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«Gran Bretaña tendrá que hacer concesiones sobre temas migratorios»

El catedrático Gustavo Palomares plantea una revisión del Tratado para sacar a la Unión Europea de la crisis

El catedrático Gustavo Palomares
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Gustavo Palomares es profesor de Relaciones Internacionales, catedrático europeo en la UNED y presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos. En esta entrevista con LA RAZÓN, plantea posibles alternativas para superar la crisis de la Unión Europa tras la activación del Brexit.

-¿Qué postura debe adoptar la UE en la negociación con Reino Unido?

-La negociación tiene que ser dura y muy restrictiva sobre el mercado único y sobre los aportes o devoluciones del presupuesto que aún tiene pendiente Reino Unido. Esta postura servirá aquellos países que puedan tener tentaciones de recorrer el mismo camino, esos estados tienen que saber que el coste de la no Europa es elevado.

-¿Cuál va a ser el tema más espinoso en la negociación?

-El punto neurálgico será el acceso al mercado único europeo por parte de Reino Unido, ya sea de mercancías, de personas o de capitales. Reino Unido necesita flexibilidad para acceder a este mercado único. Será un tema muy espinoso porque el Partido Laborista ha puesto esta condición fundamental para apoyar al Gobierno en estos dos años de negociación. También es una de las exigencias fundamentales que le han puesto los sindicatos al Ejecutivo. Para los británicos, el coste de quedarse fuera del mercado común puede suponer un 3% de su PIB.

-¿Habrá concesiones por parte de Reino Unido?

-Muy probablemente, Gran Bretaña tendrá que hacer algunas concesiones sobre temas que fueron claves en el resultado del referéndum si quiere lograr esa flexibilidad de acceso al mercado único. Así que puede darse la paradoja de que el Gobierno tenga que aceptar cuotas de residentes comunitarios o incluso de refugiados de terceros países si así lo plantea la Comisión.

-¿Qué escenario se puede plantear con el órdago escocés para un segundo referéndum?

-Probablemente vaya a los tribunales de justicia, porque la petición de un segundo referéndum no es un problema de oportunidad política sino una cuestión legal, dado que el Parlamento escocés sostiene que el Brexit vulnera una de las cláusulas fundamentales del instrumento que autorizó el Parlamento escocés para la primera consulta, donde se especificaba claramente el acceso de Escocia al mercado único.

-May dice que prefiere un “no acuerdo” a un acuerdo malo. ¿Es creíble?

-Cuando se empieza a negociar, los faroles son una parte de la postura negociadora. Ni Gran Bretaña ni la UE se pueden permitir un “no acuerdo” porque estamos hablando de un volumen comercial, financiero y monetario muy importante. Incluso para el equilibrio político de los tories en Gran Bretaña, ese escenario sería un desastre absoluto. Un premier conservador que no midió las consecuencias ha llevado a UK donde está. Y una premier conservadora puede llevar al país a una pérdida del 3% del PIB si finalmente no hay acuerdo.

-¿Los resultados de las elecciones en Francia y Alemania pueden afectar a la negociación?

-Clarísimamente. Una victoria en Francia que no sea la del Frente Nacional y un resultado en Alemania que permita a la CDU (el partido de Merkel) mantenerse en el Gobierno aunque pierda votos, dará a la UE y a Bruselas una fortaleza impresionante en la negociación con Reino Unido. Tanto Francia como Alemania son partidarios de tener una negociación poco flexible y más bien dura con Londres. Todo lo que suponga reforzar los dos ejes fundamentales de la UE (Francia y Alemania) supone una fortaleza en la mesa de negociación.

-¿Qué puede hacer la UE para salir de esta crisis?

-Después de nueve años de crisis europea y ante el ascenso de los partidos antieuropeístas, la única solución que tiene la Unión Europea es convocar una reforma del Tratado. Se necesita una modificación del marco jurídico para institucionalizar la opción elegida respecto a los escenarios que la Comisión Europea plantea en el Libro Blanco. Esa reforma tendría que abordar tres elementos fundamentales. El primero, una respuesta a los retos actuales de inmigración, seguridad, déficit social y desempleo. El segundo, una respuesta al Brexit para fortalecer el proceso de integración. Y el tercero, una respuesta al retraimiento de EE UU y a las responsabilidades que tenía en Europa tanto en seguridad y defensa como en seguridad interior.

-¿Cuál de las opciones que plantea el Libro Blanco es la más viable?

-El escenario de la llama “cooperación reforzada” o “cooperación solidaria”, que dice que aquellos estados que quieran avanzar en ámbitos muy concretos puedan hacerlo. Ese nuevo tratado tiene que decir cual es el método para avanzar y asegurar que los que se quedan atrás no son desleales respecto a las posiciones de los que quieren avanzar. En resumen, el tratado tiene que acomodarse a los socios que somos, adaptar el mercado único a la negociación con el socio que se nos va, y establecer cuál va a ser el nuevo proceso en la toma de decisiones.

-¿Qué papel ocupa la ciudadanía en todo este proceso que plantea?

-A pesar de gobiernos y de estados, si somos capaces de ganar espacios de ciudadanía, estaremos salvando el proceso probablemente. Tenemos que demostrar que esta nueva fase de la UE va a servir para dar soluciones a los problemas graves de la gente. Ya hemos demostrado a lo largo de estos nueve años que el equilibrio con los estados hace imposible la viabilidad del actual modelo, y que eso nos ha llevado a la división y al inmovilismo e incluso a incumplir mecanismos adoptados.