África

Etiopía completa la Gran Presa del Renacimiento: tensión con Egipto por el agua del Nilo

Egipto y Sudán alertan sobre el impacto en el caudal del Nilo y acusan a Etiopía de actuar sin consenso regional

Etiopía completa la construcción de la Gran Presa del Renacimiento
Etiopía completa la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Europa Press

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, anunció este jueves que la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés) ha finalizado. Con este anuncio, Etiopía da por terminado un proyecto que comenzó en 2011 y que se ha convertido en símbolo nacional del desarrollo energético, pero también señalado por ser foco de tensiones diplomáticas con Egipto y Sudán.

Durante su intervención ante el Parlamento etíope, Abiy confirmó que las obras de la presa (ubicada en el río Nilo Azul) están técnicamente completadas, y que el gobierno prepara una inauguración oficial para septiembre de este año. También invitó a los países vecinos a asistir al acto, que se celebrará muy cerca de la frontera con Sudán.

Con más de 145 metros de altura, 1,8 kilómetros de longitud y una capacidad de embalse de 74.000 millones de metros cúbicos, la GERD se convierte en la mayor presa hidroeléctrica de África y una de las más grandes del mundo. Su potencia instalada, de 5.150 megavatios, duplicará la capacidad energética actual de Etiopía. En un país donde más de la mitad de la población carece de acceso constante a electricidad, el impacto es significativo. Desde 2022, varias turbinas comenzaron a operar y se generan unos 1.500 megavatios. Etiopía planea exportar energía a países vecinos como Kenia, Sudán del Sur y Yibuti.

Abiy aseguró que la GERD "no amenaza a nadie" y subrayó que Etiopía cree en una energía compartida, agua compartida y prosperidad compartida. Palabras que buscan calmar los temores de Egipto, que ha denunciado en repetidas ocasiones que Etiopía actúa de forma unilateral y sin un acuerdo vinculante sobre la gestión del Nilo.

Diplomacia en tensión: Egipto y Sudán se mantienen en alerta

El anuncio llega en un momento delicado para las relaciones regionales. Egipto depende en más del 95 % del agua del Nilo, y ha expresado su profunda preocupación por el impacto en el caudal. Desde el inicio del llenado del embalse en 2020, El Cairo lo ha calificado como una amenaza existencial y ha acusado a Etiopía de violar el derecho internacional.

En octubre de 2024, Egipto presentó una queja formal ante el Consejo de Seguridad de la ONU, alegando que Addis Abeba ha ignorado los llamados internacionales a negociar un marco legal. Esta semana, reiteraron que la finalización de la presa sin acuerdo representa una medida ilegal y un intento de imponer hechos consumados.

Sudán, por su parte, ha mantenido una posición más ambigua. Aunque comparte algunas preocupaciones de Egipto, también reconoce los beneficios potenciales de una regulación más estable del Nilo Azul. Sin embargo, su capacidad de negociación está muy limitada por la guerra civil que asola el país.

Desde 2020, las conversaciones entre los tres países han sido interrumpidas en varias ocasiones. Ni la Unión Africana, ni Estados Unidos, ni la ONU han logrado un acuerdo definitivo. Persisten puntos críticos como el volumen mínimo de agua a liberar en épocas de sequía, los mecanismos de resolución de disputas y la duración del acuerdo.

Etiopía sostiene que tiene derecho soberano a decidir el ritmo del llenado del embalse, que debe completarse en 4 a 7 años. Egipto, en cambio, reclama que se garantice un flujo mínimo anual de 40.000 millones de metros cúbicos. Sudán adopta nuevamente una postura intermedia, pidiendo acuerdos técnicos vinculantes.

La posición etíope también rechaza los acuerdos coloniales que otorgan derechos preferentes a Egipto y defiende el principio de uso equitativo del Nilo. En los últimos años ha reforzado sus vínculos con Uganda, Ruanda y Tanzania, países que también piden una distribución más justa del agua.

El gobierno etíope considera la GERD una obra de soberanía nacional y un motor para su economía. Para Abiy Ahmed, es también un triunfo político, en un contexto marcado por la guerra en Tigray y las tensiones interétnicas. La ceremonia de septiembre será más que simbólica. Etiopía espera que sea una señal de apertura al diálogo, aunque muchos analistas temen que las tensiones continúen sin un acuerdo claro.

El año pasado, las tensiones se proyectaron en Somalia, cuando Etiopía firmó un acuerdo con Somalilandia para obtener acceso al mar Rojo. Egipto reaccionó reafirmando su apoyo a Somalia y reforzando la cooperación militar con Mogadiscio. Este episodio fue interpretado como una extensión del conflicto estratégico entre ambos países.

En los próximos meses, se sabrá si el fin de la construcción marca el inicio de una nueva fase de cooperación… o el profundizamiento de la desconfianza entre los países del Nilo.