Estados Unidos

Hollande minimiza los pinchazos de EE UU

Wikileaks revela que la NSA espió a tres presidentes franceses durante seis años y vuelve a elevar la tensión

El presidente Hollande habló ayer por teléfono durante 15 minutos con Obama y éste le confirmó que «EE UU ya no espía a sus aliados»
El presidente Hollande habló ayer por teléfono durante 15 minutos con Obama y éste le confirmó que «EE UU ya no espía a sus aliados»larazon

Los documentos de Wikileaks publicados ayer por «Libération» y «Médiapart» ponen de relieve que la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) ha escuchado las comunicaciones telefónicas de tres presidentes de Francia entre, al menos, 2006 y 2012

Los documentos de Wikileaks publicados ayer por «Libération» y «Médiapart» ponen de relieve que la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) ha escuchado las comunicaciones telefónicas de tres presidentes de Francia entre, al menos, 2006 y 2012. Las conversaciones privadas de Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande, así como las de sus consejeros y ministros, eran escuchadas por los «amigos americanos». Los documentos calificados «top secret» no desvelan grandes secretos, ni informaciones que de una forma u otra no hayan sido publicadas a lo largo de los últimos años por la prensa francesa. En ellos se describe cómo François Hollande se reunió con la oposición a Angela Merkel para estudiar las consecuencias de una posible salida de Grecia del euro, que Nicolas Sarkozy se creía capaz de hacer frente a la crisis económica en Europa y que intentaba acercarse a Rusia para desmarcarse de Estados Unidos en la influencia en Oriente Medio, o que Jacques Chirac estaba cansado de los comentarios inapropiados e imprecisos de su ministro de Exteriores, Philippe Douste-Blazy.

Pero el hecho de recibir la confirmación de que EE UU se permitía espiar hasta ese punto a los que considera aliados es un hecho «inaceptable», como se empeñaban en repetir todos los responsables políticos, que ven en estas prácticas de espionaje una forma de desprecio de Estados Unidos.

Ayer, a las seis de la tarde, la embajadora de EE UU en Francia acudió a la convocatoria que le había notificado Laurent Fabius. Durante media hora, el ministro de Exteriores francés puso todo su empeño en transmitir la indignación de Francia ante los hechos publicados. «Le he dicho que es inaceptable, que queremos saber si esas prácticas han cesado, que deben terminar en toda su amplitud, y he pedido que nos dé rápidamente respuestas», anunció Fabius en un tono firme. A petición de Francia, también tuvo lugar una conversación telefónica de quince minutos entre François Hollande y Barack Obama. Según la Prensa, el presidente francés elevó el tono exigiendo explicaciones, mientras que su homólogo americano se limitó a insistir en que ya no espían a los aliados. Obama no hizo ningún comentario público sobre este tema. A EE UU le interesa que baje la tensión y seguir contando con el apoyo de Francia en temas decisivos, como el mantener las sanciones a Rusia, la presión para impedir el desarrollo nuclear en Irán y la lucha contra el terrorismo islamista. Tampoco Francia tiene mucho margen de maniobra para presionar a EE UU porque recibe de ellos ayuda esencial para dosieres clave como las intervenciones en el exterior, especialmente en Mali o República Centroafricana.

Sin embargo, nada más conocer la noticia confirmando la extensión del espionaje, François Hollande convocó un consejo de Defensa en el que se decidió la convocatoria de la embajadora americana, Jane Harley, y el envío a EE UU del coordinador de los servicios secretos en Francia, Didier Le Bret, «para verificar que los compromisos adquiridos son respetados y aplicados», señaló el portavoz del Gobierno, Stéphane Le Foll. En un comunicado posterior, el Elíseo recordó que estos «hechos inaceptables» ya han dado lugar a otras llamadas de atención a EE UU en el pasado, «especialmente a finales de 2013, cuando se produjeron las primeras revelaciones [de WikiLeaks] y durante la visita de Estado del Presidente a EE UU en febrero de 2014». Y señalaba que esos compromisos asumidos entonces por las autoridades norteamericanas «deben ser recordados y estrictamente respetados».

Los responsables políticos se sucedieron ayer para condenar la acción de los servicios secretos americanos y pedir medidas de represalia. Los líderes de la extrema derecha, Marine Le Pen, y de la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, coincidieron en pedir que Francia se retirara de las negociaciones sobre el tratado de librecambio transatlántico, el TAFTA, para marcar un verdadero gesto de ruptura. Otros, como el conservador Renaud Muselier sugirió expulsar a la embajadora de EE UU de Francia. El Partido Socialista indicó en un comunicado que estas escuchas muestran «una paranoia de Estado estupefaciente», y, más pragmático, el ex ministro de Defensa centrista Hervé Morin dijo que están «obligados a decir que no está bien, pero al mismo tiempo sabemos que esto va a continuar», aunque es lamentable que exista «una relación de fuerzas con un jefe que considera que todo le está permitido».

La violación de las conversaciones de los más altos dirigentes de Francia, y no sólo de ellos, ha dejado un sentimiento de fuerte desconfianza frente a Estados Unidos, tanto entre los responsables políticos como en la opinión pública galos. Porque, como recordó ayer en la Asamblea el primer ministro, Manuel Valls, «el respeto recíproco de la soberanía es un principio fundamental». En las televisiones se multiplicaron ayer las imágenes de la última planta de la embajada americana. Desde allí, a unos metros del Palacio del Elíseo, la NSA tiene instalada una estación de espionaje. Según Jean-Marc Manach, periodista de «Libération» especializado en temas de vigilancia, este montaje fue creado hace ya diez años. Está cubierto por una carpa especial que deja pasar las señales electromagnéticas, y está pintada con ventanas, simulando una prolongación del edificio. EE UU tiene 80 estaciones de este tipo en todo el mundo, 19 de ellas sólo en Europa.

Por su parte, Julian Assange afirmó desde la Embajada de Ecuador en Londres, donde está refugiado desde hace 3 años, que Francia debería «lanzar una investigación parlamentaria», porque «si adopta la política de la avestruz», será la señal que percibirán otras potencias mundiales.