César Vidal
Hillary Clinton: Conservadora de mente, progresista de corazón
El perfil de... Hillary Clinton. La demócrata consagró su vida a destacar como abogada y política, pero en 40 años de trayectoria ha conocido el fracaso varias veces
La demócrata consagró su vida a destacar como abogada y política, pero en 40 años de trayectoria ha conocido el fracaso varias veces
Todo conspiraba para que Hillary Diane Rodham (1947) fuera una convencida conservadora. Al igual que Margaret Thatcher, venía de una familia metodista y, también a semejanza de la británica, su padre desconfiaba de los grandes gobiernos, de los impuestos elevados y de las políticas que ayudan al «establishment» y a los que no se esfuerzan a costa de la clase media. De ascendencia anglosajona –con unas gotas holandesas y francocanadienses–, llamó desde niña la atención de sus profesoras, que la veían dotada de un especial talento. Con catorce años soñaba con ser astronauta e incluso escribió a la NASA. Su primera experiencia política tuvo lugar cuando contempló cómo los demócratas le robaban las elecciones a Richard Nixon en 1960. Durante aquellos años, la conservadora Hillary colaboró en la campaña de Barry Goldwater de 1964, que proporcionaría las bases de la era Reagan. Al año siguiente, mientras Hillary presidía a los jóvenes republicanos de su universidad, escribió a su pastor que era «conservadora de mente y liberal (el equivalente americano a progresista) de corazón». En 1968, tras asistir a la convención republicana que designó a Richard Nixon como candidato a la Presidencia, decidió abandonar el Partido Republicano. En 1969, llegó hasta Alaska trabajando como lavaplatos y limpiando salmón en una factoría de donde la despidieron al protestar por las condiciones laborales. Al llegar a la Facultad de Derecho de Yale, Hillary ya estaba volcada en la labor social y colaboró en tareas relacionadas con el abuso de niños o la asistencia legal para pobres. Tras su paso como becaria del subcomité de trabajo inmigrante del senador Walter Mondale, en 1970 tuvo su primer trabajo político en la campaña de Joseph Duffey para el Senado. A finales de 1971, comenzó a salir con Bill Clinton, que estudiaba Derecho en Yale. La pareja –no tan común en aquella época– comenzó a vivir junta y en 1973 Bill le propuso matrimonio, pero Hillary rechazó la posibilidad. El trabajo más relevante de ella en aquella época fue asesorar al comité que pretendía lograr el «impeachment» de Nixon por el escándalo Watergate. De aquella experiencia salió con una visión dividida, la de los que la veían como un personaje sin escrúpulos morales y los que consideraban que tenía futuro político, posiblemente, como senadora. Cuando suspendió el examen para colegiarse como abogada en Columbia, marchó con Bill a Arkansas. Allí tendría lugar uno de los episodios más controvertidos de su carrera, cuando defendió al violador de una niña de doce años que, recientemente, acusó a Hillary de «hacerla pasar un infierno» durante el juicio. Convertida en profesora de Derecho, seguía teniendo dudas sobre el matrimonio, donde temía perder su personalidad, pero, finalmente, en 1975 se casó con Bill. Eso sí: continuó utilizando su apellido al lado del de su esposo durante varios años. En esa época, se dedicó a casos de propiedad intelectual. Cuando Bill fue elegido gobernador de Arkansas, la nombró jefa del comité asesor de salud rural. Al ser socia de la Rose Law Firm, ganaba más dinero que su esposo, una situación que se mantendría hasta la llegada de Bill a la Casa Blanca. Aquellos fueron también los años del inicio del escándalo Whitewater, que los persiguió durante décadas.
En 1992, Hillary se convirtió en la primera dama, pero aquellos años estuvieron poblados de momentos amargos. No se trató sólo del coro de mujeres que no dejaban de aparecer insistiendo en haber tenido relaciones íntimas con su marido, sino también de su propio fracaso político. La primera circunstancia acabó llevando a Bill Clinton al borde del «impeachment»; la segunda estuvo relacionada con una ley de sanidad que Hillary impulsó sin éxito. Durante su paso por el Congreso, Hillary apoyó la invasión de Irak, aunque se opuso varias veces a las bajadas de impuestos y también a normas que podían impedir en el futuro la legalización del matrimonio homosexual. En 2008, tras dos mandatos, se presentó a las primarias para la Presidencia, pero fue batida por un joven y casi desconocido Barack Obama, que acabaría dándole un puesto en su Gabinete como secretaria de Estado. Su conducta estaría mucho más cerca del halcón que de la paloma, pero el escándalo de la embajada de Bengasi influyó no poco en su salida del Gobierno. Se trataba de un breve paréntesis antes de convertirse en candidata a la Presidencia. ¿Quién es, en realidad, Hillary Clinton? De las conferencias desveladas por Wikileaks en las últimas semanas parece desprenderse que sigue siendo una muchacha conservadora, pero con inclinaciones populistas. Mujer cien por cien del «establishment», jamás dará un paso que pueda perjudicar los intereses de éste. Sin embargo, a la vez, cree que es necesario arrojar una parte del pastel al resto de los habitantes del país si de ello se deriva un rendimiento electoral. Los «lo-bbies» gay y feminista, el sector más golpeado de la población negra, los hispanos, los que tienen dificultades para pagar el seguro médico y las clínicas abortistas miran hacia ella en la convicción de que algo les caerá en el reparto de un presupuesto gigantesco. Seguramente, no se equivocan.
Ñiña prodigio
- 1947. Nació y se crió en una familia metodista. Su marido es un bautista sureño. Hillary asegura que siempre lleva a mano una Biblia de bolsillo.
- 1975. Estudió Derecho en Yale, donde conoció a Bill Clinton, con quien se casó en 1975 después de rechazar el matrimonio tres veces.
- 1991. Se embolsó 188.000 dólares como abogada. Ganaba más del triple que su marido cuando éste era gobernador de Arkansas.
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