Curiosidades
Por qué la Torre Eiffel, el símbolo de Francia, es más alta con el paso del tiempo
Uno de los monumentos más emblemáticos del mundo cambia radicalmente cada año sin que lo sepamos, y no todos los días es igual
En el corazón de París, se encuentra uno de los monumentos más emblemáticos en el mundo: la Torre Eiffel. Un regalo que Estados Unidos le hizo a Francia hace casi doscientos años y que hoy es visitada por millones de personas todos los años. De hecho, el país galo es el que más turismo recibe de todo el planeta (ligeramente por encima de España, en segundo lugar). Pero lo que pocos conocen sobre esta construcción es que cada día puede ser más alta. Sí, aunque está fija, enderezada y se mantiene con el paso del tiempo, tiene la capacidad de crecer unos centímetros con respecto al pasado.
Un histórico monumento de más de 130 años que con el paso de los días, su tamaño lo transforma. Un acontecimiento que es más concretamente referido a la llegada del calor, o lo que es lo mismo, del verano. Es decir, la Torre Eiffel puede ganar unos milímetros o hasta centímetros en verano y perderlos en invierno debido a que se trata de un fenómeno llamado expansión térmica (o contracción térmica cuando disminuye) que no se percibe a simple vista, pero que es real y fácilmente medible por los científicos.
Así es el fenómeno natural que explica por qué la Torre Eiffel crece cada verano: ocurre todos los años
Se trata de un fenómeno natural que no representa un riesgo para la estructura, sobre todo por ser una torre diseñada para soportar estos cambios de temperatura y tamaño. Y es que, como todos los metales, el hierro pudelado de su estructura es sensible a las variaciones térmicas.
Un procedimiento que consistía en calentar en un horno de reverbero a alta temperatura, donde se fundían los lingotes de hierro para eliminar parte de su componente en carbono, además de las escorias que se habáin incorporado al arrabio durante el proceso de fundición.
Son 18.038 piezas de hierro las que forman la torre, y gracias a ello, pueden variar de tamaño constantemente cada día. Esto hace que la Torre Eiffel pueda crecer hasta quince centímetros de altura debido a la expansión térmica.
De hecho, la expansión del metal hace que el monumento se incline ligeramente hacia el lado opuesto al sol, pues el calor directo de la estrella solar incide solo en uno de los cuatro lados de la torre, lo que provoca un desequilibrio con los otros tres lados, que permanecen estables. Así, en los días soleados el vértice de la torre puede forma una curva más o menos circular de varios centímetros de diámetro.
Algo similar pasa con los puentes de acero, que también pueden sufrir expansión y contracción, lo que puede generar movimientos en los soportes y conexiones. Asimismo, otros edificios pueden dilatarse y contraerse con los cambios de temperatura por los átomos y moléculas que los componen, los cuales se agitan y se mueven con mayor energía.