Guerra en Irak

Irak, un país desangrado por la violencia sectaria y el terrorismo

Los antiguos oficiale del régimen baazista engrosan las filas del Estado Islámico

La Razón
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Desde la caída del régimen de Sadam Husein, en abril de 2003, Irak ha vivido en un conflicto continuo. Cuando Estados Unidos cometió el error de disolver a los oficiales del partido Baaz (del derrocado dictador iraquí), no cayó en la cuenta de que algún día buscarían la revancha y liderar un levantamiento

De un plumazo, unos 400.000 miembros del Ejército iraquí derrotado por EE UU se les prohibió el empleo público y se les negaron las pensiones. En cambio, se les permitió mantener sus armas. Desencantados y marginados, muchos de los oficiales baazistas no tardaron en pasarse a la insurgencia. Precisamente, la marginalización de los ex oficiales suníes de Sadam fue el caldo de fermentación de Al Qaeda en Irak (AQI), precursora del Estado Islámico.

Los ex oficiales baazistas se unieron a otros grupos insurgentes durante la llamada insurrección suní de 2004 a 2006, y dieron apoyo táctico a la filial de Al Qaeda en Irak. Abu Musab al Zarkawi lideró la facción de Al Qaeda en el país hasta que murió en un ataque estadounidense en junio de 2006. Su sucesor fue el egipcio Abu Ayub al Masri, que fundó el Estado Islámico de Irak (EII) en octubre de ese mismo año, siempre bajo el paraguas de Al Qaeda. El lugarteniente de Al Masri era el joven Abu Bakr al Baghdadi, que se convirtió en el nuevo jefe del grupo en Irak tras un nuevo golpe de EE UU contra la cúpula de Al Qaeda en 2010.

Después de 2010, Al Baghdadi se embarcó en una agresiva campaña para atraer a los ex oficiales, aprovechando la vasta reserva de hombres que habían permanecido desempleados o se habían unido a otros grupos insurgentes, menos extremistas. Cuando las tropas estadounidenses se retiraron en diciembre de 2011 y el Gobierno del chií Nuri al Maliki abandonó a las milicias sunies locales “los Consejos del Despertar”, el Estado Islámico se convirtió en la única opción de sobrevivir para los que se sentían traicionados y querían cambiar de bando.

Casi todos los dirigentes del Estado Islámico son antiguos oficiales iraquíes, incluidos los miembros de sus comités de seguridad y estrategia militar, así como la mayoría de sus emires y gobernadores. Entre los principales baazistas que se han integrado en las filas de EI están, por ejemplo, Ayman Sabawi —hijo del hermanastro de Sadam— o un primo del fallecido dictador, Raad Hassan.