Represión en Venezuela

Hacia un gobierno de unidad nacional

La Razón
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Los venezolanos estamos librando la batalla decisiva para recuperar nuestra libertad. La sensación es de «ahora o nunca». Mucha gente siente que ya no queda nada más que perder. Por este motivo la participación de ayer fue masiva. Las estimaciones preliminares calculan que la participación fue de entre 10 y 14 millones de personas, pero las encuestas en Venezuela suelen ser engañosas ya que a muchas personas les da miedo responder. Siendo optimistas, el número de votantes puede superar las expectativas más generosas. Pese a los obstáculos del chavismo y el intento de sabotear el proceso, lo ocurrido ayer fue un absoluto éxito. La gente estaba desbordante de entusiasmo, determinación y también de indignación. Esta última es una fuerza impulsora muy poderosa.

Las preguntas eran claras, se le pedía al votante que se pronunciara sobre ilegalidad del mecanismo con que Nicolás Maduro pretende imponer una Constitución calcada del sistema cubano, violando flagrantemente la Carta Magna vigente. De ello han dado fe los más calificados juristas. No es un secreto que el régimen chavista siempre se ha sostenido sobre tres pilares: apoyo popular, dinero en abundancia y los militares. Ahora el único sostén que le queda son estos últimos. Por eso, en la consulta de ayer se les exigía que asuman sus deberes constitucionales. De hacerlo, tendrían que desconectarse del régimen e inmediatamente, éste se desmoronaría. El referéndum fue un clamor nacional por un cambio y el retorno de la libertad y la democracia.

Las consecuencias políticas de lo ocurrido ayer está, en gran medida, en relacionado con la respuesta que dará el Ejército en los próximos días. A Maduro no le va a sentar bien, y no le faltarán ganas de responder con más represión tras el referéndum, pero dependerá del grado de apoyo militar que conserve después de la consulta. Esperemos que cambie la cruel represión por parte de los «colectivos» (grupos armados prochavistas), la Policía y la Guardia Nacional, que no ha disminuido un ápice.

La medida de «casa por cárcel» a Leopoldo López es un hecho muy positivo, pero aún quedan más de 1.200 encarcelados (según el Foro Penal Venezolano), muchos de ellos desde 2014 y sometidos a torturas bárbaras. Además, a los detenidos se les envía a la jurisdicción penal militar para asegurar sus condenas, lo cual es absolutamente anticonstitucional.

Tenemos claro lo que debería ser Venezuela y lo que hay que hacer para conseguirlo. Necesitamos la formación de un Gobierno de unidad nacional con la participación, incluso, de sectores chavistas que se han alejado de Maduro. También de los militares. Tarea imperativa de ese Gobierno de transición sería abrir un canal humanitario para llevar comida y medicinas al pueblo.

Al mismo tiempo, se debe proceder a la urgente reinstitucionalización del país, comenzando por nombrar un Consejo Nacional Electoral imparcial que convoque a elecciones generales limpias en menos de un año, y un nuevo Tribunal Supremo de Justicia. No será sencillo, pero lo ocurrido ayer es el principio del fin del chavismo.