Opinión

Europa fuera de la campaña

Los votantes quedan huérfanos y abocados a la abstención

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Mural del artista urbano TVBoy que muestra al presidente Pedro Sánchez y a Carles Puigdemont dándose un besoEP

Hay elecciones europeas el próximo 9 de junio, pero todavía no hemos oído hablar de Europa. El presidente Pedro Sánchez sólo parece interesado en dividir y levantar muros, además de enardecer al máximo a su electorado con que viene el coco de la extrema derecha. Todo lo que esté a la derecha del PSOE es ultraderecha, salvo su socio Puigdemont. No es una narrativa nueva, ya la oímos en las elecciones generales el pasado verano y les funcionó. Sin embargo, el desgaste de la amnistía y de una coalición tan heterogénea, que necesita ir eliminando no solo enemigos sino también socios, le ha llevado a proponer la misma estrategia. Para ello, nada mejor que ondear la bandera propalestina con el fin de dejar a un lado a Podemos y Sumar, aunque conlleve una crisis sin precedentes con Israel, pero le permita captar el voto más joven y quedarse con el territorio a tu izquierda. Con los enemigos, que no adversarios, nada mejor que buscar el enfrentamiento directo como con el León argentino, que está dispuesto a morder en cuanto huele un mínimo de sangre, con el fin de polarizar el ambiente al máximo e incentivar el voto entre los suyos situando todo lo demás en la extrema derecha y en los peligros que conlleva su llegada, aunque sea de la mano de un melifluo Partido Popular.

No es extrañar que la siguiente en ser traicionada por Moncloa haya sido la antaño amiga de Sánchez, Ursula Von der Leyen. En cuanto la presidenta de la Comisión Europea se mostró partidaria de poder pactar con el partido de la italiana, Giorgia Meloni, los socialistas no han dudado en salir en tromba contra ella. Un poco de marcha atrás al Pacto Verde para poder ayudar a los agricultores o la apuesta por una gestión más rigurosa de la inmigración ilegal, han pasado factura a la antaño aliada de Sánchez en Europa.

Y mientras todo se polariza, nadie habla de programas políticos europeos y menos de lo que interesa a los ciudadanos que se van quedando huérfanos en la solución de los problemas que de verdad les acucian, vivienda, sanidad, educación o empleo joven, lo que puede impulsar a la abstención en unos comicios de segundo orden, que no coindicen con elecciones generales, locales ni regionales, e incluso a echarse en manos de los extremos que les prometen el edén en un mundo de miedo e incertidumbre azuzado también por la desinformación con la que nos riegan los políticos de partidos tradicionales como el socialista español, que no dejan de lanzar fango en lugar de buscar la tranquilidad y la solución a las necesidades más perentorias de la ciudadanía.