Historia
La ciudad española que rechazó instalar la Torre Eiffel porque su diseño era "demasiado feo"
Este edificio se terminó convirtiendo en el monumento francés más destacado de todos. Todos los veranos experimenta unos cambios que hacen que crezca su tamaño
Los edificios o los elementos culturales más destacados son lo primero que se viene a la cabeza de los españoles cuando piensan en algún país en concreto. Por ejemplo, el de Estados Unidos sería la Estatua de la Libertad, el de Italia el Coliseo, el de Grecia el Partenón y el de Francia la Torre Eiffel. Todos ellos representan la identidad de estos territorios, así como su historia y evolución a lo largo del paso de los años.
También se caracterizan por ser la principal circunstancia que fomenta la potencia turística a nivel internacional. Planificar viajes a fuera de España, habitualmente, son para comprender las costumbres de otros países, ver sus lugares más conocidos o, directamente, para conocer mundo. En este sentido, disponer de alguno de ellos sirve para potenciar la economía de un lugar determinado, entre varios otros aspectos.
España, un país lleno de arte y cultura
A su vez, disponer de destinos históricos es prácticamente un obsequio para muchos, sobre todo para los más fanáticos de la cultura. En el caso de España, los más destacados pueden ser la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba, el Acueducto de Segovia, la Sagrada Familia de Barcelona, etc. son varios los regalos turísticos de los que disponen los españoles. Sin embargo, existe una ciudad en nuestro país que rechazó por completo edificar en sus tierras una de las construcciones más impresionantes de todo el mundo.
Barcelona es una de las ciudades españolas en las que la cultura y el arte están a la orden del día. Ejemplos de ello son el Parque Güell, la Barceloneta, la Rambla o la ya mencionada anteriormente la Sagrada Familia. No se debe olvidar al Arco del Triunfo, una estructura de ladrillo rojizo diseñada por José Vilaseca, un arquitecto barcelonés del siglo XIX-XX, que un homenaje a todos aquellos que lucharon y murieron durante la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas. Tratando el tema de estos conflictos originados en Francia, el elemento arquitectónico que la Barcelona rechazó fue la Torre Eiffel.
Barcelona rechazó construir la Torre Eiffel
El ingeniero de la Torre Eiffel, Gustave Eiffel, presentó en 1886 un proyecto de una gran torre de hierro forjada que finalmente se ha convertido en un monumento. Lo hizo a varias ciudades, entre la que se encontraba la propia Barcelona que, finalmente, declinó la propuesta del profesional de origen francés. La Exposición Universal de Barcelona de 1888 fue lo que le animó a contactar con este pedazo de la comarca catalana y, tras la negativa que recibió por parte de la capital, les volvió a hacer una oferta diferente. Planteó elaborarla como una especie de estructura desmontable, con el objetivo de retirarla tras la conclusión de este evento.
Sin embargo, Eiffel volvió a recibir un no por respuesta ya que, según las diversas teorías, la altura de la torre no convencía en Barcelona. Al ser más alta de 100 metros, los dirigente de la ciudad se negaron y llegaron a tratar de 'loco' al arquitecto, debido a que consideraban que esa construcción era algo prácticamente imposible para la época. Ante la negativa de todas las ciudades a las que le expuso los planos de la futura Torre Eiffel, Gustave terminó decantándose por París ante la autorización que recibió por parte de las autoridades.
¿Por qué la Torre Eiffel aumenta de tamaño cada verano?
Cada verano, la estructura de hierro de la que está compuesta la Torre Eiffel experimenta una serie de cambios que hacen que el propio edificio crezca. Pese a que no es perceptible a simple vista, es un hecho que ocurre todos los años y que intriga a científicos y turistas. Esto se debe a la dilatación térmica, un principio físico que afecta a todos los materiales.
Una vez aumenta la temperatura, los compuestos se engrandecen, y esto es lo que ocurre con el hierro pudelado de la Torre Eiffel. Una vez este material recibe el calor entre los meses de junio y agosto, los átomos se agitan y tiene como consecuencia el distanciamiento entre los unos y los otros. Se estima que el crecimiento pueda llegar a ser de entre unos 12 y 15 centímetros.