Política

El Futuro de Venezuela

Guaidó, un desafío fraguado a fuego lento

El paso dado por el presidente de la Asamblea Nacional no se gestó en unas horas. Todo lo contrario: fueron semanas de esfuerzos y negociaciones dentro y fuera de Venezuela que unieron a toda la oposición

El líder opositor Juan Guaidó saluda a sus seguidores ayer en una nueva concentración en Caracas para pedir a Maduro que abandone el poder / Reuters
El líder opositor Juan Guaidó saluda a sus seguidores ayer en una nueva concentración en Caracas para pedir a Maduro que abandone el poder / Reuterslarazon

El paso dado por el presidente de la Asamblea Nacional no se gestó en unas horas. Todo lo contrario: fueron semanas de esfuerzos y negociaciones dentro y fuera de Venezuela que unieron a toda la oposición.

La oposición venezolana aparece hoy unificada, fortalecida y sintonizada en la misma frecuencia repitiendo la ruta planteada cual mantra: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Con Juan Guaidó a la cabeza, el joven diputado que no había estado antes en la primera línea de liderazgo, ha comenzado a cosechar los frutos de posiciones coherentes y concertadas, además cercanas a las inquietudes de buena parte de la comunidad internacional.

Nada de eso se logró de la noche a la mañana, aunque así parezca. Ni en lo interno ni allende las fronteras. En el escenario nacional, requirió de muchas conversaciones y reuniones. Después de certificar que sería Guaidó quien asumiría la presidencia de la Asamblea Nacional (AN), y que desde el Parlamento se mantendría el no reconocimiento de la reelección de Nicolás Maduro, el gran reto estuvo en unificar criterios para que el diputado asumiera como presidente encargado de la República.

Costó. Desde que Guaidó juró su cargo en el Legislativo comenzaron las presiones. Los más «radicales» llamaban a que directamente se colgara la banda presidencial. Los más conservadores pedían prudencia, inteligencia. Ésta fue la posición inicial de la directiva del Parlamento, conformada por Guaidó y por parlamentarios de los partidos socialdemócratas Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo.

La semana del 21 de enero ya se hablaba en la dirigencia opositora de la decisión que anunciaría Guaidó dos días después. Hubo reuniones, muchas. En persona, por teléfono, por videconferencia, con participación de liderazgos dentro y fuera del país, como Leopoldo López (con arresto domiciliario y mentor político de Guaidó), Henrique Capriles (excandidato presidencial), Julio Borges (en el exilio), Manuel Rosales y Henry Ramos Allup –líderes de los partidos en la directiva de la AN–, entre otros. Se fraguó la juramentación del ahora presidente interino.

El 22 de enero tuvo lugar la última reunión colectiva. Acción Democrática no se opuso, pero tampoco fue enfático en asumir que era el camino correcto. «Ellos no se opusieron, aunque no estaban convencidos. Dejaron que el proceso avanzara», revela una diputada de Voluntad Popular al tanto de las negociaciones.

Un Nuevo Tiempo, en cambio, dijo no estar de acuerdo. Uno de sus dirigentes nacionales explica de manera extraoficial que «advertimos de que no era el 'timing', el momento político, para tomar esta decisión y pedimos que esperara unos días, pero entendemos que fue una decisión personal, la asumimos y respetamos». «En todo caso, todos los dirigentes de esos partidos estaban al tanto. Incluso el 23, antes de juramentarse, Guaidó estuvo en la sede de Un Nuevo Tiempo y allí estaban los jefes de ese partido. Todos sabían», añade la diputada.

En Voluntad Popular, el partido de Guaidó, algunos insisten en que fue una decisión personal. Pero compañeros de bancada del presidente del Parlamento afirman que todo fue discutido y acordado. Contó además con el respaldo de Primero Justicia, especialmente porque ya se contaba con el respaldo anunciado de varios países de la comunidad internacional. El jefe de Primero Justicia es Julio Borges, quien fue presidente de la Asamblea Nacional en 2017 y desde esa posición logró alinear apoyos internacionales. Viajó a Perú y le pidió al entonces presidente, Pedro Pablo Kuczynski, que creara lo que ahora se conoce como Grupo de Lima –la reunión de 13 países de la región que han venido presionando al Gobierno de Maduro y ahora lo desconocen como mandatario–, y se reunió con Mariano Rajoy, Emmanuel Macron, Angela Merkel y Theresa May, entre otros líderes europeos, abriendo puertas que antes nunca habían parecido tan anchas para la oposición.

Además, el propio Juan Guaidó hizo gestiones diplomáticas secretas desde diciembre para procurarse mayor sustento foráneo. Hubo intercambio de mensajes con Estados Unidos y hasta un viaje a Washington, Bogotá y Sao Paulo, según confidencia a la agencia Ap del ex lcalde caraqueño Antonio Ledezma, actualmente exiliado en España. Todo de manera muy soterrada y cuidadosa, para pasar desapercibido ante la vigilancia de la Policía política del régimen chavista.

La decisión de proclamarse presidente interino se le comunicó a Colombia y Estados Unidos ya en diciembre, aunque la confirmación solo se dio la noche del 22 de enero, cuando se alineraron los factores internos, reveló un diplomático latinoamericano del Grupo de Lima bajo anonimato.

«Ésta es la primera vez en al menos cinco años que la oposición ha mostrado la capacidad de aglutinarse de una manera importante», dijo un alto funcionario canadiense a la agencia Associated Press. Se asume, además, que el paso se dio luego de que la Casa Blanca anunciara que su reconocimiento a un interinato de Guaidó sería dado de inmediato, al igual que en Colombia, Brasil, Perú, Argentina o Chile, entre otros gobiernos cercanos a Washington.

Un cambio de postura con respecto a la Administración Obama confirmado a mediados de 2017, cuando Donald Trump dijo que «todas las opciones están sobre la mesa en lo que respecta a Venezuela», sin descartar la militar. Canadá también habría jugado un rol protagonsita, según el funcionario canadiense que habló a Ap, así como Perú, Brasil y Colombia, las naciones que albergan al menos dos millones de migrantes venezolanos llegados en apenas tres años.