Francia

Hollande, tocado y (casi) hundido

El presidente francés, con la opinión pública en contra y un partido muy crítico con su gestión, busca a la desesperada lanzar su candidatura para las elecciones presidenciales de 2017

El presidente francés, François Hollande
El presidente francés, François Hollandelarazon

El presidente francés, con la opinión pública en contra y un partido muy crítico con su gestión, busca a la desesperada lanzar su candidatura para las elecciones presidenciales de 2017

Hollande se encuentra en una situación de impopularidad histórica en la V República, pero espera renacer de sus cenizas como el ave fénix. Este jueves, debía pronunciar un discurso sobre «La democracia frente al terrorismo» en la Fundación Jean-Jaurès, pero acabó enumerando las razones por las que él se considera como el hombre que «en los próximos meses o años» vele por la inalterabilidad de «la imagen de Francia, su resplandor y su influencia». Parece que Hollande considera posible evitar un nuevo «21 de abril 2002», el día en que la izquierda quedó eliminada en la primera vuelta de las elecciones presidenciales dejando al líder del Frente Nacional disputar la jefatura del Estado a Jacques Chirac. Piensa que él puede ser la solución frente a la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, y el candidato de Los Republicanos.

Poco parece importarle que sólo el 15% de franceses confíe todavía en él o que el 88% de encuestados prefiera que no se presente a su reelección. Hollande está convencido de que los franceses pueden cambiar de opinión. ¿No le llamaban a él «Monsieur 3%» unos meses antes de las primarias socialistas de 2011? En aquella época, esa cifra representaba el porcentaje de socialistas (ni siquiera del conjunto de franceses) que querían ver a François Hollande designado como candidato a las presidenciales de 2012. Pero en octubre fue nominado y, a mitad de la primavera siguiente, ya estaba instalado en el Palacio del Elíseo como presidente de la República.

Por eso, pensará, ¿qué más da que un sondeo publicado el pasado martes en LCI y «Le Figaro» diga que, sea quien sea su contrincante en unas hipotéticas presidenciales, el actual presidente sería inevitablemente eliminado en la primera vuelta? El sondeo de «Le Figaro» afirma que, en el caso de que Emmanuel Macron se enfrentara a François Hollande en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el antiguo ministro de Economía superaría claramente al jefe del Estado, fuera quien fuera el candidato de la derecha. Hollande quedaría relegado a la cuarta posición o la quinta, según los casos, por detrás de Jean-Luc Mélenchon (extrema izquierda). Pero frente a la ofensiva lanzada por «amigos» y enemigos, Hollande ha librado la primera batalla.

Para su antiguo ministro de Economía, Enmmanuel Macron, que ha abandonado el Gobierno tras crear un nuevo partido, «En Marcha», y que nunca se ha sometido a unas elecciones, el líder galo le señala que «una elección no es fácil, hay que merecerla, hay que prepararse, hay que respetar a los ciudadanos». A los que quieren enterrarle bajo el peso de los sondeos, François Hollande les recuerda que él está en el puesto «todavía hasta el mes de mayo», y a día de hoy, él es «el único que tiene la unción del sufragio universal». Y a los compañeros de partido que pretenden someterle a unas elecciones primarias, les ridiculiza señalando que «piensan que la elección son las primarias.

Hollande dijo el pasado 14 de julio que no anunciará una decisión sobre su posible candidatura hasta diciembre, pero lo único que espera es saber quién será su adversario del partido de Los Republicanos. Si por él fuera, no sería otro que Nicolas Sarkozy. De hecho, buena parte de su discurso sobre democracia y terrorismo estaba dirigido, sin nombrarlo, al presidente de Los Republicanos. El líder quiso recordar en la Fundación Jean-Jaurès que no hay que enterrarle tan pronto, que tras casi cinco años en el cargo se conoce los temas, piensa que ha sabido estar a la altura frente a la amenaza terrorista y que es el más adecuado para seguir defendiendo el Estado social y las libertades públicas. «Es el combate de una vida», apuntó esta semana, aunque su verdadera lucha para seguir al frente del país está todavía por llegar.