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¿Héroe o villano?

La Razón
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A favor-Arch Puddington, Vicepresidente de investigación de Freedom House

El juicio de Bradley Manning ha sido uno de los más controvertidos de los últimos años y el soldado ha recibido las simpatías de muchos ciudadanos de dentro y fuera de Estados Unidos. A diferencia de lo que ayer gritaban sus defensores frente a Fort Meade, Manning no es ningún héroe, pero tampoco es ningún peligroso traidor subversivo, como otros intentan caracterizarle. Bradley Manning es simplemente un joven idealista e ingenuo que creía estar actuando en defensa de la paz y de la libertad. Lamentablemente, sus filtraciones no fueron tan inofensivas como él pensaba y las vidas de muchos diplomáticos y funcionarios estadounidenses estuvo en peligro por su culpa, al igual que la de muchos colaboradores de Estados Unidos en el extranjero. La sentencia del juicio puede ensuciar la imagen de Obama como «paladín» de la libertad, pero es es algo que él mismo está provocando. No sólo Obama no ha prestado suficiente atención a Europa durante su mandato, sino que ha continuado las mismas técnicas que empleó Bush en la guerra contra el terror. Si el número de europeos que criticaba a EE UU por los drones, por la pena de muerte o por Guantánamo ya era alto, en los últimos meses las razones para rechazar la política estadounidense no han dejado de aumentar. Manning puede convertirse en un icono para estas personas. Un hombre joven, enfrentado en soledad a la poderosa maquinaria bélica de Estados Unidos es sin duda un reclamo muy llamativo.

En contra-Richard Moran, Ensayista estadounidense

Manning, el militar acusado de filtrar cientos de miles de documentos, también fue candidato al premio Nobel de la Paz. Es ya, junto a figuras como Yaser Arafat, un icono de la progresía mundial, por haber causado graves daños a los intereses estratégicos de EE UU. Es mejor prescindir a estas alturas de la noción de que cabe algún atisbo de duda en la culpabilidad de Manning. En virtud de la incontestabilidad de las pruebas, su defensa se ha apoyado fuertemente en su estado mental y hasta la izquierda ha tenido que intentar cambiar de tema todo este tiempo, denunciando situaciones a cada cual más barroca. Del trato vejatorio al militar entre rejas se pasó a la denuncia de su presunta depresión y posterior intento de suicidio, llegando después a hablar de que el soldado sufría «un problema de identidad sexual». Sus acciones han pasado factura de forma patente a la diplomacia norteamericana. Cualquier presunto «buen» fruto de la difusión de secretos por su parte es superado con creces por el peligro generado hacia los particulares que nos ayudaron, el daño irreparable causado a las relaciones de nuestras embajadas y la valiosa información de espionaje regalada a nuestros enemigos. Ése es «el héroe» que la izquierda promociona como icono del patriotismo y el sacrificio. Y ésas, y no otras, son las razones de que deba pasar el resto de su vida en la cárcel.