Estupefacientes

El imparable ascenso del captagón, la droga de los pobres que hace estragos en Oriente Medio

El tráfico del estupefaciente se ha convertido en uno de los pilares financieros del régimen de Assad en Siria y en un quebradero de cabeza para los gobiernos de la región

Alijo de captagón en Italia
Es el mayor alijo de captagon jamás incautado en ItaliaCIRO FUSCOAgencia EFE

El captagón, la ‘droga de los pobres’ o ‘de los yihadistas’, continúa su imparable avance a lo largo y ancho de Oriente Medio. Compuesta fundamentalmente por fenitilina –una droga de síntesis de la familia de las anfetaminas-, el captagón es cada vez más común entre los jóvenes de los países del Golfo, al igual que fue un estimulante habitual en las filas de los combatientes del Estado Islámico en los últimos años. Y, sobre todo, la sustancia, altamente adictiva, es un lucrativo negocio del que se aprovecha el autocrático régimen de Bachar el Assad que explica en parte su progresiva rehabilitación en la escena de Oriente Medio en los últimos tiempos.

Los gobiernos de la región, de Jordania a Arabia Saudí pasando por Irak, se afanan en los últimos meses en poner coto a la expansión de la sustancia, lo que se ha traducido en un goteo de operaciones en los más insospechados lugares y situaciones. El captagón ha viajado escondido en cajas de baklava, tarrinas de hummus, cuernos de cabra o cajones de fruta.

Y es que Siria se ha convertido en los últimos años en el centro de producción regional de esta droga –también Líbano, aunque en menor medida- que comenzó a fabricarse en la década de los 60 del siglo pasado en Europa, fundamentalmente en Alemania, para su comercialización como antidepresivo o en tratamientos contra la hiperactividad y la narcolepsia. Dos décadas más tarde el captagón fue retirado del mercado, momento en que arranca su producción ilegal en Europa oriental, con Bulgaria a la cabeza, y el mundo árabe.

La nueva versión del captagón, al que se le añade cafeína, fue habitual entre los combatientes del Estado Islámico y otras facciones armadas en Siria e Irak gracias a sus propiedades a la hora de aumentar la concentración y reducir la percepción del dolor. Ello le valió también el calificativo de la ‘droga de los yihadistas’.

Pero el principal problema de salud pública lo constituye su uso recreativo entre la población joven de los países de Oriente Medio, donde puede adquirirse cada comprimido a un precio de unos 20 dólares. La expansión de la sustancia va más allá de la región y ya es habitual en Europa septentrional, África y Asia Central. De acuerdo al think tank The New Lines Institute for Strategy and Policy el captagón generó una cifra de negocio de 3.500 millones de dólares en 2020 y en torno a los 5.700 millones al año siguiente.

El pasado mes de marzo, las autoridades británicas hacían pública la estimación de que el régimen sirio obtiene anualmente ingresos de unos 57.000 millones de dólares gracias al captagón, lo que convierte a la sustancia en una de sus principales exportaciones. Las cancillerías occidentales, desde la UE hasta Estados Unidos pasando por el propio Reino Unido, están convencidas de que el hermano del presidente sirio y jefe de la Cuarta División del Ejército Maher el Assd es una pieza clave en el tráfico de la sustancia estupefaciente.

Pero no solo la ‘droga de los pobres’ ha constituido un lucrativo negocio para las arcas de los Asad, sino que ha jugado un papel fundamental en la rehabilitación de la dictadura en el ámbito regional –en mayo regresaba a la Liga Árabe después de doce años de suspensión y aislamiento.

Según revelaron con ocasión de la última cumbre de la Liga Árabe las autoridades de la monarquía hachemita, la dictadura del clan Asad prometió combatir el tráfico del captagón en sus fronteras con Irak y Jordania. El día 8 de mayo un bombardeo de las fuerzas jordanas eliminó en suelo sirio a uno de los principales jefes del tráfico del captagón, Marai al-Ramthan.

El régimen confía en que una cierta implicación a la hora de reducir los flujos regionales de la sustancia –los especialistas dudan de que la dictadura siria vaya a renunciar por completo a tales pingües beneficios- tenga como contrapartida apoyo financiero de parte de las petromonarquías del Golfo en la reconstrucción del país.

Con todo, en una entrevista con Sky News Arabia hace apenas unos días el presidente sirio, que revelaba contactos secretos con la Administración Biden, aseguraba que era “ilógico” vincular a su gobierno con el tráfico del captagón.

En el vecino Líbano, los laboratorios móviles de la sustancia se desplazan a lo largo valle de la Becá y la frontera con Siria gracias al apoyo de la milicia pro iraní y pro siria de Hezbolá. El pasado 14 de abril las autoridades libanesas daban cuenta de la incautación de diez millones de pastillas de captagón -y la detención de cuatro individuos- que iban a viajar a Senegal para desde allí entrar en el mercado de Arabia Saudí. No en vano, en 2021, las autoridades saudíes prohibieron las importaciones de fruta y verdura desde el país de los cedros para intentar poner coto al tráfico de la sustancia.

En los últimos años el goteo de operaciones ha sido continuo. Las autoridades de Emiratos Árabes Unidos detuvieron en febrero pasado en el aeropuerto de Abu Dabi a un individuo que transportaba 4,5 millones de pastillas del estupefaciente escondidas en latas de guisantes. Otro aeropuerto emiratí, en este caso el de Dubái, fue testigo de la intercepción de 5,7 millones de comprimidos de captagón en mayo de 2019.

En agosto de 2022, las autoridades saudíes se incautaban de 4,6 millones de pastillas que viajaban escondidas en un barco con harina. En febrero del año pasado, las autoridades jordanas informaron de haber liquidado a 30 contrabandistas y de la próxima incautación de 16 millones de píldoras de captagón procedentes de Siria. Esta misma semana las autoridades saudíes informaban de haber interceptado 2,2 millones de pastillas de captagón en el puerto de Yeda ocultas en cajas de baklava, uno de los dulces más populares de la región.