Política

Ginebra

Irán marca sus «líneas rojas» en la negociación nuclear

El régimen presenta una oferta en la que permite la inspección de sus centrales, pero rechaza trasladar el uranio al exterior

Cahterine Ashton, alta representante de Política Exterior de la Unión Europea, ayer junto al ministro iraní de Exteriores, Javad Zarif, antes de su primera reunión en Ginebra
Cahterine Ashton, alta representante de Política Exterior de la Unión Europea, ayer junto al ministro iraní de Exteriores, Javad Zarif, antes de su primera reunión en Ginebralarazon

Hace un año hubiera sido impensable que el régimen iraní se ofreciera a negociar sobre su programa de enriquecimiento de uranio. Ahora, el nuevo presidente, el moderado Hasan Rohani, que busca un acercamiento a Occidente, brinda a la comunidad internacional la oportunidad de retomar las conversaciones sobre su controvertido programa nuclear. Teherán ofreció ayer en Ginebra al Grupo 5+1 (EE UU, Rusia, China, Reino Unido, Francia más Alemania), una hoja de ruta para solucionar el conflicto provocado por su programa nuclear, y en compensación espera obtener compromisos sobre el levantamiento progresivo de las sanciones que sufre el país y que han afectado drásticamente a su economía. Sin embargo, las capacidades nucleares de Irán han avanzado tanto en los últimos años que Occidente ha recibido «con cautela» la oferta iraní. Con miles de centrifugadoras avanzadas de hilado e ingenieros trabajando en un reactor de agua pesada para la producción de plutonio –susceptible de ser utilizado para fabricar bombas nucleares–, el programa iraní presenta un enorme desafío para Occidente, que siempre ha sospechado que tenía fines militares.

«Hay muchas ideas en el nuevo plan» (denominado «Un alto a la crisis innecesaria y un comienzo en busca de nuevos horizontes») , dijo ayer el viceministro de Exteriores iraní, Abbas Araqchi, tras presentar a puerta cerrada la iniciativa. A falta de conocer los detalles de la oferta, Teherán estaría dispuesto a permitir la entrada de los inspectores de la ONU a sus centrales para verificar su uso civil, pero se niega a trasladar el uranio enriquecido al exterior, como exigió el Grupo 5+1 en la pasada cita de Almaty. De hecho, recuperar la confianza de las potencias tras ocho años de negociaciones infructuosas no será una tarea fácil para Teherán. «Las medidas para crear confianza deben ser adoptadas por Irán», advirtió ayer el portavoz de la UE, Michael Mann, al inicio de la reunión. «Debe dejar claro que sus intenciones son pacíficas», subrayó antes de recalcar que las sanciones podrán ser aliviadas en la medida en que «se concreten cambios en el terreno». La delegación iraní está convencida, según Araqchi, de que su propuesta «tiene la capacidad de provocar un avance. Si hay buena voluntad por ambas partes, ese progreso está al alcance de la mano». El viceministro calificó de «buena» la acogida entre el Grupo 5+1, pero, a falta de conocer los detalles técnicos de la propuesta iraní, que discutirán las dos partes hasta esta tarde en la ciudad suiza, EE UU y sus socios aún esperan oír que Irán toma medidas concretas para reducir el ritmo y el alcance de su programa nuclear, limita su creciente arsenal de uranio enriquecido y es más transparente en todo lo que a sus actividades nucleares se refiere.

«Las sanciones no están ahí sólo porque sí. Están ahí por una razón. Y si la razón para las sanciones desaparece, entonces podrían desaparecer. Pero lo que tenemos que ver es un progreso concreto en este terreno por parte de los iraníes para despejar las preocupaciones de la comunidad internacional. Y ese progreso también tiene que ser verificable», declaró ayer la Alta Representante de la UE, Catherine Ashton. Teherán insiste en mantener el derecho a enriquecer uranio a un nivel de un 20%. Una cuota que, según los expertos, no será suficiente para levantar las sanciones, ya que el régimen podría producir armas nucleares con uranio poco enriquecido y posee un gran número de centrifugadoras, al menos 19.000, y 1.000 de ellas con un diseño muy avanzado.

La Administración Obama tampoco cederá fácilmente. Se siente presionada por Israel y por miembros del Congreso. El lunes, un grupo de diez senadores, –seis demócratas y cuatro republicanos–, envió al presidente una carta en la que proponen cancelar las nuevas sanciones a cambio de que Teherán ponga fin a su programa atómico. Un acuerdo inicial tipo «suspensión por suspensión». Por ese motivo, un acuerdo parcial con Irán, en el que se le permita seguir con su programa, tendrá garantizada la negativa de Tel Aviv y de parte del Congreso. Aunque esta reunión de dos días sólo sirva de punto de partida a futuras negociaciones, será mucho más de lo que se ha conseguido hasta ahora. Ayer, la oferta consiguió lo más difícil, desbloquear la relación con Occidente y obtener una oportunidad de negociación. El portavoz de Ashton reconoció que la propuesta es «alentadora» y que, «por primera vez», ha habido «discusiones muy técnicas».

ISRAEL MANTIENE TODAS LAS OPCIONES, INCLUIDo EL ATAQUE PREVENTIVO

Al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le preocupa que las potencias internacionales incluidas en el Grupo 5+1 (EE UU, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania) queden seducidas por los cantos de sirena del nuevo presidente iraní, Hasan Rohani, con su estilo más amable y aperturista y modifiquen el régimen actual de sanciones de forma prematura. El gabinete de seguridad del primer ministro hebreo adoptó por «unanimidad» el cierre de las centrales de uranio y de plutonio, así como el traslado al exterior de todo el material fisible. Una «línea roja» para la posición iraní. Más tarde, en la conmemoración del 40º aniversario de la guerra del Yom Kippur, Netanyahu advirtió de que la experiencia les ha enseñado que «no se puede menospreciar al enemigo, ignorar las amenazas y no retirar las acciones preventivas». En un discurso en la Knesset (Parlamento), el primer ministro recordó que «la paz se consigue a través de la fuerza».