, en medio del caos, para hacer frente a una inflación que podría superar el 11%.

El aún premier quiere permanecer en el cargo hasta otoño. Pero estar durante tres meses tras haber dimitido como líder de la formación ciertamente no tendría precedentes. Winston Churchill salió del Número 10 un día después de su renuncia tras su segundo mandato 1955. Margaret Thatcher tardó seis días en irse en 1990, mientras que Tony Blair o Theresa May permanecieron en el cargo poco menos de siete semanas. En el caso de David Cameron, que dimitió tras el triunfo del Brexit, fue reemplazado solo dos semanas y cinco días después.

El que fuera primer ministro conservador John Major considera que la idea de que Johnson permanezca hasta tres meses, “habiendo perdido el apoyo de su Gabinete, su gobierno y su partido parlamentario” es “imprudente” y posiblemente “insostenible”. Es uno de lo que propone que sea Dominic Raab, el viceprimer ministro quien asuma el puesto de interino.

Aspirantes a suceder a Johnson en el partido y en Downing Street
Aspirantes a suceder a Johnson en el partido y en Downing StreetTeresa Gallardo

Sin embargo, ninguna opción parece particularmente popular en Westminster. Hay temores de que un primer ministro interino pueda confundir el proceso de transición, a pesar de que Raab ya ha avanzado que no se presentará como candidato a primarias.

También podría comprometer a la reina Isabel II como jefa de Estado, quien juró nunca más ser arrastrada a un proceso de selección de un líder tras las controversias que rodearon al nombramiento de Harold Macmillan y Alec Douglas-Home a finales de la década de 1950 y principios de la de 1960.

Lo cierto es que el discurso de despedida del jueves de Johnson no ayudó especialmente a calmar los ánimos. No incluyó en ningún momento un “lo siento” ni tampoco agradecimientos al Partido Conservador ni a sus compañeros de Gobierno. Solo habló en términos de su relación con el electorado, como si sus propias filas fueran una parte incidental en su estancia en Downing Street. Reflejaba la relación transaccional en la que ambas partes entraron a sabiendas cuando los suyos lo eligieron como líder en 2019. Pero también la sensación de traición que Johnson ha sentido durante todo este tiempo.

“He tratado de persuadir a mis colegas de que sería excéntrico cambiar de gobierno cuando estamos ejecutando tanto, cuando tenemos un mandato tan amplio y cuando en realidad estamos a solo un puñado de puntos por detrás en las encuestas -recalcó- Pero como hemos visto, el instinto de rebaño en Westminster es fuerte”.

El próximo lunes se anunciará el calendario de las primarias. El objetivo es que sean lo más rápidas posibles para que de cara al 21 de julio se conozcan ya los dos finalistas y en septiembre el ganador se pueda mudar al Número 10.

Uno de los grandes nombres, Rishi Sunak (42 años), presentó este viernes oficialmente su candidatura. El martes renunció como ministro de Economía encendiendo la mecha para forzar la salida de Johnson. Durante meses fue el favorito para sucederle. Fue el rostro principal de los populares programas de apoyo financiero durante la pandemia y ha mantenido una presencia importante en las redes sociales y una apariencia joven y pulida que lo hace destacar entre las personalidades más grises y viejas de los tories. Una encuesta realizada en enero señalaba que prácticamente la mitad de los miembros del Partido Conservador lo consideraban mejor líder que el propio Johnson.

No obstante, la reciente introducción de diversas políticas de ajuste —como la subida de los impuestos— supusieron un considerable golpe para su popularidad, que se vio sobre todo tocada por la revelación de que su multimillonaria esposa india, Akshata Murty, lleva años acogida al régimen fiscal de “no residente” en el Reino Unido. Pese a ello, el hecho de que se distanciara a tiempo de Johnson le vuelve a dar grandes posibilidades.