
Asia
La junta militar birmana desafía la tregua humanitaria mientras la desesperación y las víctimas se multiplican
En Naipyidó, los bomberos lograron salvar a un hombre atrapado bajo los restos de un hotel, mientras los equipos de emergencia luchan contra el calor extremo y la escasez de suministros

La junta militar de Birmania confirmó este miércoles un aterrador balance tras el potente terremoto de magnitud 7,7 que asoló la región centro-norte hace seis días: al menos 2.886 muertos y 4.639 heridos, en lo que se considera el sismo más devastador de las últimas décadas, cuyas ondas de choque se sintieron en varias partes del sudeste asiático. Las operaciones de búsqueda y rescate se intensifican en medio de escombros que antes eran edificios, colegios y templos, mientras la desesperación crece en Mandalay, donde miles de habitantes se ven obligados a acampar al aire libre, atrapados en un ciclo de incertidumbre y terror. Con cada réplica sísmica, el ambiente se torna más angustiante; mientras el hedor de cadáveres en descomposición se mezcla con la ansiedad de quienes aún esperan encontrar a sus seres queridos.
El presidente de la Sociedad de la Cruz Roja birmana, Myo Nyunt, destacó a la agencia estatal china Xinhua que las operaciones de rescate enfrentan obstáculos críticos, incluidos la evaluación de los daños geológicos y la coordinación logística en un entorno caótico. La magnitud del desastre ha complicado profundamente la identificación de áreas críticas y la evaluación precisa de los riesgos, dificultando la labor de los equipos de intervención. La preocupación por la seguridad es primordial, dado que las réplicas no cesan y los edificios continúan derrumbándose, lo que añade una capa de complejidad a los esfuerzos de asistencia. La falta de maquinaria pesada y la escasez de recursos esenciales están obstaculizando severamente la distribución de suministros, lo que resulta inaceptable en un momento de necesidad desesperada. Las condiciones del terreno han creado un paisaje inestable, donde las infraestructuras han colapsado y el acceso a numerosas áreas se ha vuelto casi imposible.
Una impactante historia de resiliencia se reveló este miércoles entre el caos y las ruinas. Equipos de bomberos realizaron un heroico rescate en Naipyidó, la capital del país, al liberar a un hombre atrapado bajo las ruinas de un hotel destruido. Luchando contra la adversidad, el hombre fue salvado desde el piso inferior de un edificio de seis plantas, finalmente sacado a través de un agujero dirigido por los valientes rescatistas, como se puede ver en un video divulgado por el Departamento de Servicios de Bomberos de Birmania.Consciente y algo desorientado, el joven parecía estar en estado de shock, tendido en la oscuridad con el torso desnudo y envuelto en el tradicional 'longyi' birmano, una prenda emblemática que se utiliza en la región. Una vez liberado, fue rápidamente colocado en una camilla y trasladado al hospital, donde se espera recibirá la atención médica que tanto necesita.
El dramático salvamento tuvo lugar mientras los equipos de emergencia luchaban contra el calor extremo y una alarmante escasez de suministros, factores que han puesto a prueba la tenacidad de los rescatistas en su misión por salvar a los sobrevivientes. Con temperaturas alcanzando casi los 40°C y un acceso limitado a agua potable, las operaciones de recuperación se han transformado en una carrera contrarreloj, haciendo que cada minuto cuente en la lucha por la vida de aquellos que todavía permanecen atrapados.
Se une a la tragedia el hecho de que el líder de la junta militar birmana, Min Aung Hlaing, desechó la tregua propuesta por la Alianza de la Hermandad, un conglomerado de tres guerrillas étnicas que intentaban facilitar la asistencia humanitaria tras el megaterremoto. Con una energía que geólogos han comparado con más de trescientas bombas atómicas y que reverberó más allá de las fronteras, el sismo exacerbó una crisis ya crónica, dejando a miles a merced de la destrucción.
En respuesta a esta calamidad, la Alianza declaró una pausa humanitaria unilateral de un mes, comprometiéndose a suspender las acciones ofensivas, salvo en casos de defensa propia, en un intento por asegurar que los equipos de auxilio pudieran operar sin obstáculos. Sin embargo, Min Aung Hlaing, en un discurso oficial pronunciado en Naipyidó, reafirmó su postura beligerante, asegurando que el ejército continuaría con sus "operaciones defensivas," alegando que ciertos grupos armados se estaban organizando para llevar a cabo ataques.
La catástrofe natural más mortífera de Birmania en años ha reforzado la posición del general en el poder al abrir canales diplomáticos cerrados durante cuatro años después de que su junta derrocara a un gobierno electo y desencadenara una brutal guerra civil.
En la última semana, el jefe de Estado ha llevado a cabo intensas negociaciones con líderes regionales, intercambiando puntos de vista con el presidente chino, Xi Jinping, el primer ministro indio, Narendra Modi, y su homólogo malasio, Anwar Ibrahim entre otros. Estas conversaciones han desencadenado una oleada de ayuda humanitaria internacional, en un momento crítico para una nación aislada que ha sido severamente golpeada por una de las sacudidas sísmicas más violentas en un siglo.
Apenas semanas después de que la junta militar reafirmara su intención de celebrar elecciones generales en diciembre, este desastre ha ofrecido a Aung Hlaing una inesperada oportunidad para fortalecer sus lazos con potencias en medio de la tormenta política. La junta, que ha ido perdiendo terreno de manera sistemática durante el sangriento conflicto que estalló tras el golpe de estado de 2021, enfrenta una presión sin precedentes, marcada por derrotas en el campo de batalla y un creciente descontento social.
Este panorama permite vislumbrar una estrategia poco convencional por parte del régimen, que parece buscar afianzar su posición aprovechando la necesidad de asistencia. Sin embargo, la falta de legitimidad y el profundo sufrimiento de la población quedarán como telón de fondo en un drama político que se entrelaza con la masacre.
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