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Redes sociales

El Kremlin advierte a Francia de que no intente «intimidar» al fundador de Telegram

Pavel Durov, el CEO de la red social, está detenido por una investigación de doce cargos entre los que se incluye terrorismo, estafa y difusión de contenidos pedófilos

En Resumen
El CEO de Telegram Pavel Durov ASSOCIATED PRESSAP

Apenas logró bajar de su avión privado este domingo en el exclusivo aeropuerto de Le Bourget, cerca de París, Pavel Durov fue inmediatamente arrestado por la policía francesa. ¿La razón? Una política de «exceso de libertad» en la mensajería electrónica que fundó en 2013, Telegram.

Durov, de origen ruso y nacionalizado francés desde hace tres años, había viajado desde Bakú, Azerbaiyán, y debía pasar al menos una noche en París para cenar tranquilamente. Sin embargo, la cena se convirtió en un período de 96 horas de arresto provisional, en los que tendrá que responder ante la justicia francesa por la falta de moderación en los mensajes de Telegram, que cuenta con 900 millones de usuarios.

Durov tiene 39 años y se ha convertido en multimillonario gracias a las ganancias de la plataforma Telegram, sus diferentes servicios publicitarios y de suscripción y la criptomoneda asociada a la mensajería. Una buena parte de su éxito es la promesa de un secreto total en los intercambios de correspondencia digital, cualidad inocua para quienes se envían mensajes de amor o fotos comprometedoras pero también una herramienta apetitosa para el crimen organizado, la clase política necesitada de confidencialidad, delincuentes, terroristas y redes de pedofilia.

De hecho, Telegram es citado con frecuencia en las investigaciones de casos penales como la mensajería más utilizada por los criminales de toda índole, pero la empresa –a diferencia de su rival WhatsApp– no coopera en absoluto con la policía. Por ello, el caso se remitió a las autoridades judiciales francesas, donde llegó a lo más alto del organigrama y se dictó orden de captura contra Pavel Durov.

Uno de los casos más importantes está encabezado por la Oficina de Atención a Menores en Francia (OFMIN, por sus siglas) encargada de combatir la violencia contra los menores de edad. La institución había desarrollado una investigación durante varios meses para determinar si Pavel Durov –en calidad de director general de Telegram– podía estar en complicidad con delitos como fraude, tráfico de drogas, ciberacoso, terrorismo y crimen organizado.

El seguimiento viene incluso desde antes: los fuertes atentados que estremecieron a toda Francia en 2015 y 2016 ya habían mostrado que Telegram tenía un papel preponderante en la retransmisión de propaganda, el reclutamiento y la financiación del terrorismo.

Por su parte, la empresa Telegram ha publicado un comunicado en el que tilda de «absurdo» el hecho de que se considere que su jefe es responsable de los abusos que pudieran cometerse en la plataforma. También asegura que cumple las leyes europeas, incluida la Ley de Servicios Digitales, y que Pavel Durov no tiene «nada que ocultar».

Pero más allá del «secreto total» que caracteriza a Telegram, los ojos están puestos sobre Durov por el florecimiento exponencial de su compañía en Rusia. Aunque el empresario vive ahora exiliado en Dubái, su enorme éxito se produjo aun viviendo en territorio ruso. Para muchos, es difícil de creer que Durov sea totalmente independiente del Kremlin, sabiendo que en Rusia no se mueve un alfiler –y mucho menos millones de dólares– sin que Vladimir Putin lo apruebe.

Pero además, Telegram es también un importante canal de desinformación que beneficia al Gobierno de Putin. Esto, cuando se tiene la guerra en Ucrania como telón de fondo, no puede suscitar sino suspicacia. Sin embargo, las circunstancias pueden haber sido diferentes y no necesariamente ventajosas –políticamente hablando– para Durov.

Apodado el «Mark Zuckerberg ruso» por haber creado en 2006 una especie de Facebook en cirílico, bautizado como VKontakte, Durov fue percibido como un héroe de la web que daba una amplia ventana a la libertad de expresión en Rusia. Pero una plataforma como VKontakte era demasiado libertaria para el Kremlin y finalmente Pavel y su hermano Nikolai Durov, se vieron obligados a vender su creación por unos 100 millones de dólares.

Desde 2014 vive oficialmente en el exilio. En cuanto a su procedimiento judicial en Francia, Pavel Durov tendrá que permanecer bajo custodia policial hasta el día jueves, como máximo. Al terminar ese período, la justicia tendrá que decidir entre dos opciones: ponerlo en libertad o presentarlo ante un magistrado con miras a una posible inculpación. Durov se convertiría entonces en el empresario digital de mayor rango mundial en someterse aun proceso judicial en Europa.